Los nombres de los personajes en fantasía

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Escrito por: ALEJANDRO MARCOS

Hay una tendencia a pensar que los nombres raros o exóticos, totalmente impronunciables o en otro idioma pueden valer para nombrar a nuestros personajes, pero no así los nombres en castellano o que suenen a nuestra lengua.

Blog de escritura de Escuela de Escritores, con Lara Coto, Alejandro Marcos, Chiki Fabregat, Jorge Corrales y Mariana Torres

El otro día, leyendo este artículo de Chiki Fabregat sobre la importancia del nombre de los personajes, recordé algo que siempre digo a mis alumnos en las primeras clases y que espero que poco a poco vaya cambiando con el tiempo. Y es que hay una tendencia a pensar que los nombres raros o exóticos, totalmente impronunciables o en otro idioma pueden valer para nombrar a nuestros personajes, pero no así los nombres en castellano o que suenen a nuestra lengua. ¿Por qué un mago puede llamarse Harry Potter y no Juan Alfaro?

 

En fantasía la respuesta es más o menos sencilla. Si me voy a otro mundo, me invento los nombres. Vale, después volveremos a esto, pero esta razón te la puedo comprar. Es necesario que los nombres de los personajes de un mundo inventado remitan en cierta medida a ese mundo y quizás nombres muy cercanos a nuestra realidad no consigan que el lector se sumerja del todo en la ficción.

Sin embargo, en algunos escritores realistas y en no pocos fantásticos, existe el pensamiento, la mayoría de las veces inconsciente, de que la verosimilitud será más fácil de alcanzar si alejamos la historia de nuestro entorno. Si la sitúo fuera de la ciudad donde vivo, del país, del mundo, ¿quién va a notar que me equivoco en algo? Además, así, nadie se dará cuenta de que, quizás, en realidad hablo de mí mismo o de algo personal. Y, puestos a alejar la historia, alejamos a los personajes cambiando sus nombres, por supuesto. He visto elfos llamados Peter en más de un ejercicio, muchos más que elfos llamados Pedro.

Que sí, que entiendo que Pedro no sea demasiado exótico para un elfo, pero entonces Peter tampoco debería serlo. Estamos impregnados de la tradición angloparlante de la literatura fantástica y, por lo tanto, hemos crecido leyendo a personajes con nombres típicamente ingleses o que remiten o suenan como ese idioma. Esa es la razón de que nos traguemos a un elfo llamado Peter y no a uno llamado Pedro. Pobre.

Para mí la solución no pasa por elegir entre Pedro o Peter. Para mí la solución consiste en ser consciente de por qué estoy eligiendo un nombre u otro. Si en la historia que estoy escribiendo existe la Tierra, es posible que Peter o Pedro sean nombres aceptables para elfos (cualquiera de los dos), pero si no es el caso, quizás ninguno de los dos sea verosímil.

Ahí es donde entramos en otro tema en el que también me gusta insistir con mis alumnos. Puestos a inventar nombres (aquí incluyo desde razas hasta personas o topónimos), ¿por qué no hacerlo con sonidos que nos recuerden al castellano?, ¿o al menos con vocablos que se puedan pronunciar? Es muy original hacer que nuestro protagonista se llame Grrthoz, pero lo cierto es que yo no sabría pronunciarlo. Y si resulta que lo pronuncio como si fuera Gritoz, y da la casualidad de que es un humano, es decir, alguien parecido a nosotros, quizás debería llamarlo así directamente, Gritoz, aunque no sea un nombre muy atractivo, ¿no? ¿Cuál puede ser la razón narrativa de poner un nombre que no se pueda pronunciar?

Bueno, pues lo cierto es que puede haber razones que lo justifiquen. Por ejemplo si el hecho de que sea impronunciable es parte de la esencia de ese personaje o de esa palabra. Por ejemplo Cthulhu. Se trata de un personaje que procede de un lugar antiguo más allá del entendimiento de los humanos, por lo tanto es normal que nosotros no podamos pronunciar su nombre a pesar de haber creado una representación gráfica de la palabra. No es un humano el que ha inventado el nombre, no tiene por qué saber pronunciarlo (ni poder hacerlo). Eso tiene sentido en la historia de Lovecraft y, por lo tanto, tiene una razón narrativa para ser así.

Por otro lado estoy acordándome ahora de la saga «El elfo oscuro» de R.A. Salvatore: el protagonista se llama Drizzt Do’Urden y su pantera Guenhwyvar. Es decisión de cada escritor elegir los nombres de los personajes, por supuesto, pero me gustaría ver al autor llamando a la pantera cada dos por tres (o incluso al protagonista). Yo leía la primera letra y pasaba de largo el nombre pensando: «la pantera». Y, no sé tú, pero yo no quiero que los lectores hagan lo mismo con mis personajes.

Mi consejo es que tratéis de encontrar un nombre pronunciable y que no sea demasiado largo. Si nos metemos en un mundo nuevo y vamos a inventarnos el nombre de pueblos, razas, personajes, armas, etc., le estaremos pidiendo al lector un esfuerzo grande por retener toda esa información y encima asociarla a los rasgos y características de cada uno de los elementos.

Por ejemplo, en mi primera novela, hay una ciudad, una bastante importante en la que se desarrolla el final de la novela, que está hecha en su mayor parte de hierro. No es que me rompiera mucho la cabeza, pero la llamé Ferro. Es un nombre corto, remite a la característica principal de la ciudad y es fácil acordarse de la palabra porque suena a una palabra que ya existe en nuestro idioma. Eso intento hacer siempre con los nombres de mis novelas. Es cierto que Ferro no es muy fácil de pronunciar para un inglés, pero tienes que pensar en tus lectores cercanos, que será con los que más probablemente empatices (es bonito soñar con que te van a leer en Inglaterra o Estados Unidos, pero ya es suficientemente bonito si consigues que te lean en España o en Latinoamérica). Piensa que lo más probable es que J.K. Rowling pensara en su propio idioma cuando acuñó Hogwarts, aunque no sea sencillo de pronunciar para nosotros.

Para concluir os dejo una advertencia: si el nombre inventado, encima de ser impronunciable, es largo, lo más probable es que el lector solo se acuerde de que es un nombre largo e impronunciable. Yo me he leído casi todos los tomos de la saga del elfo oscuro y he tenido que buscar en internet tanto el nombre del protagonista como el de la pantera. Y los habré leído más de mil veces. Imaginad ahora si hacemos lo mismo con los nombres de las ciudades o, peor, de los personajes secundarios que van a aparecer en contadas ocasiones. Lo más probable es que el lector se acabe haciendo un lío y no sea capaz de saber lo que está leyendo. No vas a querer que eso pase, créeme.

¿Hay algún nombre que os parezca terriblemente elegido en algún libro fantástico como me pasa a mí con el del elfo oscuro? O al revés, ¿alguno os parece especialmente acertado? Dejádmelo, por favor, en los comentarios para ampliar mi lista de ejemplos.

Acerca de los autores

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Alejandro Marcos

Coordina el Itinerario Centauros más allá de Orión de literatura fantástica, ciencia ficción y terror, en el que imparte clases desde hace casi diez años. Ha publicado las novelas fantásticas El final del duelo, Vendrán del este (ambas con Orciny Press) y Cástor y Pólux (con Ediciones el Transbordador). En enero de 2024 la novela de terror La hora de las moscas con Plaza & Janés. Además ha participado en varios manuales de escritura de Páginas de Espuma y en varias antologías de relato fantástico.

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Chiki Fabregat

Coordina el departamento de Literatura Infantil y Juvenil de la Escuela de Escritores. Ha publicado más de una docena de libros para infancia y adolescencia, entre los que destacan El cofre de Nadie, premio Gran Angular 2021, Recuérdame por qué he muerto, premio Torre del Agua 2023 o Un hada con el ala rota. También ha publicado, con la editorial Páginas de Espuma y Escuela de Escritores el manual Escribir Infantil y Juvenil.

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Jorge Corrales

Redactor de nuestro canal de Twitter. Es Licenciado en Filología Hispánica y diplomado en Guion por la ECAM. En los últimos años ha desarrollado su actividad como escritor en redes sociales, donde acumula decenas de miles de seguidores. Cada viernes, los relatos que publica en su perfil personal se convierten en historias virales en Twitter. Entre 2012 y 2022 ha sido profesor de español y Escritura Creativa en la ciudad de Berlín.

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Lara Coto, profesora de Escritura Creativa para Adolescentes en Escuela de Escritores - IMG570 - fotografía de Ático26

Lara Coto

Lara es la coordinadora del Departamento de Atención al Alumno. Forma parte del equipo de Escuela de Escritores desde 2017, donde se ha formado en cursos de Escritura Creativa, Relato Breve y Proyectos Narrativos. Desde 2021 imparte clases de Escritura Creativa para jóvenes y adultos. Estudió Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid.

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Mariana Torres, profesora del Máster de Narrativa en Escuela de Escritores - IMG570 - fotografía de Gaby Jongenelen

Mariana Torres

Nació en Brasil en 1981, y reside en Madrid. Es diplomada en Guion por la ECAM y forma parte de Escuela de Escritores, donde imparte clases desde 2004. Su libro de relatos, El cuerpo secreto, fue publicado en Páginas de Espuma en 2015. Como escritora forma parte del proyecto CELA (2017-2019) y de la lista Bogotá 39 seleccionada por el Hay Festival (Bogotá39-2017).

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