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Escrito por: ALEJANDRO MARCOS

Una de las muchas pegas con las que tienen que encontrarse a diario los profesores de talleres literarios es que hay gente que rechaza su funcionalidad alegando que generan una homogenización entre los textos de los asistentes a los talleres que hace que se parezcan demasiado entre ellos y que acaben siendo solo «relatos de taller».

Blog de escritura de Escuela de Escritores, con Lara Coto, Alejandro Marcos, Chiki Fabregat, Jorge Corrales y Mariana Torres

Como si los talleres y los cursos de escritura produjeran escritores robots que se copian unos a otros y que solo escriben para complacer al profesor de turno.

Bien, no voy a negar que esta realidad puede darse. Es cierto, pero se necesitan muchas condiciones «especiales» para que se produzca. Por ejemplo: desde que yo comencé mis estudios sobre narrativa siempre he escuchado que no es bueno para el alumno permanecer más de un par de años con el mismo profesor, precisamente para evitar eso. Es innegable que aparte de profesores de escritura también somos personas, personas que leen y escriben, además, y que, como tal, cada uno tiene sus gustos personales a la hora de enfrentarse a un texto. En manos del profesor está el hacerle saber al alumno cuándo se está hablando de técnicas «objetivas» o mejoras impepinables en el texto y cuándo se habla de consejos y gustos personales. Yo siempre advierto a mis alumnos que inconscientemente van a tender a escribir para satisfacerme a mí, en lugar de para satisfacer su escritura y que deben ser conscientes de eso precisamente para evitarlo.

De todos modos, aunque el profesor fuera descuidado y tratara siempre de imponer sus gustos estéticos sobre el proceso de aprendizaje del alumno, jamás me he encontrado con alumnos que escribieran exactamente igual a pesar de que todos trabajaran con las mismas propuestas o premisas. Esto se da principalmente por dos razones: la primera es que la escritura se aprende a un ritmo diferente según la persona. Puede que entre alumnos se acaben contagiando el uso de determinadas técnicas o la predilección por alguna estructura, pero ninguno de los dos va a trabajarlo del mismo modo, ni siquiera aunque se lo propusieran.

La segunda razón es que se requiere de mucha persistencia para eliminar completamente el estilo de un alumno. Es cierto que encontrar un estilo y una voz personal propia es un camino largo que suele llevar muchos años para el escritor, pero también es igualmente cierto que todos los escritores contamos con unos elementos personales únicos que hacen que nuestra escritura sea, por necesidad, distinta a la de cualquier otro. En este caso me estoy refiriendo a los temas que nos obsesionan como escritores y al punto de vista desde el que nos acercamos a ellos. Ambos elementos están influenciados por las lecturas previas que tenga el escritor y por las experiencias vitales y sociales en las que se ha desarrollado su vida. Aunque dos escritores dentro de un taller escriban un texto sobre la muerte, ninguno de los dos abordará el tema desde la misma perspectiva por la sencilla razón de que para ninguno de los dos la muerte significará lo mismo. Y al encontrarse con puntos de vista diferente, deberán emplear distintas técnicas y generarán, por necesidad, distintos textos.

Con «relato de taller» la gente también se refiere al relato escrito siguiendo una estructura clásica y siguiendo las principales técnicas narrativas. Es decir, un relato correcto, escrito de manera que parece que se han seguido las instrucciones de montaje de una estantería. A este respecto cabe preguntarse qué clase de taller es el que está atendiendo el alumno. Si se trata de un taller de iniciación, encuentro correcto que el profesor encamine al alumno a la consecución de este tipo de relatos. ¿Por qué? Por la sencilla razón de que antes de correr hay que aprender a andar. Al igual que hay que aprender solfeo antes de coger un instrumento o que hay que pintar bodegones antes de pasar al cubismo. Es decir, que no puede pretenderse que una persona sea innovadora en su escritura porque sí, desde el principio, por ciencia infusa. Hay que conocer cómo se escriben textos de manera correcta o canónica, clásica, para después poder alterar todas las técnicas narrativas que se deseen, pero siempre haciéndolo con conocimiento de causa. Lo mismo pasa, sobre todo en las clases de literatura fantástica y ciencia ficción, cuando se intenta innovar con un género. Si no conoces las reglas que rigen dicho género, no podrás innovar nada más que por un golpe de suerte. Muy poca gente ha innovado estilísticamente de manera significativa o ha revolucionado un género siendo su primera vez.

Si hablamos de talleres avanzados, quizás sí que estemos encontrando un problema si no se busca explorar los límites del alumno más allá de lograr un relato pasable o que encaje dentro de unos cánones. Pero, de nuevo, nunca en mi carrera me he encontrado con profesores así.

Creo que el problema no viene de las clases o de los talleres, sino de aquellos escritores que se quedan en un escribir correcto y que repiten una y otra vez la fórmula de la corrección sin preocuparse en ir más allá. No se trata de que los talleres creen escritores clónicos, cosa que, bajo mi punto de vista, es imposible, sino de que hay mucha gente que aún sigue pensando que existen fórmulas mágicas para escribir o que existe un libro de instrucciones para hacerlo. Y no. ¿Existen los «relatos de taller»? Sí, claro que existen, pero no son, nunca, la finalidad de los talleres y, menos aún, de los profesores que los imparten. Estos relatos de aprendizaje son tan necesarios como la muerte simbólica del padre en el desarrollo de una persona. Que haya gente que no haya superado eso, que sea incapaz o que no quiera, no demoniza los talleres ni los hace inservibles. Los «relatos de taller» son una herramienta y, como tal, su uso dependerá de quién la esgrima y de lo que quiera hacer con ella.

¿Qué pensáis vosotros?, ¿habéis participado en talleres?, ¿tenéis esa experiencia?

Acerca de los autores

Alejandro Marcos, fotografía de Isabel Wagemann- IMG2-675

Alejandro Marcos

Coordina el Itinerario Centauros más allá de Orión de literatura fantástica, ciencia ficción y terror, en el que imparte clases desde hace casi diez años. Ha publicado las novelas fantásticas El final del duelo, Vendrán del este (ambas con Orciny Press) y Cástor y Pólux (con Ediciones el Transbordador). En enero de 2024 la novela de terror La hora de las moscas con Plaza & Janés. Además ha participado en varios manuales de escritura de Páginas de Espuma y en varias antologías de relato fantástico.

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Chiki Fabregat, fotografía de Isabel Wagemann- IMG2-675

Chiki Fabregat

Coordina el departamento de Literatura Infantil y Juvenil de la Escuela de Escritores. Ha publicado más de una docena de libros para infancia y adolescencia, entre los que destacan El cofre de Nadie, premio Gran Angular 2021, Recuérdame por qué he muerto, premio Torre del Agua 2023 o Un hada con el ala rota. También ha publicado, con la editorial Páginas de Espuma y Escuela de Escritores el manual Escribir Infantil y Juvenil.

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Jorge Corrales - IMG300

Jorge Corrales

Redactor de nuestro canal de Twitter. Es Licenciado en Filología Hispánica y diplomado en Guion por la ECAM. En los últimos años ha desarrollado su actividad como escritor en redes sociales, donde acumula decenas de miles de seguidores. Cada viernes, los relatos que publica en su perfil personal se convierten en historias virales en Twitter. Entre 2012 y 2022 ha sido profesor de español y Escritura Creativa en la ciudad de Berlín.

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Lara Coto, profesora de Escritura Creativa para Adolescentes en Escuela de Escritores - IMG570 - fotografía de Ático26

Lara Coto

Lara es la coordinadora del Departamento de Atención al Alumno. Forma parte del equipo de Escuela de Escritores desde 2017, donde se ha formado en cursos de Escritura Creativa, Relato Breve y Proyectos Narrativos. Desde 2021 imparte clases de Escritura Creativa para jóvenes y adultos. Estudió Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid.

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Mariana Torres, profesora del Máster de Narrativa en Escuela de Escritores - IMG570 - fotografía de Gaby Jongenelen

Mariana Torres

Nació en Brasil en 1981, y reside en Madrid. Es diplomada en Guion por la ECAM y forma parte de Escuela de Escritores, donde imparte clases desde 2004. Su libro de relatos, El cuerpo secreto, fue publicado en Páginas de Espuma en 2015. Como escritora forma parte del proyecto CELA (2017-2019) y de la lista Bogotá 39 seleccionada por el Hay Festival (Bogotá39-2017).

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