La inspiración del espacio abandonado

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Escrito por: ALEJANDRO MARCOS

El pasado verano, como cada año, pasé unos días en el pueblo de mi madre, en Soria. Al igual que una parte muy amplia de Castilla, Soria está llena de pequeñas poblaciones abandonadas por sus habitantes desde mediados del siglo XX.

Blog de escritura de Escuela de Escritores, con Lara Coto, Alejandro Marcos, Chiki Fabregat, Jorge Corrales y Mariana Torres

Este fenómeno, en el que no me extenderé ahora, es lo que se conoce como éxodo rural y que poco a poco ha dado paso a la España vaciada de la que tanto se habla últimamente y de la que se debería hablar aún mucho más. El caso es que uno de estos pueblos queda muy cerca del de mi madre y alguna vez nos acercamos a dar un paseo y a colarnos en las casas abandonadas. De día, por supuesto, que aunque me guste el terror, solo lo aprecio en una película o en un libro.

Es innegable que ese tipo de poblaciones abandonadas ejercen una atracción artística en mí. Me inspiran. Conjugan dos de las cosas en las que se basa mi escritura: el pueblo y la cercanía de lo mágico o imposible con nuestra realidad. En esos pueblos abandonados, es imposible no creer en fantasmas, en seres feéricos o mitológicos. Yo encuentro una atracción que después aplico (o intento) en mis escritos. Pero no soy el único.

Más de una vez nos hemos encontrado con otros grupos de personas que pasean o visitan el pueblo abandonado. El interior de las casas suele estar lleno de basura o de pintadas que atestiguan que la gente sigue visitando esos lugares ¿Por qué esa atracción?

Es evidente que el pueblo abandonado no es el único espacio de esas características que nos atrae. Son conocidas las historias de adolescentes que se retan a colarse en fábricas o mansiones abandonadas. Esos lugares sin vida siempre han atraído la atención de las personas, desde un punto de vista artístico o desde el punto de vista vivencial.

Estoy convencido de que alguien habrá investigado alguna vez el porqué de esta atracción, pero a mí me gusta aventurarme a la reflexión propia y elaborar una teoría completamente basada en mi experiencia personal. Sin ningún tipo de sociología detrás. Ojeando, he visto que había algunos ensayos sobre la idea de la casa o los edificios encantados, pero he de reconocer que no los he leído (aún).

Aunque yo creo que la atracción tiene un poco que ver con eso, con el encantamiento y el pasado. Puede que esa atracción sea parecida a la que sentimos hacia las ruinas de otras civilizaciones. Y digo esto porque a mí me provocan una sensación parecida los pueblos abandonados y los museos arqueológicos. Me gusta recorrerlos en silencio y, si puede ser, en soledad. Si voy acompañado, en un lugar o en otro, hablo en voz baja, como si tuviera miedo de romper algún tipo de hechizo y me suelo sumergir en mis propios pensamientos e imaginaciones. En ambos espacios juego a imaginar el tipo de vida que las gentes llevaron en esos lugares, ¿quién los habitaba?, ¿cómo se movían?, ¿cómo hablaban?, ¿cuáles eran sus preocupaciones? Y hacerse esas preguntas es comenzar una historia. Es poner en marcha el motor de la imaginación. Una pregunta lleva a una suposición imaginada y esa suposición necesita de más preguntas para completarse. Para cuando tenemos una imagen más o menos nítida en nuestra cabeza, probablemente tengamos una historia o, al menos, un protagonista.

Imaginar algo es traerlo un poco a la vida y ese es el proceso que yo sigo en los lugares abandonados. Por eso cuando paseo por los pueblos y entro en las casas sin puertas ni ventanas, por donde se cuela la zarza y crecen los chopos, no me cuesta creer en los fantasmas. Es fácil querer pensar que parte de la esencia de esas gentes se quedó impregnada en el lugar, que aún sigue allí y nos habla.

Pero los lugares abandonados no solo me disparan la imaginación de historias personales, historias de personajes, sino que también me incitan a armar la historia completa del lugar: sea el pueblo, la fábrica, la casa u otro edificio. ¿Qué pasó?, ¿por qué algo que parece que ha crecido, que tiene vida, de pronto se acaba?, ¿quién fue el último en marcharse de ese lugar o en morir allí?, ¿por qué ese pueblo se quedaría vacío y otros no? Y ya tenemos de nuevo en marcha la máquina de crear historias. Tirando de un hilo, de una pregunta.

Esas preguntas son importantes. Soy de los que cree que se puede armar una historia solo mediante preguntas, pero no creo que sean lo único que me ayudan a despertar la creatividad. Funcionan, también, el silencio, el ambiente solemne que tienen las cosas abandonadas y ese sentido de peligro absurdo que se tiene cuando se está en un lugar desconocido o en un lugar en el que no se debe entrar. No olvidemos que sobre la mayoría de esos lugares suelen pesar prohibiciones de acceso. Bien por ser propiedades privadas, bien por representar un peligro para las personas debido a su abandono. Y no hay nada que atraiga más a un ser humano que una prohibición.

Tampoco podemos olvidar que como seres culturales que somos, estamos influidos por todo el constructo social y cultural que rodea estos espacios abandonados. Desde el romanticismo, los castillos abandonados, los bosques, los cementerios y espacios similares han sido escenarios recurrentes para la literatura y el cine. Cuando nos acercamos a estos lugares no llevamos solo nuestras preguntas y nuestras sensaciones, sino que cargamos el bagaje de todas las lecturas y películas que sucedían en espacios similares. ¿Cuántas películas conocéis que comiencen con un grupo de personas llegando a un lugar abandonado?

Con este artículo solo quería reflexionar un poco sobre un fenómeno del que no he escuchado hablar mucho y que yo creo que puede ser una buena fuente de inspiración para cualquier escritor. No solo para los que estén interesados en escribir terror, sino para aquellos que se interesen por el pasado o, quién sabe, quizás por las prohibiciones.

Acerca de los autores

Alejandro Marcos, fotografía de Isabel Wagemann- IMG2-675

Alejandro Marcos

Coordina el Itinerario Centauros más allá de Orión de literatura fantástica, ciencia ficción y terror, en el que imparte clases desde hace casi diez años. Ha publicado las novelas fantásticas El final del duelo, Vendrán del este (ambas con Orciny Press) y Cástor y Pólux (con Ediciones el Transbordador). En enero de 2024 la novela de terror La hora de las moscas con Plaza & Janés. Además ha participado en varios manuales de escritura de Páginas de Espuma y en varias antologías de relato fantástico.

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Chiki Fabregat, fotografía de Isabel Wagemann- IMG2-675

Chiki Fabregat

Coordina el departamento de Literatura Infantil y Juvenil de la Escuela de Escritores. Ha publicado más de una docena de libros para infancia y adolescencia, entre los que destacan El cofre de Nadie, premio Gran Angular 2021, Recuérdame por qué he muerto, premio Torre del Agua 2023 o Un hada con el ala rota. También ha publicado, con la editorial Páginas de Espuma y Escuela de Escritores el manual Escribir Infantil y Juvenil.

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Jorge Corrales - IMG300

Jorge Corrales

Es Licenciado en Filología Hispánica y diplomado en Guion por la ECAM. En los últimos años ha desarrollado su actividad como escritor en redes sociales, donde acumula decenas de miles de seguidores. Cada viernes, los relatos que publica en su perfil personal se convierten en historias virales en Twitter. Entre 2012 y 2022 ha sido profesor de español y Escritura Creativa en la ciudad de Berlín.

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Lara Coto, profesora de Escritura Creativa para Adolescentes en Escuela de Escritores - IMG570 - fotografía de Ático26

Lara Coto

Lara es la coordinadora del Departamento de Atención al Alumno. Forma parte del equipo de Escuela de Escritores desde 2017, donde se ha formado en cursos de Escritura Creativa, Relato Breve y Proyectos Narrativos. Desde 2021 imparte clases de Escritura Creativa para jóvenes y adultos. Estudió Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid.

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Mariana Torres, profesora del Máster de Narrativa en Escuela de Escritores - IMG570 - fotografía de Gaby Jongenelen

Mariana Torres

Nació en Brasil en 1981, y reside en Madrid. Es diplomada en Guion por la ECAM y forma parte de Escuela de Escritores, donde imparte clases desde 2004. Su libro de relatos, El cuerpo secreto, fue publicado en Páginas de Espuma en 2015. Como escritora forma parte del proyecto CELA (2017-2019) y de la lista Bogotá 39 seleccionada por el Hay Festival (Bogotá39-2017).

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