Macario, de Juan Rulfo, y los animales correlato

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Escrito por: ALEJANDRO MARCOS

Siempre hay una buena razón para volver a leer los cuentos de Juan Rulfo. Como escritor, como profesor o puramente como lector. Son textos y voces totalmente disfrutables desde cualquiera de los tres ángulos. Son textos que no envejecen (muy a pesar de los lectores) y que siempre te remueven por dentro aunque los hayas leído mil veces.

Blog de escritura de Escuela de Escritores, con Lara Coto, Alejandro Marcos, Chiki Fabregat, Jorge Corrales y Mariana Torres

Del libro El llano en llamas del autor, mi relato preferido es el de «Macario» (seguido muy de cerca por «Luvina»), texto que uso muchas veces en mis clases y que probablemente sea el relato que más veces he leído. Si aún no te has acercado a la prosa de Juan Rulfo, este relato puede ser un buen comienzo, aunque, según mi opinión, el autor alcanzó la verdadera maestría con su novela Pedro Páramo.

Pero hoy no voy a hablaros de la novela, sino del relato y de la fuerza y el simbolismo que tienen muchas de sus imágenes.

Una de las principales características de la prosa de Juan Rulfo es el lirismo y la plasticidad que tienen las voces de sus textos. La capacidad del autor para describir con una sola imagen un ambiente completo o una persona es apabulladora. Además, el emplear el lirismo y la belleza del lenguaje para describir una situación dura de pobreza y desamparo, le añade un toque casi onírico que lima la dureza de la situación a la vez que te la presenta en toda su crudeza.

Eso es exactamente lo que sucede en «Macario». El relato cuenta la historia de Macario, un chico que vive son su madrina y con Felipa, dos mujeres que cuidan de él y de las que queda al cargo cuando mueren sus padres. El relato está narrado desde la voz de este personaje, lo cual hace que tenga aún más fuerza lo que se cuenta. Macario es un chico que siempre tiene hambre y que vive obsesionado por la culpa y por el pecado porque no quiere ir al infierno. Intuimos que padece algún problema mental y que no es plenamente consciente de las cosas que le suceden a su alrededor. También intuimos que es violento y que no es capaz de relacionarse con otros chicos de su edad de una forma normal. Yo considero que es una metáfora del propio México de Juan Rulfo.

Macario habla de su vida mientras espera a que aparezcan unas ranas y sapos para aplastarlos y evitar que croen, de este modo su madrina podrá dormir tranquila. Toda la historia de Macario tenemos que deducirla a través de sus palabras, las cuales sabemos que no podemos creer al cien por cien. Hablamos de un uso excelente del narrador deficiente, en el que el lector es el que tiene que completar la historia mediante intuiciones y sobrentendidos que deja caer el narrador.

El relato en sí mismo es una delicia y solo con el ritmo y la cadencia de las frases ya valdría para considerarlo un relato excelente, pero, además, en el texto, Juan Rulfo hace gala de un gran dominio de las figuras retóricas. Mérito doble si pensamos que las emplea a través de la boca de un narrador deficiente.

En concreto, me gustaría destacar el uso que hace del simbolismo y del correlato en los animales que aparecen en el texto. Podemos comenzar con las ranas y los sapos, a los que compara en color con los ojos de su madrina y de Felipa. Está claro que el primer personaje le es menos querido a Macario porque es quien le castiga y quien le raciona la comida. Por el contrario, Felipa es la que le cede su comida y la que le dice que es bueno y que debe rezar para no ir al infierno. Los animales con el color de ojos de Felipa se pueden comer, los otros no, los otros no sacian al protagonista.

Todo esto tiene relación con el hambre eterno que tiene el personaje. Un hambre que no se sacia comiendo la comida que le da la madrina o que le roba a los cerdos de esta (un nuevo animal del que hablaremos un poco más adelante). Macario solo se sacia con la leche que le da Felipa y con las ranas que tienen el color de ojos de ella. Está clara la asociación que el autor hace aquí entre el hambre y la necesidad de cariño del protagonista, la falta de atención que tiene. Solo Felipa es capaz de darle ese cariño y esa atención que necesita.

Él se relaciona con los cerdos a un nivel tan próximo que comparte la comida con ellos, lo cual nos hace patente el lado animal que el protagonista tiene, ese instinto que no es capaz de controlar y que vendría reforzado por los ataques violentos que sufre con otros niños o cuando se da golpes en la cabeza por voluntad propia.

En la historia, además, aparecen otros animales como son cucarachas y alacranes. Estos animales aparecen de noche, en la habitación de Macario y recorren su cuerpo mientras duerme o le caen del techo. Aplasta las cucarachas como aplasta los batracios, como intenta aplastar esa parte animal que se le escapa y que le hace estar lejos de Felipa y cerca del pecado. El relato entero está plagado de alusiones a la culpa y al pecado, a esa incapacidad de integrarse con los demás y a no ser lo suficientemente bueno para Felipa, que representa el papel maternal que el personaje no ha tenido.

A esto ayuda también el hecho de que debe dejar que los alacranes recorran su cuerpo sin moverse para que no le piquen, de nuevo una contención de los instintos y los deseos, de ser él mismo. El personaje no puede ser porque eso lo alejará de la sociedad y no será querido ni por Felipa ni por la madrina.

Todo el monólogo redunda en las ideas que he detallado y lo hace, además, de manera circular y repetitiva ya que el personaje no tiene posibilidad de salvación. No hay lugar para Macario en el mundo que Juan Rulfo nos presenta, quizás no haya sitio para Macario ni siquiera hoy en día.

Hay muchas cosas que me he dejado en el tintero, pero quería centrarme principalmente en el uso que hace Rulfo de los animales (al igual que en otros relatos hace uso del clima o de la vegetación) para reforzar la historia que está contando.

Si no habéis leído el relato, corred a buscar el libro y hacedlo. Si lo conocéis, espero que mi digáis que os parece mi análisis en los comentarios.

Acerca de los autores

Alejandro Marcos, fotografía de Isabel Wagemann- IMG2-675

Alejandro Marcos

Coordina el Itinerario Centauros más allá de Orión de literatura fantástica, ciencia ficción y terror, en el que imparte clases desde hace casi diez años. Ha publicado las novelas fantásticas El final del duelo, Vendrán del este (ambas con Orciny Press) y Cástor y Pólux (con Ediciones el Transbordador). En enero de 2024 la novela de terror La hora de las moscas con Plaza & Janés. Además ha participado en varios manuales de escritura de Páginas de Espuma y en varias antologías de relato fantástico.

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Chiki Fabregat, fotografía de Isabel Wagemann- IMG2-675

Chiki Fabregat

Coordina el departamento de Literatura Infantil y Juvenil de la Escuela de Escritores. Ha publicado más de una docena de libros para infancia y adolescencia, entre los que destacan El cofre de Nadie, premio Gran Angular 2021, Recuérdame por qué he muerto, premio Torre del Agua 2023 o Un hada con el ala rota. También ha publicado, con la editorial Páginas de Espuma y Escuela de Escritores el manual Escribir Infantil y Juvenil.

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Jorge Corrales

Es Licenciado en Filología Hispánica y diplomado en Guion por la ECAM. En los últimos años ha desarrollado su actividad como escritor en redes sociales, donde acumula decenas de miles de seguidores. Cada viernes, los relatos que publica en su perfil personal se convierten en historias virales en Twitter. Entre 2012 y 2022 ha sido profesor de español y Escritura Creativa en la ciudad de Berlín.

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Lara Coto, profesora de Escritura Creativa para Adolescentes en Escuela de Escritores - IMG570 - fotografía de Ático26

Lara Coto

Lara es la coordinadora del Departamento de Atención al Alumno. Forma parte del equipo de Escuela de Escritores desde 2017, donde se ha formado en cursos de Escritura Creativa, Relato Breve y Proyectos Narrativos. Desde 2021 imparte clases de Escritura Creativa para jóvenes y adultos. Estudió Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid.

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Mariana Torres, profesora del Máster de Narrativa en Escuela de Escritores - IMG570 - fotografía de Gaby Jongenelen

Mariana Torres

Nació en Brasil en 1981, y reside en Madrid. Es diplomada en Guion por la ECAM y forma parte de Escuela de Escritores, donde imparte clases desde 2004. Su libro de relatos, El cuerpo secreto, fue publicado en Páginas de Espuma en 2015. Como escritora forma parte del proyecto CELA (2017-2019) y de la lista Bogotá 39 seleccionada por el Hay Festival (Bogotá39-2017).

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