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Fue alumna de la segunda promoción del Máster de Narrativa de Escuela de Escritores. Actualmente trabaja como profesora de la asignatura de Lenguaje Poético del Máster de Narrativa  y la de Poesía Europea en el Máster de Poesía de la Escuela de Escritores, donde imparte, además, cursos anuales de Escritura Creativa, Relato Breve y Relato Avanzado.

Asimismo, su labor docente abarca distintos clubes de lectura en el Impact Hub y en diversas bibliotecas de la Comunidad de Madrid. Es coordinadora de la Asociación Europea de Programas de Escritura Creativa (EACWP por sus siglas en inglés) y, en el ámbito de la cooperación europea, ha realizado trabajos de seguimiento durante estancias de formación pedagógica en la Scuola Holden de Turín (Italia), junto al escritor Alessandro Baricco; en el Orivesi College of Arts de la mano del poeta finlandés Risto Ahti y en la Valand Akademy de Gotemburgo (Suecia), junto a los poetas Gunnar D Hansson, Jenny Tunedal y el crítico cultural Mikael van Reis, entre otros.

Recientemente, ha participado como escritora invitada por la Universidad de Salamanca en las jornadas de estudio en honor al poeta venezolano Rafael Cadenas (Premio Reina Sofía de Poesía, 2018). En 2013 fue seleccionada para participar en la Bienal de Jóvenes Artistas del Mediterráneo en Ancona (Italia) en representación de la EACWP.

Por diversas becas que ha obtenido, ha vivido en Duino (Italia), Valmiera (Letonia) y Madrid.

Entrevista al profesor

Creo que el escritor nace, en parte, pero que aún debe nacerse y hacerse, continuamente. María Zambrano lo expresa con extraordinaria lucidez cuando dice que el hombre es el único animal que no nace de una vez, que tiene que nacer dos veces y que, por eso, siempre está de parto de sí mismo. Y, en mi sentir, el artista, el escritor, el poeta es ese: el que está naciendo de sí, constantemente, mientras se hace. En este sentido, el aprendizaje del oficio no es solo posible, sino necesario para el desarrollo de ese arte que consiste en hacerse a sí mismo como artista y nacer.

Mis talleres insisten en la dimensión religiosa de todo arte, en el sentido etimológico de la palabra “religión” que significa re-ligare, es decir, reunir, reconectar. ¿Qué busco religar en los talleres, a través de la escritura? El alma (lo invisible, lo abstracto, el Verbo, lo sagrado) y el cuerpo (lo concreto, la carne, la materia, el lenguaje). En la poesía (quizá, tanto más que en otras artes) puede experimentarse el misterio de la encarnación en este sentido religioso de la religación: por la encarnación de lo sagrado en el lenguaje.

El de la fe dionisíaca. Cada taller debe ser un banquete, una ocasión festiva y celebratoria de encuentro en la que hay que gritar, llorar, cantar y reírse. De ser posible, todo a la vez.

Prefiero pensar en mis alumnos como “compañeros”. Etimológicamente (ya ven que me interesa mucho la etimología), “compañero” es el que comparte el pan, es decir, la palabra y el pathos, el sufrimiento, la dificultad que supone sacar el lenguaje del silencio. Pero también “compañero” es con quien compartimos el vino, es decir, la alegría y el gozo de la vid, de la vida que es la escritura cuando realmente da de vivir. En este sentido, de nuevo, es que el taller es para mí un banquete que celebramos siempre en esa fe dionisíaca. En ese espíritu de encuentro vivo y real, lo que sigo aprendiendo es que la enseñanza, como la poesía, no solo consiste en dar, sino en aprender a recibir.

Estar dispuesto a descender al fondo de la mina que es cada alumno-compañero y dar con su oro, con eso sagrado que hay en ese fondo de cada uno y enseñarle a amarlo.

En la relación alquímica que guardan la herida, la verdad y lo sagrado en la escritura. Lo sagrado es la verdad que hay toda herida, esa luz última que conseguimos extraer de la herida y que es, asimismo, la poesía.

Rainer Maria Rilke. Ha sido un maestro temprano que me ha acompañado desde muy pronto en este recorrido que supone la vía artística de todo escritor, entre otras cosas, porque entre los dieciocho y los veinte años viví en Duino, un pueblito del Adriático, al norte de Italia, donde escribió sus Elegías. Y esa vía artística es una de las dimensiones que más me vinculan y me estrechan a Rilke y a su poesía: el modo en que su ars poética está atravesada por su ars vitae y viceversa. Todo ese altísimo voltaje que recorre toda su obra. Siempre releo a Rilke (hace poco, estuve releyendo su Diario de Florencia), pero, ahora mismo, estoy leyendo a una poeta portuguesa de ascendencia danesa: Sophia de Mello Breyner Andressen.

Lorena Briedis, profesora del Máster de Poesía de Escuela de Escritores - IMG570 - fotografía de Isabel Wagemann
Fotografía: Isabel Wagemann

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