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Escrito por: ALEJANDRO MARCOS
Me vais a permitir que comience esta entrada hablando un poco de mí mismo. Os prometo que tiene relación con el tema.
Desde enero me encuentro en un proceso de revisión (el primero de mil) de mi nueva novela. Durante este proceso estoy aprendiendo mucho, mayormente de la importancia de planificar (ya os hablaré de eso otro día), sobre todo cuando tienes entre manos una novela de 700 páginas.
Entre todas esas cosas que estoy aprendiendo, hoy quiero hablaros de la dosificación de la información a lo largo de la novela.
Os cuento: el argumento de mi novela se basa en dos conspiraciones entrelazadas. Es decir, que al principio asistimos a una a nivel pequeño que en realidad tapa otra conspiración mucho más grande. Hasta ahí bien. Lo he hecho adrede para ir presentando poco a poco un mundo muy amplio, se trata de fantasía épica, y a los nueve personajes narradores.
La cosa es que entre la primera conspiración y la segunda, la información que van descubriendo los personajes tiene que ir dosificándose de manera gradual para que el lector se vaya enterando de lo que pasa poco a poco, sin sorpresa final, y a la vez el argumento vaya avanzando hasta colocar a los personajes en el punto en el que quiero que se encuentren al final de la novela. Y ha sido una locura. No me malinterpretéis, disfruto con estas torturas como un niño (yo mismo) en una tienda de material de oficina, pero ha sido agotador. Nadie dijo que fuera fácil.
Con todo esto, he llegado a una serie de conclusiones sobre las maneras en las que un personaje puede conocer determinada información y la necesidad o no de incluirlas en la novela, que es en realidad lo que quiero contaros.
No toda la información que recibe un personaje es igual de relevante y, por lo tanto, no debe tratarse de la misma manera en la historia. El lector debe tener muy clara únicamente la información vital para el desarrollo del argumento y de la trama, mientras que le debe sonar lo que sea de menor importancia y simplemente debe conocer de oídas lo que sea superfluo. Clasifiqué la información de mi novela en cuatro tipos: datos importantes, datos relevantes, datos complementarios y superfluos. No es una clasificación académica y el uso que yo le he dado me ha servido como guía, aunque puede que a otros no os funcione igual.
Llegué a la conclusión de que los datos superfluos solo debían aparecer una vez en la novela y únicamente si su aparición tenía una finalidad narrativa adicional (por ejemplo ambientar) y no entorpecía la transmisión de otros datos. Preferiblemente, deben aparecer en resúmenes.
Los datos complementarios pueden aparecer más de una vez, pero, si lo hacen, es preferible que no sea siempre en escenas. Las escenas son importantes para la transmisión de información porque son el recurso narrativo que mejor se fija en la memoria y en la mente del lector. Un dato complementario es importante que la primera vez aparezca con una escena para que el lector identifique la información, pero el resto de veces puede aparecer en resúmenes con la finalidad de refrescar el dato.
Aquí yo lo tenía fácil. Al tener tantos personajes narradores, podía narrar con una escena el primer momento en el que aparecía la información y resumir las partes en las que ese dato iba pasando de personaje a personaje.
Los datos relevantes son parecidos a los complementarios, pero pueden aparecer en varias escenas. Por ejemplo si dos personajes llegan a conocer la misma información de manera separada. Estos datos quedarán mejor fijados en la mente del lector.
Por último, los datos importantes son la base sobre la que se sustentan el argumento y la trama. Es información vital y, como tal, debe aparecer mencionada muchas veces a lo largo de la novela. En escenas y en resúmenes. Son las reglas con las que trabajaremos en la historia.
Vale, ya tengo hecha una tabla en la que más o menos he organizado la frecuencia de aparición de la información, pero, ahora, ¿cómo hago llegar esa información al personaje y al lector?
Si a lo largo de una novela un personaje va desentrañando un misterio solo mediante conversaciones, por ejemplo, lo más probable es que el lector se haya aburrido al quinto interrogatorio. Es importante ir alternando estos métodos que veremos a continuación para dar dinamismo y diversidad al texto.
En mi caso concreto eso no era tan importante porque no todas las setecientas páginas están dedicadas a la resolución de la conspiración, sino que hay muchas escenas de acción y algunas de distensión y anticlímax.
El método principal por el cual un personaje puede conocer algo es presenciarlo o vivirlo. Yo lo he llamado «acción». Es decir, el personaje participa de los hechos que conoce. En mi novela, por ejemplo, uno de los narradores sabe que otro personaje principal ha perdido sus poderes porque presencia cómo se los arrebatan. Es la más visual porque el lector también «presencia» lo que pasa.
Del mismo modo, otro de los más importantes es la conversación. Este es el método principal que emplean los detectives para conocer qué ha pasado en las novelas negras. Es el más sencillo y debemos intentar que si aparecen varias conversaciones con información relevante, le demos a cada una de ellas un toque singular que las diferencie y que haga que el lector distinga la información importante de la que no lo es. Cuanto más visual sea la conversación, más fácil será que el lector retenga los datos.
Por último, el personaje también puede conocer información mediante la escritura. Aquí podemos reproducir el documento que ha leído el personaje o simplemente dejar que el narrador haga un resumen seleccionando lo importante. Todo depende de la importancia de la información. Aquí hablamos de cartas, correos electrónicos, archivos de ordenador, artículos de periódico, libros, etc. Es el método menos visual, por lo que recomiendo su uso para información que no sea demasiado relevante.
Mediante la combinación de métodos y la frecuencia en la aparición de los datos, tenemos que llegar al punto ideal que necesita nuestra historia. Por supuesto, en un relato no serán necesarias tantas repeticiones como en una novela; del mismo modo, en una novela que no sea de misterio o en la que no haya que descubrir nada, lo más probable es que no tengamos que emplear todos los métodos que hemos visto. Lo importante es saber manejar cada uno de los recursos y poder adaptarlos a la historia que estemos escribiendo.
Coordina el Itinerario Centauros más allá de Orión de literatura fantástica, ciencia ficción y terror, en el que imparte clases desde hace casi diez años. Ha publicado las novelas fantásticas El final del duelo, Vendrán del este (ambas con Orciny Press) y Cástor y Pólux (con Ediciones el Transbordador). En enero de 2024 la novela de terror La hora de las moscas con Plaza & Janés. Además ha participado en varios manuales de escritura de Páginas de Espuma y en varias antologías de relato fantástico.
Más informaciónCoordina el departamento de Literatura Infantil y Juvenil de la Escuela de Escritores. Ha publicado más de una docena de libros para infancia y adolescencia, entre los que destacan El cofre de Nadie, premio Gran Angular 2021, Recuérdame por qué he muerto, premio Torre del Agua 2023 o Un hada con el ala rota. También ha publicado, con la editorial Páginas de Espuma y Escuela de Escritores el manual Escribir Infantil y Juvenil.
Más informaciónEs Licenciado en Filología Hispánica y diplomado en Guion por la ECAM. En los últimos años ha desarrollado su actividad como escritor en redes sociales, donde acumula decenas de miles de seguidores. Cada viernes, los relatos que publica en su perfil personal se convierten en historias virales en Twitter. Entre 2012 y 2022 ha sido profesor de español y Escritura Creativa en la ciudad de Berlín.
Más informaciónLara es la coordinadora del Departamento de Atención al Alumno. Forma parte del equipo de Escuela de Escritores desde 2017, donde se ha formado en cursos de Escritura Creativa, Relato Breve y Proyectos Narrativos. Desde 2021 imparte clases de Escritura Creativa para jóvenes y adultos. Estudió Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid.
Más informaciónNació en Brasil en 1981, y reside en Madrid. Es diplomada en Guion por la ECAM y forma parte de Escuela de Escritores, donde imparte clases desde 2004. Su libro de relatos, El cuerpo secreto, fue publicado en Páginas de Espuma en 2015. Como escritora forma parte del proyecto CELA (2017-2019) y de la lista Bogotá 39 seleccionada por el Hay Festival (Bogotá39-2017).
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