La vara de medir el éxito

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Escrito por: ALEJANDRO MARCOS

Ayer tuve una conversación un poco frustrante con un conocido que cuestionaba el trabajo de la escritura. Me venía a decir que él no veía justo, por ejemplo, que J. K. Rowling siguiera cobrando los derechos de Harry Potter durante tanto tiempo por algo que había escrito hacía mucho y que ahora solo se pudiera dedicar a sentarse y ya está.

Blog de escritura de Escuela de Escritores, con Lara Coto, Alejandro Marcos, Chiki Fabregat, Jorge Corrales y Mariana Torres

En esa reflexión estaba absolutamente todo mal. Sobre todo porque la argumentaba con que los futbolistas (sí, amigas) ganaban mucho, pero solo mientras jugaban, que no cobraban por partidos pasados. Todo mal.

Primero, porque no estaba queriendo ver, de verdad que no quería, la cantidad de trabajo que supone escribir un libro. Segundo, porque me estaba comparando dos ejemplos totalmente diferentes. El fútbol y la escritura se parecen únicamente en que pueden pertenecer al mundo del entretenimiento. Y, por último, porque me hablaba de casos excepcionales. ¿Cuántos escritores hay entre las personas más ricas de este país?, ¿y cuántos futbolistas? Por supuesto todos sabemos de qué futbolistas hablamos, no me refiero en ningún momento a todos y todas las que se dedican a ese deporte más allá de la primera división. Pero no quiero hablar de fútbol (entre otras cosas porque podría ser como si hablara de física avanzada), no creo que sea una comparación justa ni que sirva para nada. Me gustaría hablar del esfuerzo y del éxito y, sobre todo, de cómo lo percibimos hoy en día.

En literatura, y en la mayoría de las artes, el 80% del resultado final depende del trabajo, del duro trabajo. Es maquinaria que se queda en la sombra, donde se debe quedar, y que no cuenta aparentemente a la hora de la presentación de la obra final. Esto lo escribo yo fácilmente, esto lo pinto yo sin problema, esto lo canto yo si me pongo. La gente muchas veces no tiene en cuenta los codos que hay detrás de una novela o de un cuento. La de horas invertidas, a veces frustradas, solo por mover una coma o cambiar una palabra para que no haga cacofonía. Eso cuenta.

Escribir no es sentarse delante del ordenador y trascribir lo que vamos viendo en nuestra cabeza. Desconfía siempre de los que dicen que se limitan a escribir lo que los personajes hacen o dicen. ¿Qué clase de historia es esa?, ¿puede haber alguien con la intuición tan desarrollada como para captar de manera inconsciente un tema y ejemplificarlo en unos personajes que se desarrollen solos? La probabilidad está ahí, ¿no?, como la de los monos con la máquina de escribir.

Pero todo ese tiempo invertido, todo ese esfuerzo, ¿para qué si luego no va a venir el éxito? No me gusta que mis amigos me presenten como ‘el escritor’ porque parece que automáticamente tienes que justificarte porque no conozcan tu nombre: «publico en una editorial pequeña, estoy empezando, tengo solo dos libros publicados». O tienes que aguantar los consejos de gente que no sabe nada del mundillo, que ni siquiera leen nunca: «¿Por qué no te presentas a concursos?, ¿has probado a enviarlo a editoriales?» Y toca sonreír y ponerte de mala leche por dentro. También hay que aguantar las miradas condescendientes, las que parecen decir: «Otro escritor más. Tan bueno no serás si publicas en una editorial pequeña. Si no te conozco, es que eres un fracasado». Me gusta mucho más que me presenten como profesor, la verdad, porque la gente ahí se cree que tiene menos derecho a opinar (cuando no lo tienen en ningún caso) y yo tengo que gastar menos fuerzas en justificarme. Siempre y cuando, evidentemente, no se mencione que mis clases son de Escritura Creativa. Ahí volvemos al mismo rollo de siempre y a tener que explicar que sí se puede aprender a escribir y justificarme para que no piensen que soy una especie de gurú que vende humo y engaña a la gente para que se una a mi secta.

El caso es que hoy en día todo el mundo piensa que si te dedicas a la escritura tiene que ser porque aspiras a convertirte en multimillonario vendiendo tus libros. Evidentemente es algo a lo que no creo que nadie dijera que no si llegara el caso, pero si esas son tus aspiraciones únicas para escribir, probablemente acabes mal. Todo viene, creo yo, por esa concepción americana de que si no tienes éxito es porque no te has esforzado lo suficiente o porque no eres suficientemente bueno. Que si no tienes éxito en algo, mejor poner tu tiempo en otra cosa. Parece que las cosas únicamente valen por el rédito que puedas sacarles. Y eso lleva, prácticamente de forma inevitable, contra una pared. ¿Cuál es el porcentaje de escritores que pueden vivir (ojo, vivir, ya no ser ricos) de lo que escriben en nuestro país? Prácticamente nulo. No creo que llegue al 5% de los escritores.

Creo que a esto también contribuye el mundo de las redes sociales y los medios de comunicación. Nos encantan las historias de gente salida de la nada, con problemas, pero que de golpe se convierten en estrellas. Nos comemos esas historias porque queremos ser esas personas. Por eso triunfan tanto programas como «La voz». Queremos éxito y, además, lo queremos rápido. ¿Qué es eso de estudiar unos cuantos años antes de escribir una novela?, ¿qué es eso de revisar la novela?, ¿qué es eso de que mi primera novela no se publique?, ¿qué es eso de que mi primera novela publicada no sea un éxito?

Las prisas nunca suelen ser buenas y al final del todo lo único que va a quedar es nuestro trabajo. ¿Por qué buscar el éxito sin estar preparado? Normalmente a esa gente le daría lo mismo alcanzarlo por escribir que por salir en una serie que por una canción. Pero si no hay trabajo detrás, si no se tienes las herramientas necesarias como para formarte un criterio propio, ese éxito está vacío, no tiene nada. Eso cuando se alcanza, claro.

Si estás escribiendo para ganar «La voz», no estás escribiendo, te estás lanzando contra un muro.

Acerca de los autores

Alejandro Marcos, fotografía de Isabel Wagemann- IMG2-675

Alejandro Marcos

Coordina el Itinerario Centauros más allá de Orión de literatura fantástica, ciencia ficción y terror, en el que imparte clases desde hace casi diez años. Ha publicado las novelas fantásticas El final del duelo, Vendrán del este (ambas con Orciny Press) y Cástor y Pólux (con Ediciones el Transbordador). En enero de 2024 la novela de terror La hora de las moscas con Plaza & Janés. Además ha participado en varios manuales de escritura de Páginas de Espuma y en varias antologías de relato fantástico.

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Chiki Fabregat

Coordina el departamento de Literatura Infantil y Juvenil de la Escuela de Escritores. Ha publicado más de una docena de libros para infancia y adolescencia, entre los que destacan El cofre de Nadie, premio Gran Angular 2021, Recuérdame por qué he muerto, premio Torre del Agua 2023 o Un hada con el ala rota. También ha publicado, con la editorial Páginas de Espuma y Escuela de Escritores el manual Escribir Infantil y Juvenil.

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Jorge Corrales

Redactor de nuestro canal de Twitter. Es Licenciado en Filología Hispánica y diplomado en Guion por la ECAM. En los últimos años ha desarrollado su actividad como escritor en redes sociales, donde acumula decenas de miles de seguidores. Cada viernes, los relatos que publica en su perfil personal se convierten en historias virales en Twitter. Entre 2012 y 2022 ha sido profesor de español y Escritura Creativa en la ciudad de Berlín.

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Lara Coto, profesora de Escritura Creativa para Adolescentes en Escuela de Escritores - IMG570 - fotografía de Ático26

Lara Coto

Lara es la coordinadora del Departamento de Atención al Alumno. Forma parte del equipo de Escuela de Escritores desde 2017, donde se ha formado en cursos de Escritura Creativa, Relato Breve y Proyectos Narrativos. Desde 2021 imparte clases de Escritura Creativa para jóvenes y adultos. Estudió Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid.

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Mariana Torres, profesora del Máster de Narrativa en Escuela de Escritores - IMG570 - fotografía de Gaby Jongenelen

Mariana Torres

Nació en Brasil en 1981, y reside en Madrid. Es diplomada en Guion por la ECAM y forma parte de Escuela de Escritores, donde imparte clases desde 2004. Su libro de relatos, El cuerpo secreto, fue publicado en Páginas de Espuma en 2015. Como escritora forma parte del proyecto CELA (2017-2019) y de la lista Bogotá 39 seleccionada por el Hay Festival (Bogotá39-2017).

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