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Escrito por: ALEJANDRO MARCOS

El otro día, en clase, volvió a surgir un tema del que hablo a menudo con mis estudiantes: la originalidad. Es un tema que a mí también me interesaba cuando comencé a escribir y que, imagino, interesa a cualquiera que quiera ser escritor; al menos al comienzo.

Blog de escritura de Escuela de Escritores, con Lara Coto, Alejandro Marcos, Chiki Fabregat, Jorge Corrales y Mariana Torres

Cuando comenzamos a escribir, lo he dicho ya otras veces, tendemos a pensar que la originalidad es todo, que la única manera que tenemos de destacar en un mercado saturado de novedades y de escritores, con millones de libros y cientos de editoriales, es ser original. No es así, claro.

Ser original en literatura es lo mismo que ser original en cualquier otro ámbito de la vida: aquel que lo intenta, seguramente no lo logre. Por muy frase hecha que sea, la originalidad solo se encontrará si no se piensa en ella, si no se la busca. Aunque, la verdad, lo único que me han enseñado los años es que no merece la pena realizar dicha búsqueda: perseguir la originalidad.

Entiendo la preocupación de mis alumnos. No solo les preocupaba pasar desapercibidos en ese mercado saturado del que hablaba antes, sino que también estaban preocupados (como lo estaba yo) por no realizar copias de lo que ha venido antes. En fantasía épica, por ejemplo, hay mucho miedo con imitar «El señor de los anillos», igual que puede haberlo en literatura maravillosa con imitar a «Harry Potter».

Para empezar, ojalá mis libros se parecieran a esos dos libros.

Para seguir: la imitación inconsciente es un proceso completamente válido de aprendizaje en el que miramos aquello que nos gusta y tratamos de reproducirlo hasta que encontramos nuestro propio camino. Más que válido, me atrevería a decir que es necesario. Igual que imitas a tus padres hasta que intentas diferenciarte de ellos lo más posible. En esa etapa adolescente de la escritura, tendemos a buscar la originalidad como único valor literario, igual que solo apreciamos de nosotros mismos aquello que no se parece a nuestros padres.

La madurez literaria (y vital) comienza cuando asumes que es imposible que no haya rastro de aquello que te ha influenciado en tu escritura. Igual que es imposible no parecerse a tus padres. De hecho, en la madurez suele haber cierto acercamiento y reconciliación con tus padres. Pero, claro, todo eso sucede cuando se ha asentado la personalidad (tanto escritora como humana).

En esa adolescencia que busca desesperadamente la diferenciación, hacemos muchas cosas por hacer, por llamar la atención. Cosas que no tienen un sentido o un trasfondo detrás. Igual que hacemos cuando escribimos intentando ser originales. La originalidad no existe. Todo lo que intentamos hacer solo porque nadie lo ha hecho antes, tiene muchas posibilidades de resultar artificioso y poco natural. Puro fuego de artificio que no tiene una atadura narrativa real dentro de la historia. Ya conocéis mi máxima: para que algo funcione en una historia, debe tener una justificación narrativa y estar al servicio de la historia. Lo demás es llamar la atención por llamar la atención.

Quiero decir, que no podemos justificar el valor de un libro solo porque haya innovado o sea original en un aspecto. Puedo escribir una novela en la que los protagonistas sean los dragones y los malos ganen al final, pero si no hay una historia verdadera debajo, si eso es todo lo que se puede decir del libro, probablemente el libro sea un fiasco y a nadie le guste. Puede que, incluso, jamás llegue a salir de nuestras manos (cosa que tampoco tendría por qué ser síntoma de mala calidad). No es eso por lo que me gustaría ser recordado como escritor. Aunque reconozco que pensaba a menudo en ello en el pasado. Quizás pensase o viese esa supuesta originalidad como una vía sencilla y rápida (ja) de llamar la atención del mercado, de hacerme mi propio hueco.

¿Se puede ser original en literatura? No. Ya está todo contado y todo dicho. ¿Dónde radica, entonces, el valor de una obra literaria? En lo único que tiene la visión del escritor. Nadie tendrá nunca tus lecturas, tus vivencias y tu situación personal. Ese conjunto, esa mezcla, hará que aquello que escribas sea único, aunque no en la manera en la que nos gustaría cuando empezamos a escribir.

Nadie es original del todo en literatura. Ha habido colegios de magos antes de «Harry Potter» y Tolkien unió una mitología existente con los poemas épicos y las novelas de caballerías. Ambos escritores hicieron algo original, qué duda cabe, pero ninguno partió de cero, los dos cogieron algo que ya estaba y lo unieron gracias a su punto de vista personal.

Cuando yo descubrí que era tontería forzarse a buscar la originalidad, me quité un peso de encima. Por eso escribo este artículo, para quitaros un posible peso de encima a vosotros también, igual que intenté quitárselo a mis alumnos. No se puede ser original, así que es mejor dedicarse a escribir lo que a uno le gustaría leer. Menuda liberación. Ya no tengo que revolucionar la literatura, no tengo que justificar el escribir con una supuesta vuelta de tuerca. Puedo escribir porque sí, para pasarlo bien, para hacer que otros lo pasen bien y se emocionen con lo que escribo. Aunque se haya escrito ya mil veces antes.

Con esto no estoy diciendo que un autor no deba buscar la innovación y que se acomode en aquello que le resulte cómodo. No. Esto no es una excusa para holgazanear, sino para ser libres y experimentar con nuestros propios límites y zonas de confort. La verdadera innovación es la que hacemos con nosotros mismos, lanzándonos a escribir o probar algo que no hemos hecho hasta ahora. Estoy convencido de que ese es el único camino a la originalidad; si es que tal camino existe y merece ser encontrado.

El camino del escritor no es corto y casi todos pasamos por fases parecidas. Si no hubiera tratado de ser original, probablemente no hubiera escrito todo lo que he escrito hasta ahora. Y sin esas escrituras, quizás no fuese el escritor que soy ahora. Con esto quiero decir que el único consejo verdadero que os puedo dar es que escribáis aquello que os gustaría leer y que escribáis todo lo que podáis.

Acerca de los autores

Alejandro Marcos, fotografía de Isabel Wagemann- IMG2-675

Alejandro Marcos

Coordina el Itinerario Centauros más allá de Orión de literatura fantástica, ciencia ficción y terror, en el que imparte clases desde hace casi diez años. Ha publicado las novelas fantásticas El final del duelo, Vendrán del este (ambas con Orciny Press) y Cástor y Pólux (con Ediciones el Transbordador). En enero de 2024 la novela de terror La hora de las moscas con Plaza & Janés. Además ha participado en varios manuales de escritura de Páginas de Espuma y en varias antologías de relato fantástico.

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Chiki Fabregat, fotografía de Isabel Wagemann- IMG2-675

Chiki Fabregat

Coordina el departamento de Literatura Infantil y Juvenil de la Escuela de Escritores. Ha publicado más de una docena de libros para infancia y adolescencia, entre los que destacan El cofre de Nadie, premio Gran Angular 2021, Recuérdame por qué he muerto, premio Torre del Agua 2023 o Un hada con el ala rota. También ha publicado, con la editorial Páginas de Espuma y Escuela de Escritores el manual Escribir Infantil y Juvenil.

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Jorge Corrales - IMG300

Jorge Corrales

Es Licenciado en Filología Hispánica y diplomado en Guion por la ECAM. En los últimos años ha desarrollado su actividad como escritor en redes sociales, donde acumula decenas de miles de seguidores. Cada viernes, los relatos que publica en su perfil personal se convierten en historias virales en Twitter. Entre 2012 y 2022 ha sido profesor de español y Escritura Creativa en la ciudad de Berlín.

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Lara Coto, profesora de Escritura Creativa para Adolescentes en Escuela de Escritores - IMG570 - fotografía de Ático26

Lara Coto

Lara es la coordinadora del Departamento de Atención al Alumno. Forma parte del equipo de Escuela de Escritores desde 2017, donde se ha formado en cursos de Escritura Creativa, Relato Breve y Proyectos Narrativos. Desde 2021 imparte clases de Escritura Creativa para jóvenes y adultos. Estudió Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid.

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Mariana Torres, profesora del Máster de Narrativa en Escuela de Escritores - IMG570 - fotografía de Gaby Jongenelen

Mariana Torres

Nació en Brasil en 1981, y reside en Madrid. Es diplomada en Guion por la ECAM y forma parte de Escuela de Escritores, donde imparte clases desde 2004. Su libro de relatos, El cuerpo secreto, fue publicado en Páginas de Espuma en 2015. Como escritora forma parte del proyecto CELA (2017-2019) y de la lista Bogotá 39 seleccionada por el Hay Festival (Bogotá39-2017).

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