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Escrito por: ALEJANDRO MARCOS
Siempre, los artículos, los coach y los talleres, ponen mucho hincapié en las palabras, en lo que se dice, de un texto literario. Sin embargo, conviene hacer también una pequeña reflexión y prestarle nuestra atención a lo que no se dice en un texto literario, esto es, a los silencios y a las elipsis.
Divido estos dos recursos porque, tal y como veremos más adelante, el silencio narrativo no es lo mismo que una elipsis.
Que no se hable tanto del silencio cuando uno está intentado enseñar a escribir a otra persona es algo normal. Como he dicho ya muchas veces, la palabra es la herramienta con la que construimos nuestras historias, es el material con las que las hacemos y, por tanto, es lo primordial.
Sin embargo, no debemos ignorar el hecho de que la ausencia de palabras es muy importante también. Del mismo modo que si no usáramos el silencio en música, o el vacío en pintura, no podríamos apreciar la obra en sí. La palabra es nuestra principal herramienta sin duda, pero el silencio debe ser otra importante y debemos ser siempre conscientes de su uso y de su aplicación en nuestros textos.
Para mí hay dos maneras principales de emplear el silencio en la literatura, tal y como he adelantado antes. La primera sería el silencio narrativo y la segunda la elipsis. No son las únicas formas de usar el silencio (después veremos otras más literales), pero sí que son las que más os van a servir y más resultados van a aportar a vuestra escritura.
Tanto el silencio narrativo como la elipsis se componen de acontecimientos, acciones o hechos que no narramos en nuestra historia. La elipsis, por tanto, será el recurso de composición consistente en eliminar de la narración determinadas acciones y no hacer mención a ellas de ninguna manera. Se debe emplear con acciones que son totalmente irrelevantes para lo que se está contando. Pensad que en todas las historias que habéis leído, la elipsis juega un papel importante a la hora de seleccionar las acciones que son relevantes para la trama y las que no. En la mayoría de casos, no se nos cuenta lo que hace un personaje desde que se levanta hasta que sale de casa por las mañanas o las vueltas que ha dado durante el sueño nocturno. Solo se hará mención a ello si es importante para lo que va a suceder después. Esa omisión de acciones, ese silencio, ayudará a los lectores a fijarse en lo realmente importante. En este caso, el silencio actuará como limpieza y orden, dará relevancia a lo que lo rodea. Si dentro de ese periodo de elipsis ha sucedido algo relevante, normalmente haremos uso del resumen para destacar esa información de entre el resto de acciones. Por ejemplo si no quiero contar lo que un personaje ha hecho desde que se ha levantado hasta que ha llegado al trabajo, pero quiero resaltar que come mucho, el narrador puede decir: «Llegó al trabajo a las nueve, después de meterse entre pecho y espalda dos huevos fritos, un plato de lentejas y un sándwich mixto».
El silencio narrativo es similar a la elipsis, pero con una pequeña diferencia. En el silencio narrativo también se obvian hechos en la narración, solo que, en este caso, aquello que no se cuenta es muy importante y muy relevante para la trama. A veces incluso es el propio centro de la trama y todo lo demás en la obra gravita en torno a eso. Un ejemplo actual sería el de la novela Caballo sea la noche de Alejandro Morellón. Es una novela que, por su estilo de narración puede parecer que peca de lo contrario al silencio, pero que, sin embargo, todo se estructura en torno al silencio, a lo que no se cuenta. Algo ha sucedido entre Alan y su padre, algo le ha dejado escrito su padre cuando se ha marchado de casa, pero llegamos a intuir lo primero y a nunca saber lo segundo. Todo eso, esa ausencia, es lo que vertebra toda la novela y provoca que eso que no sabemos cobre una fuerza y un protagonismo que atraiga al lector hacia ese centro como si fuera un agujero negro. Algo parecido sucede también en «El último encuentro» de Sandor Marai o «El guardián entre el centeno» de Salinger. Para que funcione esta herramienta es necesario que los demás elementos de la novela apunten a esa ausencia, la rodeen. En estos ejemplos el silencio narrativo es usado no para no distraer, sino para involucrar al lector, para generar tensión narrativa y para crear intriga.
Otro modo de sacarle partido al silencio, esta vez entendido de una forma literal, es a su uso entre los personajes o en los ambientes. Es decir, lo que los personajes no dicen o la ausencia de sonidos en el ambiente.
En los diálogos, como cualquier guionista o escritor de obras de teatro sabe, es tan importante lo que se dice como lo que no se dice. Los silencios en los personajes nos sirven, como en el ejemplo del silencio narrativo, para generar tensión y para involucrar al lector. Será el lector el que rellene esos huecos que dejan los personajes, haciendo que la historia, muchas veces, tenga varias interpretaciones en función de quién se acerque a ella.
El silencio ambiental puede ser usado para generar incomodidad en el lector, para crear la sensación de inquietud, de tensión o de soledad. Es una herramienta poderosa y variable que dependerá del resto de ambientación para dirigirse a una dirección o a otra. Lo más complicado de esta vertiente del silencio es saber crearlo sin resultar tópico. A los lectores no les basta con decir que había silencio, sino que tienen que sentirlo de alguna manera. Por ejemplo, es mucho más efectivo decir que en una cafetería se escuchaba el pasar de las páginas de un periódico que decir que había silencio.
Como habéis podido comprobar, el silencio en literatura puede emplearse de muchísimas maneras. Muchas más de las que hemos visto en este breve artículo, de hecho. Es interesante explorarlas y, sobre todo, ser conscientes de su existencia y uso para convertir el silencio en una herramienta a nuestro favor a la hora de que las historias que escribimos digan lo que queremos que digan y conmuevan en la dirección que queremos que lo hagan.
Coordina el Itinerario Centauros más allá de Orión de literatura fantástica, ciencia ficción y terror, en el que imparte clases desde hace casi diez años. Ha publicado las novelas fantásticas El final del duelo, Vendrán del este (ambas con Orciny Press) y Cástor y Pólux (con Ediciones el Transbordador). En enero de 2024 la novela de terror La hora de las moscas con Plaza & Janés. Además ha participado en varios manuales de escritura de Páginas de Espuma y en varias antologías de relato fantástico.
Más informaciónCoordina el departamento de Literatura Infantil y Juvenil de la Escuela de Escritores. Ha publicado más de una docena de libros para infancia y adolescencia, entre los que destacan El cofre de Nadie, premio Gran Angular 2021, Recuérdame por qué he muerto, premio Torre del Agua 2023 o Un hada con el ala rota. También ha publicado, con la editorial Páginas de Espuma y Escuela de Escritores el manual Escribir Infantil y Juvenil.
Más informaciónEs Licenciado en Filología Hispánica y diplomado en Guion por la ECAM. En los últimos años ha desarrollado su actividad como escritor en redes sociales, donde acumula decenas de miles de seguidores. Cada viernes, los relatos que publica en su perfil personal se convierten en historias virales en Twitter. Entre 2012 y 2022 ha sido profesor de español y Escritura Creativa en la ciudad de Berlín.
Más informaciónLara es la coordinadora del Departamento de Atención al Alumno. Forma parte del equipo de Escuela de Escritores desde 2017, donde se ha formado en cursos de Escritura Creativa, Relato Breve y Proyectos Narrativos. Desde 2021 imparte clases de Escritura Creativa para jóvenes y adultos. Estudió Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid.
Más informaciónNació en Brasil en 1981, y reside en Madrid. Es diplomada en Guion por la ECAM y forma parte de Escuela de Escritores, donde imparte clases desde 2004. Su libro de relatos, El cuerpo secreto, fue publicado en Páginas de Espuma en 2015. Como escritora forma parte del proyecto CELA (2017-2019) y de la lista Bogotá 39 seleccionada por el Hay Festival (Bogotá39-2017).
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