Escrito por: ALEJANDRO MARCOS

Es muy habitual que os encontréis con gente que opine que escribir relato y escribir novela es exactamente lo mismo o que, aún peor, diga que escribir relato es el primer paso para poder escribir novela. Yo, que me considero más novelista que relatista, nunca he entendido esa afirmación porque considero que es mucho más difícil escribir un buen relato que una buena novela. Cortázar decía que en relato se gana por KO, mientras que en la novela se gana por agotamiento. Y para ganar por KO hay que tener mucha fuerza.

Explico esto nada más comenzar porque quiero dejar claro que yo considero los dos géneros igual de importantes y de complejos, con sus peculiaridades y sus características. De ahí mi intención, veremos si lo consigo, de establecer algunas diferencias claras entre ellos que os puedan ayudar a distinguirlos.

¿Por qué esta necesidad de distinción si opino tan claramente que son géneros distintos con diferentes maneras de acercamiento? Porque hay algunos puntos en los que se parecen mucho y otros en los que trabajan de forma idéntica.

Evidentemente, todo lo que vamos a decir aquí son generalidades. Hablar de manera universal es la única forma, según mi opinión, de poder establecer un criterio y una clasificación manejable. Después vendrá la realidad y el propio arte a salirse de los límites y los márgenes que les hayamos intentado imponer, que nadie sufra por eso.

La primera característica, esta puramente externa, que diferencia un relato de una novela es la extensión. Y aquí ya nos vamos a tropezar con el primer problema. Es evidente que un relato estará compuesto de un número menor de palabras que una novela, pero, ¿cuántas palabras menos? ¿Cuándo un texto deja de ser un microrrelato y se convierte en un relato?, ¿en una novela corta?, ¿en una novela? Creo que no podemos establecer un criterio objetivo de distinción entre relato y novela basándonos en el número de páginas o de palabras. Está claro que un texto de 500 páginas será una novela y que uno de 3 será un relato, pero poco más.

En las zonas grisáceas es donde deben entrar las otras diferencias que existen entre los dos géneros. Una novela (corta) y un relato pueden tener treinta páginas. Y pueden diferenciarse entre ellas y clasificarse en un género o en otro. Para ello hay que aplicar otros baremos de análisis.

Por ejemplo, el argumento. Un relato, por lo general, suele centrarse en un suceso o acontecimiento único en la vida de un único personaje. Es decir, que narrará en pocas escenas lo que le ha sucedido a un único personaje. Encontramos una sola trama principal que vendrá producida por un deseo y un conflicto y que, finalmente, provocará un cambio en el personaje. Sin embargo, las novelas pueden salirse de este molde. Pueden narrar muchos acontecimientos de varios personajes y en ellas son típicas las tramas secundarias (como ya hemos visto en otros artículos).

Es raro que encontremos más de un protagonista en un relato, pero no así de extraño hacerlo en una novela. De hecho, incluso los personajes secundarios se ven muy reducidos en el relato. Si encontramos varios, probablemente descienda el nivel de detalle con el que el escritor nos los transmita. Esto es necesario para marcar la diferencia con el personaje principal y para poder acotar la extensión del texto. En una novela, podemos detenernos mucho más en narrar las vidas de los personajes secundarios y darles más profundidad si lo necesitamos.

Otra de las diferencias que pueden darse entre el relato y la novela es el cambio en el personaje protagonista. Mientras que en la novela el cambio suele ser más pronunciado o evidente, sobre todo las novelas largas, en el relato el cambio será mínimo, a veces, incluso, solo estará sugerido. Esto se debe a todo lo que hemos dicho antes. Por lógica, si un personaje vive un solo acontecimiento y lo narramos en un espacio limitado, costará creer que eso le ha provocado un cambio profundo en su forma de ser o de pensar. Sin embargo, en una novela, el lector puede observar cada una de las peripecias que harán que el personaje vaya poco a poco cambiando hasta llegar al punto que el escritor ha querido mostrarnos. En las novelas podemos encontrar los cambios más radicales en los personajes. Eso sí, siempre habrá que tener cuidado y asegurarse de que ese cambio que mostramos es coherente con lo que se cuenta (sea en relato o en novela).

En cuanto a los recursos estilísticos, aunque esto sea generalizar aún más de lo que hemos estado diciendo, podemos decir que en la novela suelen darse más resúmenes, elipsis y digresiones (precisamente por esa característica de abarcar más de un momento concreto) que en el relato. El relato suele tirar más de escenas, aunque es evidente que las escenas y las secuencias vamos a encontrarlas en abundancia en ambos géneros.

Estas características son las que te ayudarán a distinguir si tu texto de cuarenta páginas es un relato o una novela, aunque a la hora de la verdad, una vez acabado y vendido a un editor, también influirá mucho la visión que tenga este y la manera en la que pueda sacar más rédito comercial. Creo que como escritores solo debe importarnos para elegir con mayor acierto las herramientas y los recursos narrativos que mejor nos vayan a ayudar a construir nuestra historia. Como siempre, lo importante es que tengamos el control de lo que escribimos y que el producto final se parezca lo más posible a aquello que nos hemos imaginado en nuestras cabezas.

De todos modos, es muy probable que de manera natural os encontréis escribiendo relato o escribiendo novela. Como he dicho antes, hay escritores relatistas y escritores novelistas. Y eso no es ni bueno ni malo. De hecho, si podéis cambiar de un género a otro con facilidad, tenéis mi enhorabuena. Es bastante habitual que uno de los dos géneros se te haga más complicado.