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Escrito por: CHIKI FABREGAT
Llega la Feria del Libro de Madrid y habrá mucha gente paseando entre casetas, con el deseo de descubrir un tesoro. Y, sí, hay tesoros ocultos en muchos rincones, pero también hay otros a la vista, expuestos en casetas que tienen el detalle de colocar escaloncitos delante para que los niños se acerquen a ver, a tocar, a enamorarse. Mi consejo es que os subáis a esos escalones. Que os aproximéis a la literatura infantil y juvenil (LIJ) con el corazón abierto y la mente libre de prejuicios, pero también con el deseo de descubrir, de dejaros sorprender por el hoy, por el ahora.
No me entendáis mal, no tengo nada en contra de leer lo que se escribió hace mucho tiempo y creo que todos escribimos subiéndonos a los hombros de los que han escrito antes, pero me molesta el tufillo a naftalina que destilan muchas listas de libros LIJ recomendados porque suelen ser resultado de la desidia, de la falta de interés. Listan los títulos que leímos los que ya hemos cumplido medio siglo y lo justifican bajo el paraguas de que cualquier tiempo pasado fue mejor, de que ya no se hacen libros como los de antes. Pero no es más que eso, desidia. Incluso Harry Potter es ya algo del pasado y hay quien lo enarbola como muestra de su conocimiento del hoy, del interés y el gusto infantil o adolescente del siglo XXI.
No seré yo quien borre de la lista de personajes más maravillosos jamás escritos a mi queridísima Pippi Langstrump, pero ha llovido mucho desde que esa niña llegó con su maletín de monedas de oro a Villa Kunterbunt. Si os gusta Pippi, si os gustó hace años, buscad en las casetas de la Feria a Pepa Guindilla, de Ana Campoy, que es muy nuestra y muy de ahora.
Aunque, si de verdad buscáis un tesoro, no hay mejor mapa que el que se oculta entre los árboles del Retiro. Mirad el título del libro que lee una niña tumbada en el césped, el que lleva ese niño que dice «una página más y ya, te lo prometo» a sus mayores. Buscad niños, niñas, adolescentes, porque ellos son los mejores recomendadores, los que os ayudarán a encontrar todas las joyas. Preguntad a las libreras, que os dejarán miguitas de pan para encontrar el camino.
Aun así, sin ser niña ni librera, me atrevo a dejaros unas cuantas sugerencias. Abrazad a Anna Kadabra, de Pedro Mañas, porque hay un antes y un después de leer a Pedro, dejaos empapar por la belleza de cada palabra que escribe Beatriz Giménez de Ory, viajad a Egipto de la mano de Victoria Álvarez y reíd a carcajadas con los Minimuertos de Ledicia Costas.
Me resulta imposible hacer un listado de todos los libros con los que enamorarse de la literatura infantil y juvenil actual. Sería obsceno elegir los diez mejores, los imprescindibles. Le he dado muchas vueltas a este artículo, lo prometo. Es tan grande el mundo de la literatura infantil y juvenil que podría estar meses publicando un artículo a la semana. No puedo hacer una lista, no. Se escribe mucho y muy bien en el sector infantil y juvenil español. Ya está. Leed literatura infantil y juvenil, rendíos a la belleza de lo sencillo, de lo profundo, de lo divertido.
Ese es mi consejo.
Aquí se acaba el artículo.
Pero no.
Tengo que intentar ser más precisa. Ayudaros a encontrar la joya que os hará mirar la LIJ de otra manera. Mojarme. Elegir. Y, después de darle muchas vueltas, no lo haré con títulos, sino con tres nombres que firman algunos de los mejores libros infantil y juveniles en España. Si no tenéis autores o libros favoritos, si no tenéis niñas y niños, adolescentes alrededor que os recomienden sus lecturas, podéis empezar con Nando López, Begoña Oro y Mónica Rodríguez.
Nando López es el autor de los adolescentes. Escribe también para adultos y para niños, pero es ahí, en ese mundo diverso, apasionante y complejo que es la adolescencia, donde ha creado un vínculo de sinceridad descarnada con sus lectores. Sus libros destilan respeto por los personajes y por los lectores, por sus intereses. Por lo que de verdad les preocupa. Tras cada personaje de Nando hay un ser humano real, de carne y hueso, uno que podría sentarse a nuestro lado para contarnos su historia. O al menos eso es lo que trasmite la lectura de sus libros. Da igual si las historias están basadas en experiencias reales o no, porque se perciben como si una voz se las hubiese contado al autor y él solo las transcribiera. Pero nunca se trata de la historia tópica, la que hemos leído mil veces. Nando tiene la capacidad de mirar hacia los rincones en los que otros apenas reparamos, los ilumina, los pone en el centro de la trama. Y teje alrededor una historia llena de giros, con un entramado sólido que recuerda a las mejores novelas de género policiaco. Supongo que La edad de la ira será su libro más vendido, pero no lo envidian Malditos dieciséis, Nadie nos oye, Las redes del miedo, La versión de Eric o tantos otros títulos que ayudan a sus lectores a hacer las paces con el mundo.
Begoña Oro es nuestra bandera, la autora a la que todos citamos para explicar que «a los autores de literatura general se los admira y a los de infantil se nos quiere». Ojalá, querida Begoña, me quisieran los lectores una décima parte de lo que te quieren a ti. Pero quién no va a querer a la creadora de Rasi, de Troti y de tantos personajes que enamoran a los más pequeños. Quién no quiere escuchar Cuentos bonitos para quedarse fritos. Porque Begoña también escribe para preadolescentes y para jóvenes y ha ganado algunos de los premios más prestigiosos de la literatura juvenil en español, pero su voz amable y divertida y su mirada directa a los ojos de los más pequeños son inigualables. Jamás escribe desde la adulta que sabe lo que lo conviene a un niño, solo (¡solo!) cuenta historias y escribe poemas que llegan directos al corazón, hacen cosquillas y anidan en la memoria. No voy a elegir entre sus más de cien títulos, pero si encontráis un libro delgado, con dibujos en la portada, firmado por Begoña Oro, haceos un favor y regaláoslo.
Mónica Rodríguez es, para mí, la mejor voz de la literatura infantil y juvenil en español. Una voz rica, poética, cargada de precisión y matices. Una voz que apela a la inteligencia de quienes la leen. Una poeta. No lo sabe, y eso la convierte en un tesoro aun mayor, pero hace música con las palabras. También, como Nando y Begoña, escribe para todas las edades, pero sus libros para los últimos años de la infancia, para la preadolescencia, son maravillosos. Sus personajes, casi siempre realistas, tienen la capacidad de metérsenos bajo la piel. Sus mejores historias no son amables ni tiernas, si entendemos por amable y tierno todo lo dulcificado para no herir, si cargamos de menosprecio esos adjetivos. Un niño maltratado que huye de casa y vive con perros, una niña que descubre el amor, incómoda, porque no es como lo esperaba, el testigo de un abuso. Personajes maravillosos a los que queremos abrazar y proteger. Pero, sobre todo, a los que el lector infantil más maduro quiere abrazar, acompañar y proteger. Porque ¿no es eso la literatura, el deseo de ser, de estar, de vivir al lado de quienes protagonizan las historias? Si tuviera que elegir entre las decenas de títulos de Mónica creo que me quedaría con Un gorrión en mis manos. Pero, afortunadamente, no tenéis por qué elegir y podéis perderos entre miles de páginas para conocerla.
Me pasa siempre cuando escribo un artículo sobre literatura infantil y juvenil: empiezo con el deseo de hacer un recorrido objetivo y serio por lo que quiero contar y termino en una suerte de metáfora del amor. Es lo que tienen los enamoramientos, que nos vuelven abstractos. Divago sobre conceptos intangibles, sobre voces, sobre respeto a los lectores. Pero es que, aunque solo haya elegido tres firmas, son muchos, somos muchos, los que escribimos desde el respeto más profundo hacia quien nos va a leer y a todos nos une el amor por esa literatura tan maltratada a veces, tan olvidada casi siempre, tan variada como los nombres en letra pequeña que aparecen en las portadas. Tan literatura, aunque haya quien lo ponga en duda.
Insisto, no hay mejor consejo de lectura que el de un lector entregado. Si podéis, escuchad a las niñas y a los niños, a los y las adolescentes que han hecho de la lectura su refugio. Y, si no tenéis tanta suerte, empezad con mi pequeña lista y después, cuando ya no haya vuelta atrás y necesitéis muchos más nombres, más títulos, dejad que os enamoren Silvia Aliaga y Patricia García-Rojo, que Laura Vila os cante cuentos, que Paloma González Rubio os muestre lo invisible…
Ya estoy otra vez divagando, diciendo nombres, eligiendo. No. No os limitéis. Que mis consejos no os limiten. Es tanta y tan buena la literatura infantil y juvenil que se publica en España que, leáis lo que leáis, tenéis muchas posibilidades de sentir que hay un mundo maravilloso tras esas portadas y que, por alguna razón incomprensible, os lo estabais perdiendo.
Coordinadora de los cursos presenciales en Madrid y Getafe y, de los cursos por videoconferencia y, junto a Alejandro Marcos, del posgrado de formación de profesores que imparte Escuela de Escritores en colaboración con la Universidad de Alcalá. Es también la coordinadora del departamento de Atención al Alumno y de la Jefatura de Estudios de Literatura Infantil y Juvenil. Licenciada en Filología Hispánica por la UCM.
Lara Coto estudió Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid. Durante cuatro años se formó en diferentes cursos de Escuela de Escritores. En 2017 y 2018 trabajó como Project Manager en el proyecto CELA. Imparte cursos en la Escuela desde 2021 donde también coordina el Departamento de Atención al Alumno. En 2024 publicó su primera novela, Materna, con la editorial Del Nuevo Extremo.
Coordina los departamentos de Formación, Calidad y Relaciones Internacionales. Además, junto a Chiki Fabregat, se encarga de la Capacitación Docente en Escritura Creartiva. Imparte cursos de escritura desde 2012, es profesor, junto a Javier Sagarna, de la asignatura de Proyectos del Máster de Narrativa. Escribe acerca de narrativa en el blog de la Escuela y codirige, con Lara Coto, nuestro podcast. Desde 2019 trabaja como Project Manager en el proyecto CELA.
Licenciada en Física y Máster en Cultura Científica e Innovación. Forma parte del equipo de Escuela de Escritores en el área de Informática. Imparte un Laboratorio de metáforas y fue alumna de la IX Promoción del Máster de Narrativa de Escuela de Escritores. En 2019 participó en el curso europeo de formación de profesorado de la EACWP. En 2021 publicó su primer poemario, Muro con buganvilla, con la editorial Amargord, reeditado en 2024 por Buenos Aires Poetry.
Responsable del departamento de Informática de Escuela de Escritores, donde trabaja desde 2003. Es diplomada en Guion por la ECAM y escritora. Imparte clases en el Máster de Narrativa. Forma parte de la Asociación Europea de Programas de Escritura Creativa (EACWP), a través de la cual ha realizado intercambios de profesorado con otras escuelas.
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