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Escrito por: LARA COTO
Hablamos de la película Cristal Oscuro, de su serie precuela, del concepto de underdog y de cómo todas estas cosas se relacionan con el arte de crear historias.
En los años 70, Jim Henson decidió que quería hacer una película de acción real en la que no apareciera ningún ser humano. Siempre había sentido una gran fascinación por la naturaleza y por el modo en que los animales se movían en ella. Por eso, quiso crear un mundo enteramente habitado por criaturas no humanas, en el que las conexiones dentro de la naturaleza estuvieran más presentes que nunca. Pero ese mundo no podía nacer en la animación ni detrás de una pantalla de edición.
Tenía que ser real.
Años después, en 1982, se estrenó una de las películas más importantes en la historia del cine de fantasía: The Dark Crystal (Cristal oscuro en España y El cristal encantado en Latinoamérica). Todos los personajes de la película estaban interpretados por marionetas y todos los escenarios y decorados se construyeron desde cero. El rodaje llevó más de cinco años y un presupuesto de veinticinco millones de dólares.
Esta película no era solo una enorme novedad desde el punto de vista cinematográfico, sino también una declaración personal de Henson: con ella culminaba toda su carrera dedicada al arte de las marionetas, y le demostraba al mundo hasta dónde se podía llegar con ellas. Además, Henson desafió aquí muchas convenciones sobre las historias infantiles, dejando claro que las películas para niños también pueden tener un componente oscuro o siniestro.
Para quienes no hayan visto la película, Cristal Oscuro cuenta la historia de Jen, el último superviviente de la raza gelfling en el mundo de Thra. Toda su especie ha sido exterminada años antes por los skekses, unas malvadas criaturas que gobiernan Thra utilizando el fragmentado Cristal para extraer la vida. Los gelflings son como pequeños elfos: no son particularmente fuertes ni poderosos y, al lado de los skekses, parecen insignificantes. Jen era, sin duda, un personaje underdog.
“Underdog” es un término que no tiene traducción directa al español. Se utiliza en el mundo angloparlante, habitualmente en el contexto de competiciones deportivas, para hablar del equipo o del contrincante que tiene más posibilidades de perder. En pocas palabras, el underdog es la persona de la que nadie espera el éxito. Pero Jen, con toda su esencia underdog, es la única criatura de Thra capaz de reparar el Cristal y salvar el mundo. Lo cual significa, de entrada, que tener pocas posibilidades no es lo mismo que no tener ninguna. Algo obvio, sí, pero importante. Aunque de eso mejor hablaremos luego.
Cristal Oscuro tuvo un enorme éxito después de su estreno y hoy en día se considera una película de culto dentro del género fantástico. Tanto es así, que los hijos de Jim Henson, junto al director Louis Leterrier, decidieron resucitar el mundo de Thra años después. De este modo, Netflix estrenó en 2019 la serie The Dark Crystal: Age of Resistance (Cristal Oscuro: la era de la resistencia en España y El Cristal Encantado: la era de la resistencia en Latinoamérica). Constaba de diez capítulos y era una precuela de la película que Henson sacó en el 82.
La era de la resistencia ocurre muchos años antes de la (casi) extinción de los gelflings, cuando todavía existen varios clanes de esta especie en Thra y los skekses apenas han empezado a consumir su esencia para fortalecerse. La serie cuenta la lucha de los gelflings unidos para intentar terminar con la dominación de los skekses.
Esto tiene un efecto curioso sobre los espectadores (al menos, sobre quienes hemos visto la película original). Al verla, ya conocemos el desenlace. Sabemos que los gelflings acabarán siendo exterminados porque ese es el punto de partida de la película. Así que toda su causa fracasará. Es una experiencia parecida a leer Crónica de una muerte anunciada o ver la película Rogue One. Aunque veamos venir el desastre, no podemos evitar seguir ahí, albergando la esperanza irracional de que las cosas sean distintas. Debe ser una sensación similar a la de los seguidores del equipo que tiene todas las de perder en una competición: el efecto underdog de nuevo.
Pero hablemos de la creación de esa serie: cuando la familia Henson empezó a trabajar en una precuela de Cristal Oscuro, sabían que la tecnología había avanzado muchísimo desde los 80 y que, si querían, podían recrear de forma detallada y fiel todos los personajes y escenarios de Thra utilizando ordenadores. Pero no quisieron. Su trabajo para Cristal Oscuro era, una vez más, mucho más que un proyecto de serie. Todo el equipo se puso de acuerdo en replicar la obra original: construyeron las marionetas y los escenarios desde cero artesanalmente, invirtiendo en ello una cantidad inmensa de dinero y tiempo. Se ayudaron de la tecnología solo para ciertos detalles como manejar las marionetas con más comodidad o eliminar las piezas de sujeción que se colaban en el plano.
Netflix documentó todo el proceso en un making of titulado La llamada del Cristal que es realmente inspirador: un ejemplo de lo que significa hacer algo por auténtica pasión, un homenaje a todos los artistas y, en definitiva, una carta de amor al arte de construir historias.
Cuando vi ese making of, Netflix ya había cancelado la serie. La historia de Rian, Deet y Brea, los gelflings protagonistas, quedó sin terminar.
Fue entonces cuando me di cuenta de lo underdog que resultaba todo. Pensé en cómo Henson se embarcó en un proyecto sin precedentes a finales de los 70, rodando una película enteramente protagonizada por marionetas con todas las dificultades técnicas que suponía entonces. Y en lo bien que salió. Pensé en Jen emprendiendo su viaje en Cristal Oscuro para enfrentarse, él solo, a las criaturas que habían exterminado su raza. Y en cómo ganó. Pensé en la forma en que, años después, los hijos de Henson, Louis Leterrier y un montón de brillantes profesionales decidieron elegir el camino difícil para hacer la precuela, sabiendo el riesgo que corrían de no recuperar lo invertido. Y en cómo perdieron. Y por último, pensé en los gelflings de La era de la resistencia, que se unieron contra un enemigo terrible para luchar por su libertad, y en los espectadores que siguieron cada capítulo embriagados de esperanza, o de curiosidad, o de las dos cosas. Aun sabiendo que los protagonistas perderían.
Y todo eso me recordó muchísimo a la escritura.
Porque, nos guste o no, los escritores somos tremendamente underdog. Nos sentamos cada día frente a la hoja en blanco, dándole vida a historias que solo existen en nuestras mentes, sin saber si algún día pasarán de ahí. Dedicamos nuestro tiempo y nuestra energía a construir cada detalle de esas historias y a intentar mostrárselas al mundo, aun sabiendo que vivir de esto es muy difícil, que tenemos muchísimo que perder. Que en esta batalla somos, sin ninguna duda, el equipo con menos posibilidades de ganar.
Pero lo hacemos igualmente.
Lo hacemos por los mismos motivos por los que el equipo de La era de la resistencia quiso construir todo Thra desde cero con sus manos. Por los mismos motivos por los que Jim Henson creó la primera película de acción real sin humanos, le costara lo que le costara. Y por los mismos motivos por los que todos los gelflings decidieron luchar.
Porque creemos en ello. Porque, como decía más arriba, tener pocas posibilidades no es lo mismo que no tener ninguna. Porque de vez en cuando, ganamos. Llegamos un poquito más lejos de lo que se esperaba, conseguimos algunos lectores más o construimos mejores historias.
Pero, sobre todo, lo hacemos por un motivo. Porque pase lo que pase luego y por mucho que tengamos las de perder, mientras estamos escribiendo, siempre estamos ganando.
Lara es la coordinadora del Departamento de Atención al Alumno. Forma parte del equipo de Escuela de Escritores desde 2017, donde se ha formado en cursos de Escritura Creativa, Relato Breve y Proyectos Narrativos. Desde 2021 imparte clases de Escritura Creativa para jóvenes y adultos. Estudió Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid.
Más informaciónCoordina el Itinerario Centauros más allá de Orión de literatura fantástica, ciencia ficción y terror, en el que imparte clases desde hace casi diez años. Ha publicado las novelas fantásticas El final del duelo, Vendrán del este (ambas con Orciny Press) y Cástor y Pólux (con Ediciones el Transbordador). En enero de 2024 la novela de terror La hora de las moscas con Plaza & Janés. Además ha participado en varios manuales de escritura de Páginas de Espuma y en varias antologías de relato fantástico.
Más informaciónCoordina el departamento de Literatura Infantil y Juvenil de la Escuela de Escritores. Ha publicado más de una docena de libros para infancia y adolescencia, entre los que destacan El cofre de Nadie, premio Gran Angular 2021, Recuérdame por qué he muerto, premio Torre del Agua 2023 o Un hada con el ala rota. También ha publicado, con la editorial Páginas de Espuma y Escuela de Escritores el manual Escribir Infantil y Juvenil.
Más informaciónRedactor de nuestro canal de Twitter. Es Licenciado en Filología Hispánica y diplomado en Guion por la ECAM. En los últimos años ha desarrollado su actividad como escritor en redes sociales, donde acumula decenas de miles de seguidores. Cada viernes, los relatos que publica en su perfil personal se convierten en historias virales en Twitter. Entre 2012 y 2022 ha sido profesor de español y Escritura Creativa en la ciudad de Berlín.
Más informaciónNació en Brasil en 1981, y reside en Madrid. Es diplomada en Guion por la ECAM y forma parte de Escuela de Escritores, donde imparte clases desde 2004. Su libro de relatos, El cuerpo secreto, fue publicado en Páginas de Espuma en 2015. Como escritora forma parte del proyecto CELA (2017-2019) y de la lista Bogotá 39 seleccionada por el Hay Festival (Bogotá39-2017).
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