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Escrito por: ALEJANDRO MARCOS
Todos sabemos que la vida moderna no está hecha para el reposo y la dedicación. No podemos dedicar las mañanas de nuestros días a la contemplación como hacían los escritores nobles del siglo XIX. Tenemos el día lleno de actividades y la vida real y adulta nos deja poco espacio para la escritura. Cuando podemos encontrarlo, se lo tenemos que robar al ocio o a socializar. Es cierto que hay que tomar decisiones en la vida, pero cuesta mucho sacrificar parte de nuestro tiempo de esparcimiento por una actividad que a veces es tan ingrata y que requiere, además, de mucho esfuerzo.
Porque, seamos sinceros, la escritura cuesta no solo tiempo, sino también mucho esfuerzo y dedicación. Constancia. No sirve con encontrar cuatro horas al mes para escribir. Bueno, puede bastar, pero difícilmente podrás labrarte una carrera como escritor escribiendo durante ese poco tiempo. Deberías ser brillante y muy productivo. Lo normal es que un texto decente requiera muchas horas, no solo de escritura, sino de revisión. Y para eso es necesario tener no solo el momento, sino también el estado de ánimo adecuado.
Puede que tengas dos horas perdidas los miércoles, pero si no puedes disponer de un sitio adecuado, un lugar en el que puedas concentrarte, aunque sea con unos cascos con cancelación de ruido (padres y habitantes de pisos con paredes de papel, esta es la mejor inversión que podréis hacer nunca), te pasarás esas dos horas tratando de ignorar las distracciones de ruido o visuales con las que el entorno te ataque. Lo ideal es escribir siempre en el mismo lugar, pero eso también es un lujo que a veces no está a nuestro alcance. Yo mismo, por ejemplo, he tenido que acondicionar mi puesto de trabajo para poder escribir allí porque algunas horas muertas de las que tengo en la semana, las perdería si tuviera que desplazarme hasta mi casa. Además, muchas veces es más sencillo cerrar el programa de trabajo y abrir el Scrivener que irme hasta mi casa, con la desconcentración que eso supone.
Porque esto también es muy importante. Muchas veces postergamos la escritura hasta el último momento del día porque las obligaciones no nos dejan pensar en otra cosa. Incluso aunque madruguemos y escribamos antes de nuestro horario laboral. Escribir al final del día es posible, es cierto, pero requiere estar muy concienciado y ser muy responsable. Es un momento del día en el que el cansancio nos hace pensar que quizás la escritura no sea algo tan importante para nosotros y que mañana es mucho mejor día para ponerse. Mañana empiezo, prometido. Esta es la razón por la que algunos días, sobre todo si noto que estoy cansado, decido escribir desde el lugar de trabajo. El viaje hasta casa hace que la tensión del día se baje y que el cuerpo comience a relajarse. Y eso para la escritura no es lo más indicado, porque al llegar a casa lo único que vamos a querer es sentarnos en el sofá y ver cualquier cosa que nos echen en la televisión.
Aunque parezca lo contrario, escribir después del trabajo puede hacerse mucho mejor si entre medias realizamos algo de ejercicio. Nada más terminar el deporte, el cuerpo, y la mente, están muy despiertos y podemos aprovechar esa actividad mientras el cuerpo se relaja para escribir. Yo personalmente uso este truco, aunque lo hago por las mañanas. Reconozco que después de comer, mi concentración y mi rendimiento disminuyen exponencialmente. Además, suelo tener clase hasta muy tarde y prefiero acostarme pronto y madrugar a trasnochar y sentir que no aprovecho las mañanas.
Como veis, no es tan sencillo como puede parecer en un comienzo ponerse a escribir. Por eso mismo es importante que intentemos en la medida de lo posible imponernos una rutina de escritura lo más estricta posible. Tal y como yo os lo he presentado antes, parece que es muy complicado combinar el espacio, el tiempo y las ganas de escribir, pero puede hacerse con entrega.
El tiempo, por ejemplo, puede robarse, como ya hemos dicho, al ocio u optimizando algunas de las actividades que tenemos que hacer sí o sí. Por ejemplo, yo desayuno delante del ordenador mientras escribo, arañando unos quince minutos o veinte de escritura. Si a eso le sumamos media hora del despertador y una serie menos por la noche, hemos sacado una hora para escribir por las mañanas. No hago eso todos los días, por supuesto, pero alterno días. Los días que tengo clase hasta tarde prefiero apurar un poco más el sueño, por ejemplo. Cuesta mucho, porque siempre es más sencillo quedarse viendo la tele que acostarse o ver una serie que ponerse a escribir (sustituid serie por cualquier cosa que queráis), pero casi siempre puede hacerse.
En cuanto al lugar, quizás eso no pueda depender tanto de vosotros, pero yo he comprobado que mientras sea un teclado que conozca y no tenga distracciones detrás de la pantalla (me guio por el movimiento y los colores, como las cacatúas), puedo llegar a concentrarme para escribir. Eso sí, siempre con mis cascos y mi música ambiental.
Y las ganas es lo único que depende exclusivamente de vosotros. Yo soy de los que opina que eres verdaderamente escritor cuando puedes sentarte a escribir sin ganas y hacerlas salir. Eso también se entrena. El cerebro está preparado para reconocer patrones y un patrón de trabajo estable hace que el cerebro entre en modo escritura de una forma más rápida y eficaz. Cuantos menos cambios hagamos en nuestra rutina, nuestras horas y nuestro espacio de escritura, más sencillo será que nuestro cerebro encuentre esas ganas que creíamos perdidas para escribir. Y creedme cuando digo esto, porque, por mucho que ame la escritura, cuando suena el despertador a las seis de la mañana, no me levanto de un salto y con una sonrisa, precisamente. Pero a los diez minutos de estar sentado escribiendo ya se me ha olvidado todo. Y esto puede decíroslo también cualquier deportista. El ochenta por ciento de la escritura es ponerse a ello. Como el rascar y el comer, todo es empezar.
Con este artículo, mi intención no es desanimar a nadie. Al contrario. Quería escribir un artículo realista sobre las dificultades logísticas que presenta la escritura, quitándole romanticismo a la tarea, pero también quería demostraros que las dificultades, muchas veces pueden superarse, pero hay que ponerle empeño y preguntarse qué es lo que realmente quieres hacer. No pasa nada por enfrentar esta pregunta y responderse que quieres ser escritor solo de impulsos. Es totalmente válido. Creo que es importante conocerse, creo, de hecho, que es lo más importante, porque después vienen las frustraciones. Pero si de verdad queréis escribir, hacedlo. Hay muchas dificultades, cierto, pero las hay también para otras actividades y jamás nos las planteamos. Piensa que siempre hay alguien con más dificultades que tú y que aun así escribe. Ten envidia de esa pasión y de ese deseo. Las ganas, como ya he dicho, vendrán solas después.
Coordina el Itinerario Centauros más allá de Orión de literatura fantástica, ciencia ficción y terror, en el que imparte clases desde hace casi diez años. Ha publicado las novelas fantásticas El final del duelo, Vendrán del este (ambas con Orciny Press) y Cástor y Pólux (con Ediciones el Transbordador). En enero de 2024 la novela de terror La hora de las moscas con Plaza & Janés. Además ha participado en varios manuales de escritura de Páginas de Espuma y en varias antologías de relato fantástico.
Más informaciónCoordina el departamento de Literatura Infantil y Juvenil de la Escuela de Escritores. Ha publicado más de una docena de libros para infancia y adolescencia, entre los que destacan El cofre de Nadie, premio Gran Angular 2021, Recuérdame por qué he muerto, premio Torre del Agua 2023 o Un hada con el ala rota. También ha publicado, con la editorial Páginas de Espuma y Escuela de Escritores el manual Escribir Infantil y Juvenil.
Más informaciónEs Licenciado en Filología Hispánica y diplomado en Guion por la ECAM. En los últimos años ha desarrollado su actividad como escritor en redes sociales, donde acumula decenas de miles de seguidores. Cada viernes, los relatos que publica en su perfil personal se convierten en historias virales en Twitter. Entre 2012 y 2022 ha sido profesor de español y Escritura Creativa en la ciudad de Berlín.
Más informaciónLara es la coordinadora del Departamento de Atención al Alumno. Forma parte del equipo de Escuela de Escritores desde 2017, donde se ha formado en cursos de Escritura Creativa, Relato Breve y Proyectos Narrativos. Desde 2021 imparte clases de Escritura Creativa para jóvenes y adultos. Estudió Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid.
Más informaciónNació en Brasil en 1981, y reside en Madrid. Es diplomada en Guion por la ECAM y forma parte de Escuela de Escritores, donde imparte clases desde 2004. Su libro de relatos, El cuerpo secreto, fue publicado en Páginas de Espuma en 2015. Como escritora forma parte del proyecto CELA (2017-2019) y de la lista Bogotá 39 seleccionada por el Hay Festival (Bogotá39-2017).
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