Escrito por: ALEJANDRO MARCOS

En otras semanas ya os he hablado del deseo del protagonista y de los tipos de conflictos que puede generar en las historias. Por hacer un pequeño resumen a modo de recordatorio, el deseo es aquello (material o inmaterial) que quiere el protagonista y que lo empujará a actuar para conseguirlo. El protagonista siempre encontrará una barrera que se opone a ese deseo (de otro modo no habría historia) que provocará un conflicto con los intereses del personaje. Esa barrera es a lo que nosotros vamos a llamar fuerza antagonista u opositora.

¿Por qué la llamamos así y no directamente antagonista? Para que no se cree la idea errónea de que el antagonista es siempre un personaje. Habrá veces en las que esa fuerza opositora esté encarnada por un personaje, pero otras veces, la mayoría en la literatura moderna, no será así. De hecho, solo cuando hablamos de conflicto personal es cuando nos referimos a un personaje como antagonista.

Si recordamos los tipos de conflicto que ya vimos, en el conflicto interno encontraríamos que la fuerza opositora es el propio personaje, ya sea porque su cuerpo, su mente o sus emociones chocan con otro de los elementos. No encontraríamos un antagonista personificado como tal, a no ser que interpretemos que el personaje es a la vez antagonista y protagonista.

En el conflicto extrapersonal o de catástrofe, las fuerzas antagonistas serían fuerzas colectivas o naturales. En este apartado encontramos la naturaleza (tornados, huracanes, sequías), la sociedad (contaminación, el qué dirán, normas de comportamiento), grupos de presión (una clase, un grupo de amigos, la familia lejana), el gobierno, la iglesia, la policía, el tiempo, las enfermedades, etc. Ninguna de estas fuerzas opositoras se encarna en una sola persona, sino en varias.

Por último, en el conflicto personal sí que encontraríamos a personas concretas que encarnarían esa fuerza opositora y se convertirían, por tanto, en antagonistas. En la construcción de estos personajes antagonistas es en lo que nos vamos a centrar en el artículo de hoy.

Comencemos con una definición: los antagonistas son aquellos personajes que encarnan una fuerza opositora para el protagonista y su deseo. Es decir, que son personajes que se opondrán a que el protagonista consiga su deseo.

Es importante ver que a veces estos personajes no serán conscientes de que son una fuerza opositora para el personaje, por lo que no siempre actuarán contra el personaje, sino movidos por alcanzar sus propios deseos. Esto hace al antagonista un personaje mucho más profundo y rico. Imaginad que nuestro protagonista, Pedro, está enamorado de su amigo Juan, pero no le ha dicho nada. Juan tiene novia y sus acciones se guiarán por continuar saliendo con su novia, aunque esas acciones vayan en contra del deseo de Pedro. Juan será un antagonista inconsciente.

Este ejemplo nos lleva al siguiente punto: Los antagonistas no siempre tienen por qué ser los malos. Incluso el hecho de que exista un antagonista no quiere decir que deba haber una lucha entre el bien y el mal o que uno deba llevar la razón y otro no. Imaginad dos personajes que luchan por el mismo ascenso en su empresa. Los dos compiten de buenas maneras y los dos necesitan el ascenso. El antagonista será tal solo porque se opondrá al personaje que hayamos elegido como protagonista, pero podría no serlo si contáramos la historia desde su punto de vista.

Es importante eliminar esa idea tópica de antagonista como el típico ser malvado que lucha conscientemente en contra del protagonista y que no solo no quiere que alcance su deseo, sino que quiere acabar con él y todo lo que representa. En este apartado encontramos el antagonista clásico de las novelas de aventuras y de la épica fantástica o los cuentos de hadas. Desde los villanos Disney hasta Voldemort. Habrá veces que este tipo de personajes nos vendrá bien, pero hay que tener en cuenta que hoy en día es necesario profundizar en este tipo de personajes y encontrar una razón para sus actos, ya no nos creemos al villano que es malo porque sí.

También tenéis que tener en cuenta que hay algunos antagonistas que lo son por ausencia, por lo que podrían no aparecer en toda la obra. Cuando un personaje se ha ido o está muerto y el deseo de superar esa muerte, esa ausencia, o de encontrar al personaje es lo que mueve al protagonista, hablamos de un antagonista ausente. Pensad en la madre de Marco, por ejemplo, que es el principal antagonista del niño. O en Gurb de Sin noticias de Gurb o en El corazón de las tinieblas. Que una fuerza opositora esté representada en un personaje no implica que el personaje deba aparecer en nuestra historia. El ejemplo de Marco, además, refuerza lo que os he comentado antes de que no es necesaria una lucha entre protagonista y antagonista para que exista ese conflicto entre los personajes.

Para terminar, os voy a dar algunos consejos para crear un antagonista que os pueden servir en vuestras historias. El primero de ellos es que el antagonista debe desear algo también, aunque sea simplemente oponerse al protagonista, y que eso que desea debe desearlo con la misma intensidad con la que desea el protagonista. Si la intensidad es mayor, probablemente le sea muy fácil superar al protagonista y hacer que se acabe la historia; y si es menor, lo más seguro es que el protagonista no tenga ningún problema en superar el conflicto y conseguir su deseo (hay casos en los que el deseo coincide, por ejemplo cuando hablábamos de los dos trabajadores que buscan el mismo ascenso, por lo que ahí debe ser primal el equilibrio entre la intensidad de cada deseo).

Tenéis que construir un buen antagonista, es cierto, pero también tenéis que evitar que a la hora de construirlo se os vaya de las manos y resulte más interesante que el propio protagonista de la historia. Si os pasa eso, quizás debáis repensar aquello que queréis contar y darle una vuelta. Para convertir un antagonista en un protagonista solo se necesita cambiar el punto de vista desde el que se cuenta la historia.

Recordad que lo importante es centrarse en el deseo y hacer que nuestros personajes (ya sean antagonistas o protagonistas) luchen y actúen para conseguirlo.