Escrito por: JORGE CORRALES

Los libros comienzan cuando un autor escribe su primera línea, pero no están completos hasta que alguien los lee. Los profesores siempre ponemos mucho énfasis en la primera fase y olvidamos explicar que existen formas de conseguir nuestros propios lectores. Aquí van un par de consejos.

La pregunta más difícil en el mundo de la literatura es: ¿cómo escribir un libro? Todo el que se ha enfrentado a ello lo sabe. Sobre esto hay miles de manuales. Sin embargo, la segunda pregunta más expresada por los autores, especialmente por los autores jóvenes, apenas tiene respuesta: ¿cómo consigo que alguien lea mi libro?

Miento, sí que tiene respuestas, bibliografías y manuales, pero siempre desde el marketing, no desde la literatura. Es como si los libros, una vez escritos, fueran un producto más, como si fuésemos productores de macetas. Con todo el respeto para los fabricantes de macetas, nadie se ha emocionado ante un barro bien cocido, ni espera horas en una cola interminable para darte las gracias, por lo bien que ha quedado su planta en tu producto. Es más, asumámoslo ya, estoy seguro de que un productor medio de macetas gana cinco o seis veces más que un escritor que vende miles de libros.

Por ello, me dispongo a lanzar un par de consejos sobre lo que ha aprendido de la venta de libros (sin ser yo un superventas), pero destinado a autores, no al mundo del marketing.

La primera lección que comprendí en el mundo editorial y en la que se basa todo mi discurso es esta: nadie va a vender tu libro mejor que su autor. Sí, suena obvio, pero a veces se nos olvida. Pensamos que el departamento de prensa de la editorial o los medios o el/la crítico de moda va a conseguir atraer al público a nuestra obra. Muchas veces se piensa que el trabajo del autor termina una vez que se entrega su trabajo.  Pequeño spoiler: no es así

Esas personas de las que he hablado en el párrafo anterior pueden creer en el libro, pueden ayudar, pueden dar un empujón, pero la mayor parte de la energía va a provenir del creador o creadora. Y aquí viene la segunda lección: Los mejores “vendedores” de libros no son aquellos que utilizan las mejores técnicas de venta, ni se leen manuales de marketing, son lo que más pasión tienen. Para mí ese es un elemento clave, me lo dijeron en la editorial cuando publiqué mi primer libro: la pasión se transmite. Si un autor desprende pasión, se contagiará a las personas que trabajan con el libro y quizás, conseguir que tenga más visibilidad, más presencia en medios o más presentaciones.

Esto enlaza con algo que he descubierto a base de golpetazos, los lectores tienen que poner cara al autor. Y cuando digo cara, me refiero a saber algo de ellos antes de comprar su libro. En España, el año pasado, se publicaron 58.000 libros. Esto solo en papel, en digital no sé cuántos podrían ser. Encontrar lectores que elijan nuestro libro entre esos 58.000 solo por la temática o por que tengas ganas de probar algo nuevo, es un milagro. Por eso tenemos que enseñar nuestro trabajo. Es decir, los lectores tienen que habernos leído antes de comprar nuestro libro.

¿Cómo se puede hacer eso? Pues gracias a Dios, es decir, a Internet, en el siglo XXI tenemos muchos lugares donde ser leídos de forma digital. Ya sea escribiendo habitualmente en nuestras redes sociales (Inciso: muchas veces se relaciona a los escritores en redes sociales con escritores comerciales, pero hace poco me encontré con un escritor de los llamados sesudos, felicitando a otro escritor emergente, también sesudo, por lo que escribía en redes sociales. No de su libro, de sus posts. Cierro inciso), ya sea compartiendo nuestras pasiones en foros especializados, ya sea teniendo nuestro pequeño blog… Como sea. 

Yo siempre recomiendo escribir en formato digital antes de pasar a intentar escribir un libro y no por razones promocionales, sino porque el autor se enfrenta al público por primera vez. Aunque sea reducido, son lectores. Además, esos lectores serán futuros compradores de tus libros si consigues ser publicado.

Por otro lado, esta exposición a los textos es muy importante a la hora de llegar a una audiencia mayor, porque nos definen, generan una identidad como autor. Esto parece baladí, pero no lo es. En mi experiencia, los libros no se compran por el tema, la trama o los personajes. Buscamos siempre un estilo, una forma de escribir que ya nos ha seducido. Por así decirlo, confiamos más en la marca que en el producto. Por eso tenemos que tener muy claro quiénes somos escribiendo, qué nos define. 

Recientemente, tuvimos el pitch del Máster de Narrativa, donde los alumnos del máster presentaban sus proyectos a algunos de los editores más reconocidos del mundillo. Al terminar, charlamos un poco con ellos y nos comentaron lo importante que es para ellos que el autor pueda definirse en pocas palabras, ya sea con referentes (autores, novelas, películas que tengan el mismo tono que lo escribimos), géneros o estilos. Para ellos es fácil entender cómo era su escritura con unas pequeñas pinceladas. Algo así como enseñarles una pieza del puzle para ver si les encaja. Lo mismo sucede con los lectores, si les dejamos claro quiénes somos, tendremos más posibilidades de que abran la página de nuestra novela, poemario o ensayo.

Por último, me gustaría recomendar algo que es muy sencillo de decir y muy difícil de hacer: intentar ser nosotros mismos frente al público. En ocasiones hay autores que se crean un personaje de cara al mundo exterior para intentar vender más libros. En mi experiencia, esto no funciona. Estamos cansados de que nos vendan cosas y sabemos detectar quién finge o busca una artimaña para llamar nuestra atención y, en cuanto lo descubrimos, huimos para siempre. Sin embargo, al mostrarse natural y como una persona normal, se establece una relación de igual a igual, pudiendo llegar a conectar mejor con los lectores. Porque, al fin y al cabo, los autores que más valoramos son aquellos que son capaces de poner en palabras sentimientos que todos hemos experimentado o pensamientos que todos hemos tenido.

En conclusión: las mejores herramientas para conseguir más lectores no están en el exterior sino dentro de cada autor.