Padezco «Tsundoku», pero me estoy curando

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Escrito por: ALEJANDRO MARCOS

El japonés es una lengua maravillosa con una riqueza envidiable de vocabulario fruto de su tradición y evolución. Entre ese vocabulario existe la palabra tsundoku, que estoy seguro que muchos de vosotros ya conocéis.

Blog de escritura de Escuela de Escritores, con Lara Coto, Alejandro Marcos, Chiki Fabregat, Jorge Corrales y Mariana Torres

La palabra se utiliza para designar la incontrolable tendencia a acumular libros sin la clara intención de leerlos próximamente. En esto se diferencia de nuestra palabra «bibliomanía» puesto que la bibliomanía podría considerarse una especie de coleccionismo. El tsundoku implica cierto grado de inconsciencia. No es una palabra nueva, al menos para los japoneses, pero creo que ahora tiene un sentido muy actual con el auge de las redes sociales y la tendencia a exponer nuestra vida en internet.

Para mí, esta especie de síndrome, del cual me considero ferviente seguidor, provoca que tenga una pila de libros sin leer que casi superan a los libros leídos. Y no estoy exagerando. Vivo en un piso pequeño y cuando acabo un libro debo deshacerme de él para dejar hueco a otros nuevos. Tengo la suerte de que mis padres tienen montones de estanterías vacías y de que no les guste leer. Les inundo la casa con libros en cada visita que hago, dejando hueco en mi casa para nuevos volúmenes que acumular.

Siempre he admirado a la gente que es capaz de tener solo libros leídos en su casa. No cogen otro nuevo hasta que no han acabado el anterior. O aquellos que donan todas las lecturas que hacen. También admiro a los que son capaces de elegir sus lecturas en las bibliotecas, sin tener esa necesidad imperiosa de acumular los libros en casa.

Este tsundoku es lo que ha provocado que tardara tanto en adquirir un libro electrónico. Y aún, después de tenerlo, sigo comprando los volúmenes que más me gustan en formato físico para tener una copia en casa. ¿Por qué? Pues creo que porque vivo envuelto en la sociedad de consumo en el que tener es sinónimo de ser. Si el libro está dentro de la memoria de mi ebook, me da la impresión de que no lo tengo, de que no es mío. Sin embargo, si puedo tocarlo y colocarlo en una estantería, sucede lo contrario. Sé que suena horrible, pero es así.

Solía escudarme en que como profesor de escritura creativa siempre necesito los libros de cabecera para hacer consultas o para ponerles ejemplos a los alumnos sacados de libros escritos por buenos escritores. Pero lo cierto es que eso puedo hacerlo igual con un ebook. De hecho fue el ebook el que me ayudó a suavizar un poco mi problema de acumulación (eso y mudarme a una casa pequeña).

Pero no solo me mentía con esa excusa. También me decía que si no compraba los libros cuando los veía, lo más probable es que se me acabara olvidando el libro y al final no lo leyera o no lo encontrara cuando quisiera leerlo (como si no existieran las bibliotecas y los amigos o como si ese libro no fuera a ser sustituido por otro).

Esta última excusa es uno de mis principales agobios como lector. El hecho de saber que no voy a poder leer todo lo que me gustaría leer en la vida en lugar de relajarme y hacerme decir: «voy a disfrutar de la lectura y leer solo lo que me apetezca», lo que me hace es agobiarme y tratar de abarcar lo máximo posible para que no se me escape nada importante sin leer.

Llegué a la conclusión de que no solo compraba los libros para leerlos, puesto que todos esos problemas podían solucionarse, y asumí que en realidad me gustaba acumularlos. Cuando voy a casa de mis padres me gusta contemplar mi biblioteca, como si haber leído todos esos libros me hiciera mejor (cuando no tiene por qué ser así, sobre todo si vierais alguno de los libros).

Una vez asumido el problema, lo que hice fue ponerle solución a las excusas. Me saqué el carnet de la biblioteca, prohibí a la gente comprarme libros que no estuvieran en mi lista de deseos, me hice una cuenta en Goodreads para saber cuánto y qué leo, me compré una libreta (esta es otra manía de la que quizás deba hablaros algún día) para apuntar lecturas pendientes, y empecé a usar el ebook que ya me habían regalado. Por arte de magia, la pila de libros sin leer (y mi agobio) fue disminuyendo. Es cierto que esa pila nunca va a dejar de existir y que de vez en cuando me permito algún capricho, pero ya no acumulo por acumular sin ser consciente de ello. Me gusta ver una casa llena de libros, no voy a negarlo, es lo primero que hago cuando llego a una casa ajena, pero es más interesante si son libros que se han leído.

Mi problema era acumular por satisfacción personal, pero conozco otro tipo de acumuladores que están proliferando actualmente y que, a mi entender, son más peligrosos. Y digo más peligrosos porque yo nunca acumulo nada que no piense leerme (a menos que sea un regalo y tenga que apechugar hasta que pueda deshacerme del libro discretamente). Estos acumuladores son los que se dedican única y exclusivamente a tener libros para subirlos a las redes sociales. Sigo algunos perfiles que al menos una vez al día suben la foto de un nuevo libro, muchas veces novedades, o incluso de varios. Es imposible que esas personas (al menos las que tengan una vida que implique trabajar y alimentarse) puedan leer semejante cantidad de libros. Además nunca los comentan, simplemente suben la foto. Estaréis pensando que probablemente sean influencers y que los libros sean envíos de las editoriales, pero no me refiero a esa clase de perfiles. ¿Dónde guarda esa gente los libros?, ¿qué hace con ellos?

Quizás es solo un consuelo de un acumulador empedernido el pensar que hay gente que aún se encuentra en una situación peor que la mía, pero quizás no. Después de todo, cada uno es libre, por supuesto, de hacer lo que quiera con su tiempo y su dinero. En realidad es simple envidia de que ellos no se agobien y su cuenta corriente no tiemble, supongo.

¿Y tú?, ¿sufres tsundoku o tienes controladas tus lecturas?

Acerca de los autores

Alejandro Marcos, fotografía de Isabel Wagemann- IMG2-675

Alejandro Marcos

Coordina el Itinerario Centauros más allá de Orión de literatura fantástica, ciencia ficción y terror, en el que imparte clases desde hace casi diez años. Ha publicado las novelas fantásticas El final del duelo, Vendrán del este (ambas con Orciny Press) y Cástor y Pólux (con Ediciones el Transbordador). En enero de 2024 la novela de terror La hora de las moscas con Plaza & Janés. Además ha participado en varios manuales de escritura de Páginas de Espuma y en varias antologías de relato fantástico.

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Chiki Fabregat, fotografía de Isabel Wagemann- IMG2-675

Chiki Fabregat

Coordina el departamento de Literatura Infantil y Juvenil de la Escuela de Escritores. Ha publicado más de una docena de libros para infancia y adolescencia, entre los que destacan El cofre de Nadie, premio Gran Angular 2021, Recuérdame por qué he muerto, premio Torre del Agua 2023 o Un hada con el ala rota. También ha publicado, con la editorial Páginas de Espuma y Escuela de Escritores el manual Escribir Infantil y Juvenil.

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Jorge Corrales - IMG300

Jorge Corrales

Redactor de nuestro canal de Twitter. Es Licenciado en Filología Hispánica y diplomado en Guion por la ECAM. En los últimos años ha desarrollado su actividad como escritor en redes sociales, donde acumula decenas de miles de seguidores. Cada viernes, los relatos que publica en su perfil personal se convierten en historias virales en Twitter. Entre 2012 y 2022 ha sido profesor de español y Escritura Creativa en la ciudad de Berlín.

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Lara Coto, profesora de Escritura Creativa para Adolescentes en Escuela de Escritores - IMG570 - fotografía de Ático26

Lara Coto

Lara es la coordinadora del Departamento de Atención al Alumno. Forma parte del equipo de Escuela de Escritores desde 2017, donde se ha formado en cursos de Escritura Creativa, Relato Breve y Proyectos Narrativos. Desde 2021 imparte clases de Escritura Creativa para jóvenes y adultos. Estudió Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid.

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Mariana Torres, profesora del Máster de Narrativa en Escuela de Escritores - IMG570 - fotografía de Gaby Jongenelen

Mariana Torres

Nació en Brasil en 1981, y reside en Madrid. Es diplomada en Guion por la ECAM y forma parte de Escuela de Escritores, donde imparte clases desde 2004. Su libro de relatos, El cuerpo secreto, fue publicado en Páginas de Espuma en 2015. Como escritora forma parte del proyecto CELA (2017-2019) y de la lista Bogotá 39 seleccionada por el Hay Festival (Bogotá39-2017).

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