La ciencia ficción «envejecida»

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Escrito por: ALEJANDRO MARCOS

Suele decirse que la ciencia ficción, sobre todo la ciencia ficción prospectiva, envejece mal. Con esto, asumo, quiere decirse que muchos de los avances y derivas sociales que se presentan en la obra de ciencia ficción finalmente acaban por no producirse o por demostrarse como completamente erróneos. Es decir, que hemos superado ese futuro que se nos presentaba y ha resultado no ser así. O que los avances tecnológicos han tomado una dirección completamente distinta.

Blog de escritura de Escuela de Escritores, con Lara Coto, Alejandro Marcos, Chiki Fabregat, Jorge Corrales y Mariana Torres

Algunos ejemplos son: el optimismo que tenían algunos escritores de que en el siglo XXI tuviésemos coches voladores, o que cruzáramos el planeta con cohetes en cuestión de segundos, o que hubiéramos conquistado el espacio, o que el planeta se hubiera dividido en dos grandes bloques que hubieran eliminado las naciones. Evidentemente, muchas de estas obras han nacido bajo el ala de la bomba atómica, la carrera espacial y la Guerra Fría. Parece que casi nadie en la ciencia ficción más clásica supo prever la existencia de Internet y cómo íbamos a cambiar el espacio exterior por el ciberespacio. Desde hace unos años (sus buenos veinte años), evidentemente, los escritores están explorando las prospecciones de Internet, pero quién sabe si dentro de treinta años no nos reiremos de estas predicciones. No solo con esto, sino con el transhumanismo, por ejemplo, y las inteligencias artificiales, que parecen ser los actuales temas recurrentes en la ciencia ficción.

También hay obsolescencia social, como la importancia que supuestamente le daríamos al psicoanálisis en nuestros tiempos en la distopía Limbo, importancia que hoy en día nos provoca más comicidad que preocupación. Con las distopías hay quizás algo más de problema porque algunos rasgos exagerados de ellas sí que están apareciendo en nuestra sociedad, lo cual solo las hace aún más inquietantes.

Frankenstein, Crónicas marcianas, 1984, Limbo, 2001 odisea en el espacio, etc. Todas ellas son obras de ciencia ficción clásicas que, según nuestros conocimientos científicos y sociales actuales, se han quedado obsoletas. Vale, eso quizás es cierto, pero ¿eso implica entonces que esa obra de ciencia ficción sea desechable o que haya perdido su valor artístico? ¿Qué sea imposible anatómicamente crear al monstruo de Frankenstein quiere decir que la obra no merece la pena?, ¿que los personajes de Ray Bradbury viajen de Londres a Estados Unidos en cohetes hace que ya no sea recomendable leer sus relatos? Para nada.

Aunque, como todo en la literatura, en algunos casos de libros concretos, depende. Depende, sobre todo, de la calidad del texto. Si hablamos de una buena obra de ciencia ficción (de una verdadera obra de ciencia ficción habría que decir más bien), aunque los avances científicos no se apliquen a nuestra realidad, aunque nuestros conocimientos hayan desmontado ciertas teorías, el texto nos va a hablar de algo que va más allá de ese envoltorio tecnológico. De hecho, este envejecimiento es una de las mejores pruebas que podemos encontrar para diferenciar la buena y la mala ciencia ficción. Si superan la prueba, si se siguen leyendo a pesar de quedarse «obsoletas», nos encontraremos ante unas buenas historias.

Todos esos ejemplos que he puesto anteriormente, nos remiten a una ciencia ficción que ahora miramos con nostalgia y cuya estética de futuro, nos resulta entrañable. El lector de ciencia ficción sabe que eso es solo un envoltorio, que esa estética, esos avances, ese novum, no es más que una excusa para hablar de otra cosa; de una idea más profunda y abstracta, de una verdad sumergida que, desde luego, es la misma verdad que aquella de la que habla la literatura realista. Que no pueda viajar a Marte en cohete no quiere decir que no podamos hablar del racismo y del colonialismo brutal de Estados Unidos como se hizo en Crónicas marcianas.

La predicción no es la finalidad de la ciencia ficción. Ni siquiera debería ser uno de sus objetivos. Si te has planteado tal final para tu texto, probablemente tengas un texto vacío, puro fuego artificial que sea llamativo, pero que no conlleve nada más, que esté vacío de significado y, por tanto, vacío de verdad. De hecho, si nuestro texto se basa en predicciones y estas se cumplen, eso no hará más interesante nuestro texto. Nos hará, si acaso, más interesantes a nosotros, pero poco más. Pasaremos a ser una curiosidad literaria. El acertar con las predicciones no hará que la calidad de un texto aumente.

Os pondré un ejemplo: Hay un cuento de Bradbury, «La pradera» (o «La sabana» según la edición) en el que una casa está completamente domotizada y, aunque se equivoca en muchas cosas, acierta en la realidad virtual y las luces inteligentes. Pero eso da igual. También habla de cohetes y de maquinas que atan los cordones movidas por energía atómica. Pero ese texto, a pesar de la sonrisa de condescendencia que puede provocar al leerlo, consigue el efecto que Bradbury buscaba 70 años después. Nos habla del mal uso de la tecnología, de las consecuencias de no tomar decisiones e incluso de la crianza de los niños. Y es tan inquietante hoy como lo era hace setenta años, cuando ni siquiera se habían inventado los videojuegos. ¿Fue Bradbury un visionario? No, fue un buen escritor.

En Un mundo feliz, los personajes se desplazan usando helicópteros entre unos edificios y otros, anticipando un uso para los helicópteros que no se ha extendido (gracias a los dioses de felpa), el de sustitución de los coches. No supieron ver la imposibilidad de gestión de la misma cantidad de coches que de helicópteros en el espacio aéreo, sin inteligencias artificiales ni «carreteras». Vemos a la gente moverse en helicóptero y nos da la risa, sonreímos con ternura, pero ya está. El mensaje del libro permanece intacto. Y eso es así porque Huxley podría haber usado un helicóptero o un sistema de coches automanejados.

Es cierto que este tipo de detalles hacen balancearse nuestra verosimilitud, pero en el conjunto, con la obra en contexto, nunca deberían suponer un problema. Si nos sucede, si somos incapaces de entrar en la obra, deberíamos plantearnos si nos gusta la ciencia ficción o simplemente nos gusta ver inventos chulos.

¿La ciencia ficción envejece mal? No. La buena ciencia ficción, siendo como es buena literatura, no envejece ni envejecerá jamás.

Acerca de los autores

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Alejandro Marcos

Coordina el Itinerario Centauros más allá de Orión de literatura fantástica, ciencia ficción y terror, en el que imparte clases desde hace casi diez años. Ha publicado las novelas fantásticas El final del duelo, Vendrán del este (ambas con Orciny Press) y Cástor y Pólux (con Ediciones el Transbordador). En enero de 2024 la novela de terror La hora de las moscas con Plaza & Janés. Además ha participado en varios manuales de escritura de Páginas de Espuma y en varias antologías de relato fantástico.

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Chiki Fabregat

Coordina el departamento de Literatura Infantil y Juvenil de la Escuela de Escritores. Ha publicado más de una docena de libros para infancia y adolescencia, entre los que destacan El cofre de Nadie, premio Gran Angular 2021, Recuérdame por qué he muerto, premio Torre del Agua 2023 o Un hada con el ala rota. También ha publicado, con la editorial Páginas de Espuma y Escuela de Escritores el manual Escribir Infantil y Juvenil.

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Jorge Corrales

Es Licenciado en Filología Hispánica y diplomado en Guion por la ECAM. En los últimos años ha desarrollado su actividad como escritor en redes sociales, donde acumula decenas de miles de seguidores. Cada viernes, los relatos que publica en su perfil personal se convierten en historias virales en Twitter. Entre 2012 y 2022 ha sido profesor de español y Escritura Creativa en la ciudad de Berlín.

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Lara Coto, profesora de Escritura Creativa para Adolescentes en Escuela de Escritores - IMG570 - fotografía de Ático26

Lara Coto

Lara es la coordinadora del Departamento de Atención al Alumno. Forma parte del equipo de Escuela de Escritores desde 2017, donde se ha formado en cursos de Escritura Creativa, Relato Breve y Proyectos Narrativos. Desde 2021 imparte clases de Escritura Creativa para jóvenes y adultos. Estudió Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid.

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Mariana Torres, profesora del Máster de Narrativa en Escuela de Escritores - IMG570 - fotografía de Gaby Jongenelen

Mariana Torres

Nació en Brasil en 1981, y reside en Madrid. Es diplomada en Guion por la ECAM y forma parte de Escuela de Escritores, donde imparte clases desde 2004. Su libro de relatos, El cuerpo secreto, fue publicado en Páginas de Espuma en 2015. Como escritora forma parte del proyecto CELA (2017-2019) y de la lista Bogotá 39 seleccionada por el Hay Festival (Bogotá39-2017).

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