Ocho consejos para escribir buenos diálogos

Escrito por: ALEJANDRO MARCOS

Cuando empecé a escribir dependía mucho de los diálogos. No porque se me dieran especialmente bien y no quisiera salir de mi zona de confort, sino porque pensaba que eran lo más sencillo de hacer y me permitían, o eso creía yo, no cometer errores al contar cosas con la narración. 

No podía estar más equivocado, como ya imaginaréis. Lo que yo hacía prácticamente no podían ni llamarse diálogos, eran burdas imitaciones del habla real de las personas. Recuerdo, incluso, una vez en la que grabé el diálogo de dos personas que viajaban en el mismo autobús que yo para después pasarlo al papel. No voy a entrar en detalles, pero el resultado fue desastroso.

Y es que escribir diálogos es una de las técnicas narrativas más complicadas y una, además, que solo se asimila y se domina tras muchos años de práctica. Siempre hay excepciones, claro, pero en general es uno de los recursos que más se nos atraganta cuando estamos empezando a escribir.

Tener la capacidad de saber seleccionar las palabras que se mencionan en el parlamento, lograr que sean relevantes y que a la vez no nos perdamos en la escena, mantener un buen equilibrio con la acción, que representen la forma de ser y de hablar del personaje… Son muchas cosas las que hay que tener en cuenta si queremos escribir un buen diálogo y algo sobre lo que se podría escribir ríos de tinta.

Como no tenemos tiempo, ni quizás habilidad, para tanto, valga de momento los ocho consejos que me hubiera gustado que me hubieran dado cuando empezaba a escribir diálogos, aunque creo que el primero ya os lo podéis imaginar por todo lo que he contado antes:

1. No replicar el habla de las personas:

Este es, quizás, el más importante de todos los consejos que os voy a dar hoy. Los diálogos literarios imitan a los diálogos reales de las personas, pero no pretenden serlo. Igual que un personaje puede ser un trasunto de una persona, pero nunca puede sustituirla. Un diálogo literario es algo pensado, no como el diálogo espontáneo que se produce entre varias personas al comunicarse. Por lo tanto, como lectores establecemos un pacto con el texto y fingimos creernos que los personajes son personas y que lo que dicen es igual que los diálogos de la vida real, pero esperaremos a pesar de ello que sean diálogos más elaborados que los reales y que tengan un significado que va más allá del propio mensaje. Las personas pueden decir cosas porque sí, los personajes no deberían hacerlo.

2. Evitar las muletillas:

Al hilo del consejo anterior, las personas emplean muchas pausas y muletillas a la hora de hablar. Lo hacen (hacemos) para dar tiempo al cerebro y pensar en lo siguiente que van a decir. Los diálogos de la vida real son espontáneos, necesitan de esas pausas para crearse y que tengan algo de sentido.  Sin embargo, si replicamos todas esas pausas nos encontraremos con un texto farragoso que no se entiende y que es complicado de seguir. Os recomiendo eliminar de vuestros textos todos los mmm, emmm, ¿vale?, ¿si?, aha, bueno, en plan, etc. Todas esas marcas de habla nos sirven en el mundo real para pensar y para anclar lo que decimos con nuestro interlocutor, es decir, para asegurarnos que nos entiende, nos escucha y que está de acuerdo con nosotros. En literatura, se convierten en estorbos que ocultan y hacen oscuro el mensaje de lo que queremos transmitir. Por supuesto, pueden usarse en determinadas ocasiones para remarcar algo concreto, pero en general, si no hay una razón de peso, tendréis que eliminarlas.

3. No responder siempre a lo que se pregunta:

Hemos visto que en la vida real estamos muy pendientes de la atención de nuestro interlocutor, pero en literatura es mucho más potente si no siempre es así. Cuando un personaje pregunta, tiene mucha potencia si el otro interlocutor le responde, pero no enteramente. En lo que los personajes callan se esconde mucho hueco para que el lector conjeture y entre en la historia. 

4. No olvidar los gestos y el entorno:

Esto es un consejo clave no solo para los diálogos, sino para cualquier otra técnica narrativa. Lo importante siempre será la historia, es decir, lo que hacen unos personajes en un entorno concreto. Cuando escribimos diálogos, solemos estar tan concentrados en las palabras que se dicen que nos olvidamos de que los personajes están en un espacio e interactúan entre ellos. Es normal que en la primera escritura nos centremos solo en el parlamento, pero cuando le damos una segunda vuelta al texto, tenemos que añadirle gestos, movimientos y descripciones al diálogo que lo hagan dinámico y sirvan de apoyo a los lectores. Si os resulta complicado al comienzo, os aconsejo también que los personajes estén haciendo algo mientras hablan. Puede ser tomar un café o reparar un tejado. Sea lo que sea, esas acciones anclarán el diálogo a la imaginación y será más fácil que el mensaje que queremos transmitir llegue al lector o la lectora.

5. No fijarse en el teatro, mejor en el cine:

Para entrenar el diálogo podemos recurrir a la lectura de obras de teatro o guiones de cine. Es un recurso excelente, aunque, de hacerlo, os recomiendo que os centréis en los guiones más que en el teatro. La razón de ello es que en el teatro los diálogos suplen mucho del trabajo del narrador, por lo que a veces explican y describen cosas de manera forzada. Forzada para la narrativa, se entiende; en el teatro esos diálogos funcionan a la perfección por el pacto que establecen los espectadores con el medio artístico. Los guiones, al contar con la imagen para apoyar el diálogo, suelen ser más sucintos y contenidos, resultando más adaptables para la literatura.

6. Evitar las explicaciones:

Es habitual en el teatro y en los textos escritor por principiantes que los diálogos den información al lector que los personajes ya conocen. Por ejemplo, cuando en fantasía se explican como funciona el mundo o cuando en la vida real se cuentan el pasado común a modo de recuerdo. Lo cierto es que resulta mucho más natural que los personajes se hablen con sobrentendidos y sea el lector el que tenga que colocar las piezas del puzle que faltan. Recordemos que estamos en narrativa, si necesitamos transmitir esa información, podemos usarlo empleando el narrador que será, siempre, el principal motor de la historia.

7. Que sean diálogos que caractericen al personaje por contenido más que por la forma:

Tener personajes tartamudos o con un determinado acento o con una muletilla recurrente nos ayudará a que el lector los identifique en seguida cuando se pongan a hablar. Sin embargo, si esa es la única técnica que empleamos para caracterizarlos, nos encontraremos con personajes huecos y superficiales. La manera de hablar de un personaje debe reflejar en cierta medida cómo es ese personaje. Pero no por la forma en la que habla, sino por lo que dice. Os recomiendo poner el peso en la información que transmite y la que no más que en el modo en el que lo hace.

8. Evita los saludos y las despedidas:

La mayoría de las veces podremos ahorrarnos los saludos y las despedidas en los diálogos narrativos porque serán cosas que diga el narrador. Es más, os recomiendo resumir con el narrador las partes del diálogo que no resultan interesantes para la trama y lo que estamos contando. Imaginad que queremos recalcar que un persona es muy pesado. En lugar de copiar un diálogo entero, podemos usar el narrador para llegar a la parte importante, escribiendo por ejemplo: Después de veinte minutos de minuciosas descripciones acerca de sus vacaciones, Juan por fin dijo… Y ahí empezaría el verdadero diálogo. Lo mismo sucede con los diálogos y las despedidas, aunque al comienzo nos cueste mucho deshacernos de ellos cuando estemos escribiendo.

Espero que estos consejos os hayan sido útiles y que os hayan generado algo de curiosidad por investigar y prestar atención a los diálogos de otros escritores cuando estéis leyendo.

¿Quieres escribir?

Online

Relato Breve

Relato Medio
Más información
Inicio: 23 de Abr
Convocatoria abierta
Online

Escribir para Teatro

Dramaturgia Medio
Más información
Inicio: 23 de Abr
Convocatoria abierta

Acerca de los autores

Alejandro Marcos, fotografía de Isabel Wagemann- IMG2-675

Alejandro Marcos

Coordina el Itinerario Centauros más allá de Orión de literatura fantástica, ciencia ficción y terror, en el que imparte clases desde hace casi diez años. Ha publicado las novelas fantásticas El final del duelo, Vendrán del este (ambas con Orciny Press) y Cástor y Pólux (con Ediciones el Transbordador). En enero de 2024 la novela de terror La hora de las moscas con Plaza & Janés. Además ha participado en varios manuales de escritura de Páginas de Espuma y en varias antologías de relato fantástico.

Más información
Jorge Corrales, escritor - fotografía de Nines Mínguez -IMG570

Jorge Corrales

Licenciado en Filología Hispánica y diplomado en Guion por la ECAM. En los últimos años ha desarrollado su actividad como escritor en redes sociales, donde acumula decenas de miles de seguidores. Cada viernes, los relatos que publica en su perfil personal se convierten en historias virales en Twitter. Autor de las novelas Las chicas del muro (Ediciones B) y El escritor y la espía (Planeta).

Más información
Lara Coto, profesora de Escritura Creativa para Adolescentes en Escuela de Escritores - IMG570 - fotografía de Ático26

Lara Coto

Lara es la coordinadora del Departamento de Atención al Alumno. Forma parte del equipo de Escuela de Escritores desde 2017, donde se ha formado en cursos de Escritura Creativa, Relato Breve y Proyectos Narrativos. Desde 2021 imparte clases de Escritura Creativa para jóvenes y adultos. Estudió Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid.

Más información
Lucía Emmanuel, profesora de Escuela de Escritores - IMG300 - fotografía de Ático 26

Lucía Emmanuel

Licenciada en Física y Máster en Cultura Científica e Innovación. Forma parte del equipo de Escuela de Escritores en el área de Informática. Imparte un Laboratorio de metáforas y fue alumna de la IX Promoción del Máster de Narrativa de Escuela de Escritores. En 2019 participó en el curso europeo de formación de profesorado de la EACWP. En 2021 publicó su primer poemario, Muro con buganvilla, con la editorial Amargord, reeditado en 2024 por Buenos Aires Poetry.

Más información
Chiki Fabregat, fotografía de Isabel Wagemann- IMG2-675

Chiki Fabregat

Coordina el departamento de Literatura Infantil y Juvenil de la Escuela de Escritores. Ha publicado más de una docena de libros para infancia y adolescencia, entre los que destacan El cofre de Nadie, premio Gran Angular 2021, Recuérdame por qué he muerto, premio Torre del Agua 2023 o Un hada con el ala rota. También ha publicado, con la editorial Páginas de Espuma y Escuela de Escritores el manual Escribir Infantil y Juvenil.

Más información

Más información

Error: Formulario de contacto no encontrado.

Más información curso

    Compartir en