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Escrito por: ALEJANDRO MARCOS
Si recordáis, en este artículo previo ya empleábamos el análisis estructuralista de Roland Barthes para hablar de los núcleos y los capítulos de nuestras novelas. Hoy vamos a emplear otro concepto del mismo análisis, los indicios, para ver cómo podemos emplearlos para potenciar la trama y el tema de nuestros escritos.
Antes de comenzar, vamos a repasar algunos conceptos que emplearemos durante el artículo y que conviene tener frescos.
Por tema de un texto narrativo nos referimos al concepto abstracto que subyace en una narración. Es aquello de lo que trata el texto. El amor, la muerte, la soledad, la madurez, etc. son algunos ejemplos. Es un concepto que normalmente no suele aparecer de forma directa mencionado en el texto, sino que el lector lo deduce de las acciones y las decisiones de los personajes.
La trama, por otro lado, sería el orden y atención que se dedica a los acontecimientos que componen el argumento de la obra narrativa. Para ello usamos los recursos narrativos de composición tales como la escena, la elipsis, el resumen, la descripción, la digresión, etc. El orden y la atención que le demos a cada acontecimiento harán que el lector lo perciba de una manera concreta. Y esa percepción será la que haga que la historia apunte hacia el tema que nos interesa como escritores. Si resumimos unos hechos y a otros les dedicamos una escena, el lector va a entender que ese hecho es más importante que el resumido por lo que esa escena debe apuntar directamente al tema para resultar eficaz.
Como vemos, estos dos conceptos van siempre unidos y, ambos, podrían desarrollarse y explicarse de manera mucho más extensa. Espero que con esta breve presentación os haya podido refrescar los conceptos.
El último de los términos que vamos a manejar es el de indicio. En el análisis estructuralista de Barthes se habla de cuatro tipos de funciones que podemos encontrar en los textos narrativos. Si hablamos de acciones, encontraremos las catálisis y los núcleos (que vimos en el anterior artículo). Si no son solo acciones, sino cualquier otro elemento narrativo, hablamos de indicios e informantes.
Los informantes son aquellos elementos narrativos que cumplen una función puramente ambiental y descriptiva. Sirven para hacer real el mundo de la narración en la mente del lector, para que pueda imaginarse la historia. Además se pueden sustituir por otros sin que el sentido de la misma cambie.
Por otro lado, los indicios, además de tener una función informativa la mayoría de las veces, también añaden un significado más. Nos dicen algo de la trama y nos dan pistas sobre el tema. Mientras que con los informantes solo obtenemos un matiz, con el indicio obtenemos más de uno. Los indicios necesitan ser desentrañados para ser comprendidos del todo, de otro modo pueden quedarse simplemente como informantes en la mente del lector. Digamos que los indicios siempre van a tener una doble lectura. La literal y la simbólica.
Voy a emplear el mismo ejemplo que utilicé en el anterior artículo sobre los núcleos. Imaginad que tenemos un personaje que está en un tren de sillones marrones de cuero. Lleva un uniforme de soldado remendado y una venda en la frente. Con esa descripción, nosotros como lectores podemos deducir varias cosas que el narrador no nos ha dicho: La primera es que ese hombre es un soldado, suponemos. También entendemos que ha sido herido en alguna batalla (va vendado y tiene el uniforme remendado). Por eso mismo creemos que está regresando de una guerra o de una batalla. ¿Ha mencionado algo de eso el narrador? No. Ha usado indicios para contarnos todo eso. La descripción del uniforme y de la venda son indicios porque nos describen al soldado, hacen que nos lo imaginemos al leer, pero, además, nos dan otra información que suponemos nosotros, que deducimos.
Dentro de este ejemplo, los informantes puros serían, por ejemplo, el tipo y color de los asientos en los que viaja el personaje, su color de ojos, de cabello, etc. Todo eso hará que nos imaginemos la historia mejor, pero no nos aportarán ningún dato adicional que sirva para desentrañar la historia.
Muy bien, ya hemos visto esa función de doble información, pero, ¿cómo ayuda eso a transmitir la trama y el tema? Muy sencillo. Para hacer esto, evidentemente, lo primero que tenemos que hacer es decidir cuál será el tema de nuestra historia. Pensad que queremos hablar sobre el perdón. Sobre la capacidad de perdonarnos a nosotros mismos. Vamos a usar para eso el mismo ejemplo del soldado. En la descripción que os he hecho antes no hay ningún elemento que nos remita al perdón, vamos a añadir algún indicio que lo haga para ir apuntando la trama y para ir guiando al lector. Imaginad que alguien sube al tren y se sienta junto al personaje y este baja la cabeza y se cubre con una gorra. No se esconde, pero parece que le incomoda esa mirada. Esos gestos son de alguien que está avergonzado. ¿Por qué el personaje está avergonzado? Aún no lo sabemos, es un indicio muy inicial, pero ya es un pequeño detalle que nos deja ver que al protagonista le ha sucedido algo en el pasado que le hace comportarse así. Otro ejemplo sería si el propio personaje se realiza un roto sin querer en el uniforme y trata de arreglarlo, pero no lleva consigo ni aguja ni hilo y no puede. Esa situación puede ser un indicio de lo que está sucediendo dentro del personaje, que haya hecho algo que le haya dejado una herida (ese roto del uniforme) y que de momento no pueda arreglarlo. Sería un modo ideal de presentar la historia. ¿Logrará el personaje arreglarse, perdonarse, cerrar esa herida? Podríamos usar ese roto para hilar todo el texto. Lo que suceda al final con el uniforme reflejará lo que suceda con el personaje: no será lo mismo que el roto se quede sin arreglar a que lo arregle él mismo o a que lo haga otra persona. Todo eso son indicios que apuntan a la trama, algunos más sutiles que otros, evidentemente. Que usemos unos u otros dependerá del tipo de historia que estemos escribiendo y de lo alejado que se encuentre el argumento de la trama y esta del tema.
Esto es algo que podéis emplear al planear relatos, aunque en novela yo os recomiendo no pensar mucho en ello hasta haber completado el primer borrador al menos y encontraros en una fase de revisión. Los indicios nos van a ayudar a eliminar las explicaciones y a acercar el sentido final de la narración a los lectores.
Coordina el Itinerario Centauros más allá de Orión de literatura fantástica, ciencia ficción y terror, en el que imparte clases desde hace casi diez años. Ha publicado las novelas fantásticas El final del duelo, Vendrán del este (ambas con Orciny Press) y Cástor y Pólux (con Ediciones el Transbordador). En enero de 2024 la novela de terror La hora de las moscas con Plaza & Janés. Además ha participado en varios manuales de escritura de Páginas de Espuma y en varias antologías de relato fantástico.
Más informaciónCoordina el departamento de Literatura Infantil y Juvenil de la Escuela de Escritores. Ha publicado más de una docena de libros para infancia y adolescencia, entre los que destacan El cofre de Nadie, premio Gran Angular 2021, Recuérdame por qué he muerto, premio Torre del Agua 2023 o Un hada con el ala rota. También ha publicado, con la editorial Páginas de Espuma y Escuela de Escritores el manual Escribir Infantil y Juvenil.
Más informaciónRedactor de nuestro canal de Twitter. Es Licenciado en Filología Hispánica y diplomado en Guion por la ECAM. En los últimos años ha desarrollado su actividad como escritor en redes sociales, donde acumula decenas de miles de seguidores. Cada viernes, los relatos que publica en su perfil personal se convierten en historias virales en Twitter. Entre 2012 y 2022 ha sido profesor de español y Escritura Creativa en la ciudad de Berlín.
Más informaciónLara es la coordinadora del Departamento de Atención al Alumno. Forma parte del equipo de Escuela de Escritores desde 2017, donde se ha formado en cursos de Escritura Creativa, Relato Breve y Proyectos Narrativos. Desde 2021 imparte clases de Escritura Creativa para jóvenes y adultos. Estudió Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid.
Más informaciónNació en Brasil en 1981, y reside en Madrid. Es diplomada en Guion por la ECAM y forma parte de Escuela de Escritores, donde imparte clases desde 2004. Su libro de relatos, El cuerpo secreto, fue publicado en Páginas de Espuma en 2015. Como escritora forma parte del proyecto CELA (2017-2019) y de la lista Bogotá 39 seleccionada por el Hay Festival (Bogotá39-2017).
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