El largo otoño de la pubertad, La feria de las tinieblas, de Ray Bradbury

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Escrito por: ALEJANDRO MARCOS

La feria de las tinieblas es una novela escrita por Ray Bradbury y publicada en 1962. En ella, nos cuenta la historia de dos niños de 13 años, vecinos, que viven una aterradora historia en una feria ambulante que se detiene en su pueblo. En dicha feria, se enfrentarán al Señor Dark y a sus secuaces, que poseen un tiovivo en el que se puede alterar la edad de la gente.

Blog de escritura de Escuela de Escritores, con Lara Coto, Alejandro Marcos, Chiki Fabregat, Jorge Corrales y Mariana Torres

Se ha escrito mucho sobre esta novela, y sobre el propio Bradbury, por lo que me gustaría centrarme únicamente en los aspectos más llamativos de la obra para mí.

Lo primero que voy a destacar es, sin duda, la atmósfera. Bradbury sitúa, muy adecuadamente, su obra en otoño, muy cerca de Halloween y ese ambiente premonitorio que tiene el otoño empapa toda la obra. El otoño anticipa el invierno, como octubre anticipa Halloween y la feria anticipa algo terrorífico. No olvidemos que el título del libro en inglés, sacado de Shakespeare, nos remite a algo malvado que se acerca. Bradbury emplea esa tensión, esa anticipación, con maestría para que el lector esté preparado para que ocurra algo mágico y oscuro. La obra comienza con una tormenta que se acerca y que sigue acercándose durante toda la novela. Un vendedor de pararrayos se acerca a los niños, previniéndolos de la tormenta, y en esa escena inicial tenemos ya toda la anticipación y el extrañamiento que necesitamos para creernos del todo la historia. La tormenta no llega, pero lo hace la feria, que es la verdadera tormenta.

El autor tiene momentos de brillantez y de maestría en la descripción y en la creación de imágenes y uno de ellos es, a mi modo de ver, la descripción de la llegada de la feria, en plena noche, y el montaje de las carpas. Estas escenas oscuras me han recordado, salvando las distancias, a las escenas más oscuras de la película Dumbo de Disney. Ambas historias presentan el circo como un lugar oscuro y peligroso, aunque en el caso de Disney, el terror solo aparezca en momento puntuales (sigo teniendo pesadillas con la escena de la borrachera).

Otro momento de brillantez del narrador se da en la descripción y reflexión de la barra de la barbería. Bradbury convierte un elemento ornamental, cotidiano y anodino en el eje simbólico de toda la historia, en una píldora bellísimamente escrita en la que se condensa el tema de la novela.

Porque a mi modo de ver, la novela habla de lo inevitable de ese ciclo que pasa de la infancia a la madurez, de cómo olvidamos el pasado y, sobre todo, de que las apariencias engañan. Y eso lo vemos en los maleantes de la feria, que no son lo que dicen ser, en el padre, que tampoco es el viejo que aparenta ser, y en los niños. La novela habla de ese paso de madurez que separa la niñez de la adolescencia y como en la vida real, Bradbury nos muestra un proceso que es a veces doloroso.

Todo ese vocabulario exquisito y la potencia de las imágenes líricas no siempre provocan el resultado adecuado en el lector. O por lo menos en mi caso ha sucedido así. A veces la novela peca de un exceso de lirismo que es, desgraciadamente, un poco habitual en los textos largos de Bradbury. El autor se pierde en pasajes largos y enrevesados que nos alejan de la acción y que hacen que el lector se pierda. Por supuesto, esto es más que perdonable debido al uso tan delicioso que hace el autor del lenguaje. En mi opinión, estos excesos deslucen las maravillosas descripciones que tiene el libro o las imágenes potentes, haciendo que, en ocasiones, se pierdan en la maraña de recursos literarios y palabras abstractas.

Tampoco he acabado de creerme algunos diálogos en los que los niños usaban una voz que, a mi modo de ver, era demasiado adulta, dilucidando con demasiada madurez de temas que no me acababan de cuadrar en niños de trece años. Eso, y los monólogos del padre durante la estancia en la biblioteca, puede que sean los momentos en los que el pacto ficcional y la verosimilitud más se tambalean en el libro.

Al lector actual puede que le resulte un poco ñoña, pero se trata de una novela escrita mucho antes de que llegaran a nuestras manos otras historias parecidas como Stand by me o It, ambas de Stephen King; o Los Goonies y Stranger Things. Quienes hayan disfrutado de esas obras, con una difusión mayor que la novela de Bradbury, quizás encuentren clichés o ideas repetidas, pero en este caso le anoto a Bradbury el tanto de anticiparse a todas ellas. El propio Stephen King habla en su libro Danza macabra de la novela de Bradbury antes de la escritura de esas dos historias, por lo que no dudo que haya habido cierta influencia de Ray Bradbury en su creación y desarrollo posterior.

Coincido con Stephen King cuando destaca que hay una escena que no acaba de concretarse en el libro y sobre la que Bradbury siempre fue bastante esquivo: la escena en la que los niños se suben a un árbol a observar lo que sucede en una casa. Parece intuirse que hay un despertar sexual en esa escena, pero después no pasa de ahí, Bradbury, probablemente de forma acertada, no continúa por esos derroteros. La novela es una novela de maduración, sí, pero se deja totalmente de lado el componente romántico o erótico.

Bradbury nos muestra una amistad pura y leal, como solo son las de la infancia. El propio Bradbury reconoció que en la novela había puesto, sin ser consciente del todo, mucho de su propia infancia, convirtiéndola en un homenaje a su ciudad natal y a su padre.

Al final, la novela es un canto a la vida y a la risa, a la sinceridad y la sencillez. Nos impele, de una forma suave, a desear con moderación y a apreciar lo que tenemos a nuestro lado. Para mí, es una novela de amor a la infancia y a los amigos, a correr sin pensar en el cansancio de después.

Acerca de los autores

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Alejandro Marcos

Coordina el Itinerario Centauros más allá de Orión de literatura fantástica, ciencia ficción y terror, en el que imparte clases desde hace casi diez años. Ha publicado las novelas fantásticas El final del duelo, Vendrán del este (ambas con Orciny Press) y Cástor y Pólux (con Ediciones el Transbordador). En enero de 2024 la novela de terror La hora de las moscas con Plaza & Janés. Además ha participado en varios manuales de escritura de Páginas de Espuma y en varias antologías de relato fantástico.

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Chiki Fabregat

Coordina el departamento de Literatura Infantil y Juvenil de la Escuela de Escritores. Ha publicado más de una docena de libros para infancia y adolescencia, entre los que destacan El cofre de Nadie, premio Gran Angular 2021, Recuérdame por qué he muerto, premio Torre del Agua 2023 o Un hada con el ala rota. También ha publicado, con la editorial Páginas de Espuma y Escuela de Escritores el manual Escribir Infantil y Juvenil.

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Jorge Corrales

Es Licenciado en Filología Hispánica y diplomado en Guion por la ECAM. En los últimos años ha desarrollado su actividad como escritor en redes sociales, donde acumula decenas de miles de seguidores. Cada viernes, los relatos que publica en su perfil personal se convierten en historias virales en Twitter. Entre 2012 y 2022 ha sido profesor de español y Escritura Creativa en la ciudad de Berlín.

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Lara Coto

Lara es la coordinadora del Departamento de Atención al Alumno. Forma parte del equipo de Escuela de Escritores desde 2017, donde se ha formado en cursos de Escritura Creativa, Relato Breve y Proyectos Narrativos. Desde 2021 imparte clases de Escritura Creativa para jóvenes y adultos. Estudió Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid.

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Mariana Torres, profesora del Máster de Narrativa en Escuela de Escritores - IMG570 - fotografía de Gaby Jongenelen

Mariana Torres

Nació en Brasil en 1981, y reside en Madrid. Es diplomada en Guion por la ECAM y forma parte de Escuela de Escritores, donde imparte clases desde 2004. Su libro de relatos, El cuerpo secreto, fue publicado en Páginas de Espuma en 2015. Como escritora forma parte del proyecto CELA (2017-2019) y de la lista Bogotá 39 seleccionada por el Hay Festival (Bogotá39-2017).

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