Escrito por: ALEJANDRO MARCOS

Recuperando el espíritu de un artículo anterior en el que os hablaba de algunos seres de la mitología de nuestro país para inspiraros en vuestras historias de Halloween (y que podéis leer aquí), esta semana os traigo otros cinco seres, duendes en este caso, que también pueden ser excelentes protagonistas para vuestras historias oscuras o de terror. Especialmente para aquellos que escribáis cachaba y boina.

Toda la información para este artículo la he recogido del libro Seres míticos y personajes fantásticos españoles, de Manuel Martín Sánchez y de Wikipedia.

Quizás algunos os preguntéis las razones por las que centrarse en seres tan desconocidos para nuestras historias. Ya sabéis que siempre he sido un gran defensor de nuestra propia mitología porque es muy rica y no está tan manida como otras que son más populares. Usar estos seres mitológicos os permitirá moldearlos de la forma en la que mejor os convenga para vuestras historias y probablemente le descubriréis algún ser interesante al lector.

Aquí voy a dedicarme a contaros directamente lo que se dice del duende, para ver si es suficiente inspiración para vuestros textos, pero recordad que estos elementos mitológicos al pertenecer al folklore común pueden ser simplemente la base para desarrollar vuestras historias, no un corsé en el que no haya espacio para el escritor y su imaginación.

Si os gustan estas propuestas, os recomiendo dar un paseo por las webs en las que se hacen recopilaciones de seres mitológicos o acercaros a los libros que recogen las mitologías de las diferentes regiones españolas. Otra cosa beneficiosa de la multitud de regiones diferentes que componen el país es poder aprovecharse y enriquecerse del acervo cultural de tantos años y tantas culturas diferentes.

En este caso concreto, me ha costado hacer la selección porque cada región tiene su tipo de duende y muchos de ellos son diferentes. He seleccionado los más conocidos y los que probablemente os pudieran dar más juego en una historia. También he tenido en cuenta, evidentemente, que dichos duendes tuvieran algo de maldad en ellos, ya que estamos en la spooky season, vamos a aprovecharla bien. España, sobre todo Castilla, tiene una gran tradición sobre duendes y trasgos familiares y probablemente si os acercáis a cualquier pueblo y preguntáis a los más mayores, en cada lugar haya uno diferente o tengan un nombre distinto. Si tenéis la oportunidad de hacerlo, no lo dudéis, quizás estáis a un par de preguntas de descubrir un ser fantástico con el que aliñar vuestras historias.

No me enrollo más, os dejo con los cinco duendes seleccionados para esta ocasión. Casi todos ellos pueden conocerse con el nombre genérico de «familiares» por ser duendes comunes y, a veces, de uso familiar en las casas o en la vida cotidiana de los habitantes de los pueblos. Todos ellos, por tanto, siempre se han mantenido alejados de las ciudades y de las leyendas que estas creaban.

• Diaño: duende de forma humanoide que también se conoce como diantre (desconozco si la expresión «¡Qué diantres!» Viene de este duende/demonio, pero tiene pinta). El término proviene del francés y significa «demonio». Es un ser que molestaba a las personas que durante la noche hicieran algo que no debían, como por ejemplo regresar tarde a casa o perderse por un camino. Podía adoptar diferentes formas animales para asustar o agredir a los campesinos.
• Martinico: duende castellano que se considera el más extendido de nuestra mitología. Derivan de la palabra «Martín», que se ha usado muchas veces como sinónimo de demonio. Goya los retrató cabezones, pequeños y feos. Realizaban travesuras en las casas y molestaban a los avaros, las doncellas y las malas personas. Transformaban el oro en carbón y pellizcaban a las mujeres. También ocultaban objetos, hacen ruidos por las noches y apagan luces de golpe. Se cree que los tradicionales cabezudos tienen su origen en estos seres.
• Frailecillo: Estos duendes son prácticamente igual que los martinicos, solo que su atuendo corresponde al de un fraile (franciscano casi siempre). Son bastante avaros y muchas veces sus travesuras tenían que ver con el dinero, como sucede con los martinicos. Su aspecto es humanoide, un poco más feos que los anteriores puesto que tenían brazos y piernas largas.
• Enemiguillo: Estos duendes son los más pequeños de los que hemos seleccionado aquí. En las leyendas es habitual que los poseedores de dichos duendes los encerraran en alfileteros o pequeños botes para controlar sus habilidades. Eran la fuente de pinchazos y dolores repentinos y sin razón aparente. Cuando se escapan, suelen ser bastante violentos. Tienen un supuesto parecido en forma con los humanos, aunque lo cierto es que son invisibles a simple vista. Su tamaño hace que casi siempre vayan en grupos. Existen hechizos y palabras mágicas para capturarlos. Cuando se decía que una persona estaba endemoniada, supuestamente era porque se les habían metido dentro los enemiguillos. Si eran capturados por una persona, estaban obligados a obedecerla en todo lo que quisiera hasta que otro ser humano los liberase.
• Ujano: Este es el menos «duende» de todos. Es el único de los cinco que no tiene forma humanoide, sino que su cuerpo es parecido al de un gusano. Hay algunas veces que este ser se encuentra en el grupo de los dragones o reptiles mitológicos, pero su comportamiento es similar al de los duendes. Si alguien consigue capturar alguno, su fortuna y buena suerte aumentará, mientras que, por el contrario, si se tiene la mala suerte de enfadar a alguno, las consecuencias pueden ser similares a las travesuras y maldades que provocan los otros cuatro duendes que ya hemos visto. Para atraparlos era necesario realizar un ritual concreto entre la hierba, que es donde tienen su morada.

Si conocéis otros nombres u otros duendes similares, hacédmelo saber en los comentarios. Una de las cosas con las que más disfruto es descubriendo leyendas y mitología de diferentes sitios y comparándolas con otras que ya conozco. Espero que hayáis encontrado el artículo inspirador y que os dé unos resultados maravillosos a la hora de poneros a escribir vuestras historias de terror.