Escrito por: ALEJANDRO MARCOS

Antes de las vacaciones de Navidad os hablaba del deseo de los personajes y de su importancia para la escritura de una obra. Os recomendamos pasaros por el artículo si no lo habéis hecho porque utilizaré la terminología que expliqué en ese artículo para este. Básicamente os explicaba la diferencia entre el deseo consciente y el inconsciente.

Aviso previo a la lectura: Debido a la longitud de este artículo, he decidido dividirlo en dos partes para facilitar su lectura y, sobre todo, su comprensión. Os dejo con la primera parte del mismo.

Resumiendo bastante, podemos decir que el deseo es la motivación que siente el personaje a conseguir o alcanzar una meta. Dicho deseo puede ser material o inmaterial. Estos deseos podían, además, ser conscientes o inconscientes. Los deseos conscientes son aquellos de los que el personaje tiene conocimiento y persigue de manera intencionada. También puede evolucionar o mutar a lo largo de la narración. Por el contrario, los deseos inconscientes son inmutables y, además, totalmente desconocidos para el personaje, que los alcanzará o no sin llegar a ser consciente de que los tenía.

En este artículo me gustaría reflexionar un poco más sobre esos conceptos y aplicarlos a una obra que, según mi opinión, tiene un desarrollo del personaje protagonista algo complejo, pero espectacularmente bien trabajado. Esta reflexión surgió de una de mis clases de Personaje Literario, que comparto con mi compañera y amiga Mariana Torres. Los dos nos pusimos a reflexionar sobre el deseo y el conflicto de los protagonistas de novelas conocidas para poder usarlos como ejemplos para los alumnos.

Ya habíamos empleado El señor de los anillos para explicar parte del conflicto del personaje y la estructura de planteamiento, nudo y desenlace, y pensamos que quizás sería buena idea emplear la obra también para explicar el deseo. La cosa es que al ponernos a analizar el deseo de Frodo, al cual consideramos protagonista de la obra por encima de Aragorn, nos dimos cuenta de que quizás el deseo consciente y el inconsciente del personaje no eran los que nosotros habíamos supuesto o los que parece tener el personaje a simple vista. En un principio nosotros pensábamos que Frodo quería de forma consciente destruir el Anillo Único y que solo de forma inconsciente quería, en realidad, quedarse con el anillo.

Pero vamos por partes antes de ver en qué nos estábamos equivocando y analicemos poco a poco el conflicto principal y los deseos de Frodo. En El señor de los anillos, en los tres libros en conjunto, el principal conflicto se produce entre la lucha del mal contra el bien. Un conflicto clásico y típico de la épica fantástica. En este caso, dicho conflicto se concreta en que los protagonistas quieren derrotar a Sauron para que no expanda su reino terrorífico a los reinos de los hombres, los enanos y los elfos (y los hobbits ya de paso). Para ello deben destruir su fuente de poder, que reside en el Anillo Único, posesión de Bilbo hasta el comienzo de la novela. La compañía del anillo, de la que formará parte Frodo (heredero del anillo de Bilbo), tiene ese deseo consciente, destruir a Sauron. Como unidad, la compañía actuará para acabar con Sauron y sus seguidores de manera intencionada y clara. Muchos de los personajes que integran la compañía tienen ese mismo deseo consciente, pero hay otros que dicen tenerlo, pero que mienten. Será el caso de Boromir, por ejemplo, cuyo verdadero deseo se desvelará al final de la primera parte del libro, y de Frodo. Ambos personajes desean, por detrás, quedarse con el anillo. Y, ojo, no se trata de un deseo inconsciente. Los dos personajes actúan para conseguir su deseo y son conscientes de que están mintiendo a los demás. Se trata, en este caso de su verdadero deseo consciente. No olvidemos que Boromir llega a enfrentarse a Frodo y que el pequeño protagonista abandona a la compañía para aventurarse por sí solo en las tierras de Mordor tras negarse a cederle el anillo.

En el caso de Frodo, que su deseo consciente es quedarse con el anillo se vuelve muy patente al final del libro cuando, spoiler, después de haber caminado y sufrido mil penurias hasta el monte del destino, después de casi ser devorado por una araña gigante y haber muerto de hambre, decide que no va a lanzar el anillo, que le dan igual Sam y el destino de la Tierra Media.

Sin embargo, el personaje no comienza con un deseo consciente tan claro de querer poseer el anillo. Es más, su deseo al comienzo del libro (hasta el concilio de Elrond, de hecho) será que lo dejen tranquilo, un deseo muy de hobbit, todo sea dicho. En el concilio se produce un cambio en Frodo (qué casualidad, coincidiendo con el primer punto de giro principal). Pasa de ofrecerle el anillo a Galadriel para deshacerse de él a presentarse voluntario para llevar el anillo al Monte del Destino poco más adelante únicamente para no separarse de él. En las películas ese momento queda más patente que en los libros, pero en ambos es un punto de inflexión clarísimo. Es ahí donde el deseo consciente de Frodo comienza a cambiar y muta. Sigue queriendo que lo dejen en paz, pero con el anillo. Este cambio nos indica que se trata de un deseo consciente puesto que los deseos inconscientes no pueden cambiar, solo alcanzarse o no. Además el personaje no se ofrece a acompañar a la compañía (valga la redundancia), sino que se ofrece a cargar con el anillo, a llevarlo literal y físicamente él mismo.

Tolkien hace que el deseo de Frodo evolucione de forma magistral (tiene páginas para hacerlo, claro) y nos va mostrando poco a poco cómo Frodo toma decisiones que lo alejan de sus amigos y lo acercan al anillo. Primero se separa de la compañía, como ya hemos señalado, después del enfrentamiento con Boromir, aunque su plan se ve frustrado al ser seguido por Sam. Después deja con vida a Gollum (Gollum, alter ego oscuro y negativo del protagonista, reflejo de su porvenir, otro día hablaré de esto) y, finalmente, traiciona a todos, siendo incapaz de arrojar el anillo a las llamas.

Sin embargo ese deseo no es el único que tiene Frodo. Podemos encontrar otro que tiene inconscientemente, pero de eso y de los conflictos que genera hablaremos la semana que viene.