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Escrito por: ALEJANDRO MARCOS
Tengo una manía. Bueno, aquellos que sigáis mis artículos periódicamente sabréis que tengo muchas manías, en realidad. Pero tengo una manía con la planificación de los proyectos que escribo. Cuando me encuentro en medio de la planificación, suelo buscar algunos libros que me recuerden al proyecto de alguna manera y los coloco junto al escritorio donde suelo escribir.
Algunos de esos libros tienen relación con el tema del que trata mi proyecto, otros trabajan un estilo similar al que me gustaría lograr en el libro, o una estructura parecida a la que yo acabo de planificar, son del mismo género, etc. Todos esos libros que coloco junto al ordenador son libros que ya he leído. Estos libros no son de «documentación», sino que son libros de apoyo.
Por supuesto, siempre que comienzo un proyecto me dejo aconsejar sobre libros que puedan hacerme bien y que amigos cercanos, lo suficientemente cercanos como para que haya hablado con ellos de mi proyecto, me hayan recomendado. Esas lecturas me sirven para aportar algún punto de vista nuevo, un aire fresco, hacia el proyecto que estoy escribiendo. Descubrir esos ambientes diferentes en ocasiones me ha salvado de algún bloqueo.
Pero, como decía, esos no son los libros de los que os quiero hablar esta semana, sino de los otros, los de apoyo. Y digo apoyo porque la mayoría de las veces no vuelvo a leer esos libros. Tenerlos cerca mientras escribo me ayuda como una especie de talismán (un poco absurdo). Leer los títulos de los libros de vez en cuando hace que recuerde al momento exactamente qué era lo que quería lograr con el proyecto en cuestión. Digamos que me sirven de guía, de brújula. Sé que es algo psicológico, por supuesto, pero a mí me funciona. Igual que me funcionaba creer que mi padre aún sostenía la bicicleta cuando me enseñó a andar en bici sin ruedines. Y funciona igual.
Quizás os preguntéis, quizás no y solo estéis pensando que soy un pesado que solo habla de las manías que tiene mientras escribe; quizás os preguntéis, decía, por qué no suelo releer esos libros. Bueno, la respuesta es muy sencilla: un libro nunca es igual cuando se vuelve a releer. Lo que yo quiero transmitir a mis proyectos son las sensaciones que me provocaron cuando los leí por última vez. Releer alguno de esos libros quizás me haga darme cuenta de que, en realidad, mi mirada no estaba tan atenta como yo creía. Puede que descubra otras cosas, pero también puede que esas cosas no sean adecuadas para el proyecto, que me alejen de él. Y eso está bien que me pase con lecturas nuevas si no encajan en las expectativas que me había hecho de ellas, pero no con relecturas. Una relectura fallida resta, le quita precisión a esa brújula, mientras que una lectura nueva, si falla, simplemente deja de sumar.
Soy de la opinión de que no puedes leer dos veces el mismo libro, igual que no puedes bañarte dos veces en el mismo agua. Es evidente que el libro en sí mismo no ha cambiado nada, pero nosotros sí lo hemos hecho. Supongo que habréis escuchado muchas veces eso de que hay libros para momentos determinados de la vida y yo estoy de acuerdo. Muchos libros que disfruté cuando era más joven, antes de que aprendiera técnicas narrativas, ahora me provocarían rechazo. Y no pienso hacerle eso a mi yo lector. Esas lecturas se quedarán ahí, recordadas con cariño y guardando las sensaciones que me provocaron.
Siempre hay excepciones, por supuesto, y a veces, incluso, un libro al que no le encontramos nada la primera vez que nos acercamos a él, nos engancha y nos encanta al intentarlo de nuevo. También hay determinados autores que tienen una conexión contigo y sabes que algunos de sus libros siempre van a caer en lugar seguro. Es lo que me pasa a mí con Carmen Martín Gaite, por ejemplo, y siempre vuelvo a ella cuando me encuentro desencantado de otras lecturas o atascado con mis proyectos. Nunca me ha fallado una relectura de ella y sé que es un valor seguro para mí. Leerla hace que me parezca sencillo, lo más sencillo del mundo, escribir mis propias historias.
Otra razón, además de la nostalgia, que hace que pocas veces vuelva a leer un libro, es la pila de pendientes y el poco tiempo disponible para leer. Ya es triste (y duro) aceptar que no voy a poder leer todo lo que quiero leer a lo largo de mi vida, como para encima releer libros que quizás no voy a disfrutar de la misma manera. Sé que suena como si hubiera convertido la lectura en una acumulación, en una cantidad (ejem, retos de lectura), pero en realidad es más descubrimiento y disfrute. Aún tengo que aprender a dejar libros a medias, pero de esa manía ya os hablaré otra semana con más calma.
Dicen que al lugar al que fuiste feliz no has de volver, pero yo añado que tampoco al que te hizo infeliz. Si pocas veces releo libros que me gustaron, menos aún lo hago con aquellos que no lo hicieron. Y, ojo, no solo extiendo eso a libros, sino a autores. Es muy complicado que le dé una segunda oportunidad a algún autor que me haya roto el pacto con el lector o que haya hecho, por ejemplo, un deux ex machina. Hay demasiados libros por leer, demasiados autores que aún no conozco, como para andar dando oportunidades a quien, por un motivo o por otro, no acaba de conectar contigo.
No sé si vosotros tenéis alguna manía parecida o si sois de aquellos que al menos una vez al año lee su libro favorito (conozco unos cuantos). Me muero de curiosidad por saberlo. Creo que en esta ocasión he hablado de algo muy subjetivo y estoy convencido de que con cada lector habrá una respuesta diferente. Si os apetece, estaré encantado de leer vuestra relación con la relectura en los comentarios.
Coordina el Itinerario Centauros más allá de Orión de literatura fantástica, ciencia ficción y terror, en el que imparte clases desde hace casi diez años. Ha publicado las novelas fantásticas El final del duelo, Vendrán del este (ambas con Orciny Press) y Cástor y Pólux (con Ediciones el Transbordador). En enero de 2024 la novela de terror La hora de las moscas con Plaza & Janés. Además ha participado en varios manuales de escritura de Páginas de Espuma y en varias antologías de relato fantástico.
Más informaciónCoordina el departamento de Literatura Infantil y Juvenil de la Escuela de Escritores. Ha publicado más de una docena de libros para infancia y adolescencia, entre los que destacan El cofre de Nadie, premio Gran Angular 2021, Recuérdame por qué he muerto, premio Torre del Agua 2023 o Un hada con el ala rota. También ha publicado, con la editorial Páginas de Espuma y Escuela de Escritores el manual Escribir Infantil y Juvenil.
Más informaciónRedactor de nuestro canal de Twitter. Es Licenciado en Filología Hispánica y diplomado en Guion por la ECAM. En los últimos años ha desarrollado su actividad como escritor en redes sociales, donde acumula decenas de miles de seguidores. Cada viernes, los relatos que publica en su perfil personal se convierten en historias virales en Twitter. Entre 2012 y 2022 ha sido profesor de español y Escritura Creativa en la ciudad de Berlín.
Más informaciónLara es la coordinadora del Departamento de Atención al Alumno. Forma parte del equipo de Escuela de Escritores desde 2017, donde se ha formado en cursos de Escritura Creativa, Relato Breve y Proyectos Narrativos. Desde 2021 imparte clases de Escritura Creativa para jóvenes y adultos. Estudió Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid.
Más informaciónNació en Brasil en 1981, y reside en Madrid. Es diplomada en Guion por la ECAM y forma parte de Escuela de Escritores, donde imparte clases desde 2004. Su libro de relatos, El cuerpo secreto, fue publicado en Páginas de Espuma en 2015. Como escritora forma parte del proyecto CELA (2017-2019) y de la lista Bogotá 39 seleccionada por el Hay Festival (Bogotá39-2017).
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