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Escrito por: ALEJANDRO MARCOS
Ya hemos hablado varias veces en el blog de la diferencia entre el proceso de escribir y el de corregir un texto. Podríamos decir, incluso, que el escritor debe convertirse en dos personas diferentes durante su trabajo. Cuando se comienza, de hecho, es aconsejable realizar la visualización de estas dos personalidades para que no se interfieran y no se bloqueen el uno al otro. Hoy me gustaría hablaros un poco de esa diferencia, pero no enfocada a consejos y modos de corregir o de escribir, sino desde un punto de vista personal. Es decir, hablaremos del escritor, no del texto, durante el proceso de escritura y durante el de corrección.
Y es que, como bien dice el título de la entrada, el único consejo que os puedo dar en este aspecto es que escribáis soñando y que corrijáis despiertos. Esto que ha quedado perfecto para poner en una taza con tipología de Mr. Wonderful, tiene su razón de ser y su enjundia.
Durante la escritura, el estado ideal del escritor es aquel en el que entra en la zona (si no sabes lo que es, te hablaba de ello en este artículo), aquel en el que como personas dejamos de percibir de forma directa nuestro alrededor y nuestra consciencia se traslada a la mente, a la imaginación. Cuando dejamos de ser conscientes del proceso mecánico de escribir, es decir, que no sentimos que estamos tecleando, ni escuchamos el zumbido del ventilador del ordenador. Por supuesto, para lograr esto se necesita un nivel alto de concentración para el que es muy recomendable no tener distracciones cercanas. O tener una capacidad tal de abstracción que te permita concentrarte en un café, en el metro o en medio de un concierto de rock.
Con todo lo que os he dicho, no es difícil imaginar que este estado máximo de concentración se parece mucho al estado del sueño. En el sueño, sin embargo, no somos nosotros los que dominamos lo que vemos, sino que viene creado por nuestro subconsciente y nosotros lo padecemos o lo vivimos. En realidad, se parecería más a la ensoñación, aunque claro, entonces el título no me hubiera quedado tan pegadizo. La ensoñación sigue sin ser del todo consciente, seguimos sin controlarla del todo, mientras que la escritura siempre va a necesitar de un pensamiento racional que la guíe.
Es verdad que en el momento de la escritura es muy recomendable dejarse llevar por la intuición, pero debemos encontrar un equilibrio que haga que podamos llevar la historia por dónde queramos y que, a la vez, tengamos del todo abierta la puerta a la imaginación, la intuición y la inspiración. Si nos dejamos llevar del todo por la imaginación, es probable que escribamos mucho, pero que lo que escribamos no presente una coherencia interna. Y eso puede funcionar cuando se están escribiendo relatos, pero es peligroso cuando se escribe una novela, porque es difícil de redireccionar. De todos modos, este es el momento en el que debemos (con mayúscula si queréis) dejar volar la imaginación. No es el momento para estar encima de lo que escribimos. Ya llegará el corrector para ello. Es el momento de disfrutar y de dormir, que ya sonará el despertador.
Efectivamente, tal y como se intuye del símil, después del sueño llega el momento del despertar; es decir, después de la escritura, llega el momento de la corrección. La corrección, al contrario que la escritura, necesita que el escritor esté con todos sus sentidos alerta y enfocados en lo que ya se ha escrito. Es, o debe ser, siempre a posterior y, de ser posible, es recomendable realizarla en otro momento diferente al de la escritura. Cuanto más tiempo haya pasado, más notaréis los problemas del texto, aunque cuanto más cercano lo tengáis, mejor vais a poder tomar decisiones cuando haya que cambiar algo.
En este momento del proceso no es recomendable dejarse llevar, ni que la intuición tome el camino. Las decisiones que toméis, lo que sucede en la historia, debe ser el resultado de las decisiones que hayáis tomado como escritores. Ahora es el momento de revisar teniendo en cuenta la planificación y lo que se quiere alcanzar con el texto.
Sé que cuesta mucho encontrarse con algo con lo que hemos disfrutado mucho al escribir y que, conscientemente, no acabe de funcionar en la historia. No tiene que ser, necesariamente, porque esté mal escrito, simplemente puede que el personaje no sea coherente o que la acción descrita lance la trama hacia un lugar que no os interese en absoluto. En esos momentos debe prevalecer, siempre, la opinión del corrector. Poco a poco debemos entrenar la capacidad de alejarse y separarse del texto, el no ser perezosos y trabajar. De hecho, considero que el verdadero trabajo de un escritor está en la corrección. Es donde se ve la fuerza y las ganas por buscar una palabra exacta o acabar de cuadrar un párrafo díscolo. Sentarse a escribir, sin corregir, llenando cuartillas, no es del todo escribir. Esos textos sin revisar no suelen ser comprensibles para los demás y, al final, por mucho que nos duela, la finalidad de la escritura es que otro lea. Aunque nunca pensemos en publicar, ese otro puedes ser tú mismo en el futuro.
Y a ello puede ayudar el concebir la escritura y la corrección como dos caras de la misma moneda. Igual que no reaccionamos de la misma manera en la realidad o en el sueño ante el mismo acontecimiento. Al final, la decisión verdadera, la acción que cuenta, es la que tomamos estando despiertos. No podemos vivir despiertos de la misma manera que lo hacemos soñando ni podemos llamar vivir a pasar todo el tiempo soñando (ni podemos vivir sin dormir).
Como veis, las dos actividades se completan y se complementan, igual que el sueño y la vigilia son necesarias para que vivamos con normalidad. Si queremos que nuestro texto no enferme, debemos actuar con consecuencia y dedicar el tiempo adecuado para cada una de las actividades.
Coordina el Itinerario Centauros más allá de Orión de literatura fantástica, ciencia ficción y terror, en el que imparte clases desde hace casi diez años. Ha publicado las novelas fantásticas El final del duelo, Vendrán del este (ambas con Orciny Press) y Cástor y Pólux (con Ediciones el Transbordador). En enero de 2024 la novela de terror La hora de las moscas con Plaza & Janés. Además ha participado en varios manuales de escritura de Páginas de Espuma y en varias antologías de relato fantástico.
Más informaciónCoordina el departamento de Literatura Infantil y Juvenil de la Escuela de Escritores. Ha publicado más de una docena de libros para infancia y adolescencia, entre los que destacan El cofre de Nadie, premio Gran Angular 2021, Recuérdame por qué he muerto, premio Torre del Agua 2023 o Un hada con el ala rota. También ha publicado, con la editorial Páginas de Espuma y Escuela de Escritores el manual Escribir Infantil y Juvenil.
Más informaciónRedactor de nuestro canal de Twitter. Es Licenciado en Filología Hispánica y diplomado en Guion por la ECAM. En los últimos años ha desarrollado su actividad como escritor en redes sociales, donde acumula decenas de miles de seguidores. Cada viernes, los relatos que publica en su perfil personal se convierten en historias virales en Twitter. Entre 2012 y 2022 ha sido profesor de español y Escritura Creativa en la ciudad de Berlín.
Más informaciónLara es la coordinadora del Departamento de Atención al Alumno. Forma parte del equipo de Escuela de Escritores desde 2017, donde se ha formado en cursos de Escritura Creativa, Relato Breve y Proyectos Narrativos. Desde 2021 imparte clases de Escritura Creativa para jóvenes y adultos. Estudió Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid.
Más informaciónNació en Brasil en 1981, y reside en Madrid. Es diplomada en Guion por la ECAM y forma parte de Escuela de Escritores, donde imparte clases desde 2004. Su libro de relatos, El cuerpo secreto, fue publicado en Páginas de Espuma en 2015. Como escritora forma parte del proyecto CELA (2017-2019) y de la lista Bogotá 39 seleccionada por el Hay Festival (Bogotá39-2017).
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