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Escrito por: ALEJANDRO MARCOS
¿Os acordáis dónde lo dejamos? Exacto, ya habíamos superado la sexta etapa del viaje (las pruebas, los aliados, los enemigos) en mi particular periplo en torno a la escritura de este artículo, y me disponía a lanzarme de cabeza a la aventura (si no sabéis de qué estoy hablando, pinchad aquí para leer la primera parte del viaje).
Pues bien, la séptima etapa es, por supuesto, La aproximación a la caverna más oscura. Llegado este punto, nos acercamos al lugar que encierra el máximo peligro. A menudo se encuentra bajo tierra, custodiado por guardianes de lo más variopintos, a cada cual más peligroso, pero en el caso de un escritor que ha de enfrentarse a un nuevo desafío literario, bien podría ser ese espacio innombrable y funesto que conocemos como la página en blanco. De modo que aquí estoy, frente a mi portátil, sudando a chorros en una calurosa tarde de agosto, atento al parpadeo de la barra del procesador de textos sin tener la más remota idea de cómo empezar. Este espacio vacío que se expande ante mí es el cuartel general de mi mayor enemigo, que no es otro que el crítico que todos llevamos dentro, al que imagino como un tipo delgaducho vestido con traje negro de enterrador, gafas de pasta, y una pequeña verruga purpura en la parte superior izquierda de la nariz. Por tanto, no me queda más remedio que detenerme ante las puertas del enclave más peligroso del mundo especial para plantear mi estrategia, y llevar a cabo los preparativos previos a la entrada de la caverna (es decir, pensar qué voy a escribir, cuáles son las ideas fundamentales del texto, la estructura…), con objeto de asimilar el enfrentamiento con la muerte (ya sea real o metafórica) o un peligro supremo.
La siguiente etapa es La odisea (o calvario). Como ya podréis imaginar, supone un «momento negro» para la audiencia, que se pregunta si el héroe logrará sobrevivir al enfrentamiento con las fuerzas malvadas de la caverna. Es cuando, tras más de cuatro días dándole vueltas al artículo, y después de haber escrito diez mil palabras infumables sobre el viaje del héroe, tiro la toalla. Vuelvo a estar frente al portátil. El sudor ya ha empapado mi camiseta de Linterna Verde, noto las gotas resbalándome por la espalda y goteando al suelo, y conforme leo en voz alta las líneas que llevo escritas, me vengo abajo. Se me oscurece el semblante. Siento las manos huesudas del crítico cerrándose en torno a mi garganta, me retuerce el pescuezo, y tras llamarme impostor e inútil media docena de veces, cierro el portátil con todas mis fuerzas. Estoy hundido. No me quedan ánimos para continuar, ya está, se acabó, me rindo. Se trata de un momento crítico de la historia, una odisea en la que el héroe muere o parece morir para que pueda renacer un poco más adelante.
Pero, como podréis imaginar, sobrevivo al calvario. Pese a que he estado a punto de desistir, se me ha ocurrido una idea lo suficientemente original como para hacer frente al desafío. Al igual que le ha ocurrido a cientos de escritores a lo largo de la historia, mi subconsciente me salva el cuello en el último momento, ya que he colocado el libro El viaje del escritor, de Christopher Vogler sobre mi escritorio, junto a una foto donde aparezco haciendo parapente. Al ver ambas imágenes solapadas, mi mente ha hecho clic. «¿Y si utilizara mi propia experiencia para explicar el viaje del héroe?» «Quizá no sea una idea brillantísima, pero podría valer… Sí, sí, sigue por ahí», y de ese modo, casi al borde del fracaso, consigo superar la odisea, y obtengo La recompensa (apoderarse de la espada). Esta es la novena etapa del viaje. Habiendo sobrevivido a la muerte, vencido al dragón, o matado al minotauro, el héroe y sus compañeros están de enhorabuena. Por fin consiguen el tesoro que, en mi caso, es el borrador del texto que estáis leyendo en vuestras pantallas.
La aventura, sin embargo, no ha terminado. La décima etapa es El camino de Regreso. Estamos a las puertas del tercer acto. Por fin tengo el borrador, solo tengo que maquetarlo y listo, pero una parte de mí mismo no está satisfecha con el artículo. El crítico vuelve a hacer acto de presencia. Me hostiga de camino a casa para que destruya todo lo que he escrito, repite una y otra vez que es una porquería, y casi sin querer nos enzarzamos en una persecución a vida o muerte por las calles de Alicante. Quiere que le entregue el borrador a toda costa, hacerlo trizas, y sé que no me dejará en paz hasta que lo consiga. Algunas de las mejores escenas de persecución se inician en este momento, cuando el héroe debe huir e iniciar el camino de regreso al mundo ordinario. Lo persiguen las fuerzas del mal, importunadas por la pérdida de la espada, elixir o tesoro. En esta etapa, me doy cuenta, además, de que tengo que dejar atrás el mundo especial tal y cómo lo conocía. Descubro que la escritura no es tan divertida como pensaba, en el mundo artístico no es todo jolgorio y fantasía; también exige trabajo, esfuerzo y compromiso.
Así que consigo huir y por fin llego a casa. Enciendo el portátil dispuesto a terminar el encargo, abro el archivo para darle los últimos retoques y descubro que el documento está en blanco. No hay ni una sola palabra escrita. Nada. Todo se ha borrado y no había hecho ninguna copia de seguridad. En ese preciso instante, reaparece el crítico dispuesto a machacarme. «Ni siquiera eres capaz de guardar un simple archivo, idiota. No eres más que un saco de huesos, no sirves ni para encender la tostadora». Se quita las gafas y me encuentro con dos cuencas vacías de calavera, dos agujeros negros que me desafían al combate final. Se trata de la onceava etapa, La resurrección. Segundo lance a vida o muerte con el villano, una reproducción del calvario, solo que ahora tengo la firme convicción de que saldré victorioso. Se trata de un examen final que debo superar gracias a las lecciones aprendidas durante la aventura. De modo que comienzo a escribir y no dejo que nada me distraiga. Supero mis propios miedos, las inseguridades, el temor a fracasar, y corto la cabeza del hombrecillo sin ojos de un certero tajo en la garganta.
Y, por fin, alcanzamos la última etapa del viaje: El retorno con el elixir. Una vez enviado el artículo, vuelvo a la oficina junto con mis compañeros ingenieros y jefes melodramáticos. Otra vez estoy hasta arriba de trabajo; unos y otros me atosigan para que resuelva sus problemas técnicos, quieren que haga cálculos, simulaciones y comparativos económicos, pero en mitad de la reunión, recibo un mensaje de otra revista, solicitándome un ensayo sobre literatura de terror contemporáneo. Esta vez, sin embargo, acepto el encargo de inmediato. He vuelto del viaje con un aprendizaje: sé que puedo ser ingeniero y escritor, he aprendido a combinar ambas facetas, y no hay desafío al que no pueda hacer frente. Es decir, he regresado con un trofeo que me hace mucho más capaz de lo que era al principio de la aventura.
De esta forma concluye el periplo. Un viaje de doce etapas, igualito a las horas del reloj, y que dibuja un círculo perfecto de autodescubrimiento personal. Ya habéis visto que el viaje del héroe puede adoptar muchas formas, solo tenéis que adaptarlo como más convenga a vuestra historia (si aplica), y veréis como la estructura final resulta más sólida y emotiva. O también podéis revertirlo y transformarlo para sorprender a vuestros lectores. La elección es vuestra. Pero de un modo u otro, siempre es útil conocer todas las etapas que lo componen para manejarlas a vuestro antojo. Así que mucho ánimo, héroes, ¡y feliz viaje!
Posdata: A continuación, os dejo el listado de las etapas con ejemplos clásicos para quien desee ir directo al meollo del asunto.
Coordina el Itinerario Centauros más allá de Orión de literatura fantástica, ciencia ficción y terror, en el que imparte clases desde hace casi diez años. Ha publicado las novelas fantásticas El final del duelo, Vendrán del este (ambas con Orciny Press) y Cástor y Pólux (con Ediciones el Transbordador). En enero de 2024 la novela de terror La hora de las moscas con Plaza & Janés. Además ha participado en varios manuales de escritura de Páginas de Espuma y en varias antologías de relato fantástico.
Más informaciónCoordina el departamento de Literatura Infantil y Juvenil de la Escuela de Escritores. Ha publicado más de una docena de libros para infancia y adolescencia, entre los que destacan El cofre de Nadie, premio Gran Angular 2021, Recuérdame por qué he muerto, premio Torre del Agua 2023 o Un hada con el ala rota. También ha publicado, con la editorial Páginas de Espuma y Escuela de Escritores el manual Escribir Infantil y Juvenil.
Más informaciónRedactor de nuestro canal de Twitter. Es Licenciado en Filología Hispánica y diplomado en Guion por la ECAM. En los últimos años ha desarrollado su actividad como escritor en redes sociales, donde acumula decenas de miles de seguidores. Cada viernes, los relatos que publica en su perfil personal se convierten en historias virales en Twitter. Entre 2012 y 2022 ha sido profesor de español y Escritura Creativa en la ciudad de Berlín.
Más informaciónLara es la coordinadora del Departamento de Atención al Alumno. Forma parte del equipo de Escuela de Escritores desde 2017, donde se ha formado en cursos de Escritura Creativa, Relato Breve y Proyectos Narrativos. Desde 2021 imparte clases de Escritura Creativa para jóvenes y adultos. Estudió Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid.
Más informaciónNació en Brasil en 1981, y reside en Madrid. Es diplomada en Guion por la ECAM y forma parte de Escuela de Escritores, donde imparte clases desde 2004. Su libro de relatos, El cuerpo secreto, fue publicado en Páginas de Espuma en 2015. Como escritora forma parte del proyecto CELA (2017-2019) y de la lista Bogotá 39 seleccionada por el Hay Festival (Bogotá39-2017).
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