El maldito primer capítulo

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Escrito por: ALEJANDRO MARCOS

En el momento de escribir este artículo me encuentro en la fase final de revisión de mi última novela. Justo antes de pasársela al editor y que me dé el visto bueno definitivo. Todos mis lectores cero han coincidido en una cosa que yo ya preveía y que les preguntaba en el cuestionario: tengo que reescribir el primer capítulo.

Blog de escritura de Escuela de Escritores, con Lara Coto, Alejandro Marcos, Chiki Fabregat, Jorge Corrales y Mariana Torres

Yo ya lo sabía porque la voz del narrador del primer capítulo después evoluciona y se va distanciando del tono épico exagerado que yo me había impuesto al principio. Estoy escribiendo la historia de Cástor y Pólux, los gemelos de la mitología griega, y el tono del primer capítulo me había quedado demasiado impostado, una especie de imitación barata de la Iliada. Poco a poco, a medida que fui trabajando con esa voz la fui suavizando hasta mezclarla con la mía propia y hacer algo más natural y sobre todo más actual, más parecido a lo que yo buscaba. Ese primer capítulo chirría totalmente con el resto de la novela.

Aunque yo sabía eso, traté de suavizarlo en las sucesivas revisiones y de adaptarlo al tono general del libro (cualquier cosa menos reescribir). Pero hay cosas que no se pueden arriesgar. Alejandro, me dije, ¿de verdad vas a arriesgarte a que algún lector no entre en la novela solo por orgullo y vaguería? Vergüenza sobre mi vaca. Yo, que me lleno la boca cuando hablo con alumnos instándoles a no tener miedo a borrar, a cortar, a reescribir, estaba haciendo exactamente lo que sé que no debía hacer.

Supongo que lo hacía por esa sensación absurda de que si tiraba ese primer capítulo estaba tirando parte de mi trabajo, de mi tiempo. Como si ese esfuerzo no hubiera servido para nada. Y nada más lejos de la realidad. Ese capítulo me permitió ver por dónde quería ir, cómo eran los personajes, la voz que no quería usar. Sin ese primer capítulo erróneo, no hubiera venido un segundo algo mejor y un tercero ya del todo introducido en la voz que yo buscaba. Eso jamás puede ser tiempo perdido. Tiempo perdido sería, por ejemplo, si por cabezonería no cambiara ese primer capítulo y estropeara el resto de la novela solo por orgullo. Eso sí que sería no tomarme en serio mi escritura, no tomarme en serio mi trabajo. Y yo lo sabía y por eso se lo pregunté a los lectores cero, quizás para aferrarme a la última esperanza de que ese primer capítulo erróneo fuera solo una impresión mía. Pocas veces me ha fallado ese instinto al sentir que algo está mal en mis textos.

Hay quien dice que la primera frase de una novela es la última que se escribe y no sabía esa persona la razón que tenía. Por supuesto esto es algo que yo ya sabía por mis anteriores novelas. Aunque en ninguna de ellas he tenido que reescribir por completo el primer capítulo, tal y como me está ocurriendo ahora, sí que he tenido que revisar ese capítulo muchas más veces que los demás para que contuviera la esencia completa de lo que luego iba a ser la novela entera. Y eso es algo que solo se puede hacer una vez has terminado la escritura del borrador.

En esta reescritura del primer capítulo no solo he revisado y armonizado el tono y la voz con el del resto del libro, sino que también he traído a primer plano detalles de la historia que antes no estaban perfilados. Manías de los personajes, ajustes de carácter, detalles ambientales, pequeñas anticipaciones discretas, etc. Era imposible que eso estuviera en la primera escritura porque es algo que no se puede panificar con exactitud por muy escritor de mapa que seas (que encima no lo soy).

Es cierto que mientras reescribía el capítulo tenía la sensación de estar escribiendo más con la cabeza que con el corazón, de ser demasiado consciente de lo que estaba haciendo. No me quedaba otra, puesto que las acciones de los personajes, lo que sucede en ese capítulo, debía ser igual a lo que ya había escrito previamente o de otro modo no encajaría con la continuación de la novela. No he acabado el capítulo con la sensación creativa con la que a veces termino de escribir cuando no soy consciente de que lo hago, eso es cierto, pero también intuyo que va a ser un texto que me va a costar bastante menos revisar porque ya estaba empapado de la historia y del tono del narrador. No se puede ganar siempre.

El primer capítulo es la entrada del lector a la novela, es el recibidor de la casa. En él vamos a establecer el conflicto, el narrador, los personajes y la ambientación. Si algo de eso falla, el lector no va a querer seguirnos en la historia, no podemos jugárnosla a dejar un primer capítulo sin trabajar. Es de perezosos y de despreocupados. Y, si nosotros mismos no nos preocupamos por nuestra novela, si no nos importa lo suficiente como para reescribir un capítulo, como para perder unas horas, ¿por qué iba a tener que importarle a un lector que nos está regalando su tiempo y que tiene, seguramente, muchísimos más libros que leer? Esto es algo que también les digo mucho a mis alumnos cuando no prestan atención a la revisión de sus textos. Pero con saberse la teoría no sirve, como habéis podido ver, hay que sentarse con uno mismo e interrogarse, darse un par de collejas si hace falta y, sobre todo, preguntarnos si creemos en nuestra historia. Porque si creemos en ella, tenemos que esforzarnos por ella y no abandonarla a la primera de cambio o dejarla de cualquier manera.

Los que me seguís o me conocéis ya sabéis que odio la revisión y la rescritura, sin embargo siempre es el proceso que más tiempo me lleva al escribir una novela. Soy consciente de ello y lo asumo precisamente porque sé que sin todo ese trabajo que quizás me cuesta más que la escritura, nada de lo que imagino, de lo que me gusta escribir, brillaría lo más mínimo. Por eso mismo he reescrito el primer capítulo de la novela y por eso mismo reescribiré lo que haga falta en futuros textos.

Acerca de los autores

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Alejandro Marcos

Coordina el Itinerario Centauros más allá de Orión de literatura fantástica, ciencia ficción y terror, en el que imparte clases desde hace casi diez años. Ha publicado las novelas fantásticas El final del duelo, Vendrán del este (ambas con Orciny Press) y Cástor y Pólux (con Ediciones el Transbordador). En enero de 2024 la novela de terror La hora de las moscas con Plaza & Janés. Además ha participado en varios manuales de escritura de Páginas de Espuma y en varias antologías de relato fantástico.

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Chiki Fabregat

Coordina el departamento de Literatura Infantil y Juvenil de la Escuela de Escritores. Ha publicado más de una docena de libros para infancia y adolescencia, entre los que destacan El cofre de Nadie, premio Gran Angular 2021, Recuérdame por qué he muerto, premio Torre del Agua 2023 o Un hada con el ala rota. También ha publicado, con la editorial Páginas de Espuma y Escuela de Escritores el manual Escribir Infantil y Juvenil.

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Jorge Corrales

Redactor de nuestro canal de Twitter. Es Licenciado en Filología Hispánica y diplomado en Guion por la ECAM. En los últimos años ha desarrollado su actividad como escritor en redes sociales, donde acumula decenas de miles de seguidores. Cada viernes, los relatos que publica en su perfil personal se convierten en historias virales en Twitter. Entre 2012 y 2022 ha sido profesor de español y Escritura Creativa en la ciudad de Berlín.

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Lara Coto, profesora de Escritura Creativa para Adolescentes en Escuela de Escritores - IMG570 - fotografía de Ático26

Lara Coto

Lara es la coordinadora del Departamento de Atención al Alumno. Forma parte del equipo de Escuela de Escritores desde 2017, donde se ha formado en cursos de Escritura Creativa, Relato Breve y Proyectos Narrativos. Desde 2021 imparte clases de Escritura Creativa para jóvenes y adultos. Estudió Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid.

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Mariana Torres, profesora del Máster de Narrativa en Escuela de Escritores - IMG570 - fotografía de Gaby Jongenelen

Mariana Torres

Nació en Brasil en 1981, y reside en Madrid. Es diplomada en Guion por la ECAM y forma parte de Escuela de Escritores, donde imparte clases desde 2004. Su libro de relatos, El cuerpo secreto, fue publicado en Páginas de Espuma en 2015. Como escritora forma parte del proyecto CELA (2017-2019) y de la lista Bogotá 39 seleccionada por el Hay Festival (Bogotá39-2017).

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