De la cabeza al papel

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Escrito por: ALEJANDRO MARCOS

Llevo un tiempo obsesionado con una imagen. Me sucede a veces cuando estoy acabando de escribir mis novelas. Es una imagen nada más, no hay historia, apenas personaje, pero sé que es una semilla de la que saldrá una historia.

Blog de escritura de Escuela de Escritores, con Lara Coto, Alejandro Marcos, Chiki Fabregat, Jorge Corrales y Mariana Torres

Tengo decenas de cuadernos con ideas garabateadas. Antes, cuando viajaba en autobús todos los días, se me ocurrían muchísimas ideas mirando por la ventana u observando al resto de pasajeros. Amigos escritores que usáis el transporte público, a veces ir sin auriculares es una bendición. Siempre anotaba dichas ideas. Me daba miedo que un día tuviera tiempo para escribir y no se me ocurriera nada. Pobre ingenuo. Ni tengo tiempo para escribir ni se me agotan (de momento) las ideas.

Es más, siempre que estoy acabando de revisar un proyecto, noto cómo me va poseyendo otra idea diferente. Cuando me pasa, sé que está llegando el momento de despedirme del anterior proyecto y debo acelerar con el proceso de revisión.

Disfruto mucho de esta fase en la que le doy vueltas a una imagen en la cabeza. Lo hago en el gimnasio, cuando estoy yendo al trabajo o justo antes de dormirme. ¿Qué ha sucedido antes de esa imagen?, ¿qué pasará después?, ¿quién es esa persona que aparece?, ¿dónde están? Ya sabéis que no soy un escritor de brújula, por lo que responderé a todas esas preguntas mucho antes de que me haya sentado a escribir la primera línea.

Pero, por el momento, disfruto. Me imagino lo que ese posible libro será. Y no hay historia, solo la emoción que esa imagen me provoca. Esto es importante, porque tengo que aferrarme a esa emoción todo el tiempo que pueda antes de clavar la mariposa con alfileres y matarla. Ahora vuela libre, no soy capaz de ver sus formas con claridad, pero qué bonita es. Esa imagen es potencial. Dentro esconde muchas historias posibles y yo tengo que averiguar cuál es la verdadera. Miguel Ángel decía que la escultura ya se encuentra en el trozo de mármol antes de ponerse a trabajar y que él la iba descubriendo. Salvando las enormes distancias que me separan del talento de Miguel Ángel, rumiar esa imagen me hace sentir un poco como él. Siento que mi próxima novela ya está contenida en esa imagen, en ese sentimiento que percibo cuando la pienso, y que es mi trabajo plasmar ese sentimiento en el papel.

Digo que tengo que aferrarme a ese sentimiento porque de él, del sentimiento que yo quiero provocar en los lectores, es de donde nacerá el tema de la novela y con él, probablemente el conflicto y el protagonista. Y una vez me ponga a clavar los alfileres en la mariposa, ese sentimiento desaparecerá porque habré cambiado emoción por razón. Será el momento de organizar la historia con la cabeza y en ese proceso siempre se corre el riesgo de perder ese sentimiento inicial. Y eso no quiero que me pase. Yo escribo para que, al acabar mis historias, el lector tenga la misma sensación que tenía yo cuando rumiaba y contemplaba aquella imagen mental. Es algo que también me anoto para revisar cuando estoy acabando los borradores de mis historias.

Y es algo que es complicado mantener. Puedo hacerlo con facilidad cuando estoy escribiendo relatos, pero no en las novelas. En las novelas ese sentimiento se acaba diluyendo y con el tiempo yo mismo cambio y mis percepciones cambian. La propia historia cambia. Ser capaz de mantener siempre ese rumbo norte va haciéndose más complicado a medida que pasa el tiempo y a medida que el proceso de escritura se alarga. Por eso cada vez intento sostener esta fase todo lo posible, impregnarme de la imagen sin prisa, disfrutando y paladeándola sin hacerme preguntas.

Me encanta no tener las respuestas aún, pero saber qué están ahí. Me emociona igual que cuando comienzo a leer un libro nuevo. Ese proceso de planificación y de escritura es, para mí, similar al proceso de lectura, de descubrimiento. Por eso nunca planifico del todo, para no matarme esas pequeñas sorpresas o esos hallazgos que la parte creativa me va guardando y va liberando a medida que escribo y desgrano la historia.

Creo que eso es algo bueno, mantener esa pequeña expectación mientras se escribe, enamorarse poco a poco de la historia. Es verdad que después, con la revisión, volvemos a clavar a la mariposa en el corcho y terminamos, al menos yo termino, desenamorándonos del todo de nuestro proyecto. Pero esa primera fase de escritura y planificación es muy emocionante.

Es tan emocionante, de hecho, que hay personas que se quedan en ella. «Tengo una idea», te dicen, «que es maravillosa, es genial, creo que es algo revolucionario, nuevo, único», pero nunca llegan a escribirla. Y entiendo por qué. Lo que escribas siempre parecerá una versión de mercadillo de esa imagen que tienes en tu cabeza. Lo que consigas hacer sentir al lector, por mucho que sea, será una versión pálida de ese sentimiento y los matices que tú ves cuando piensas en esa imagen. Pero eso es así. Igual que es imposible no perder matices en la traducción de idiomas, es imposible no perderlos cuando se traduce de la idea a la palabra. Nunca estar satisfecho del todo con lo que se escribe es la maldición del escritor y el ver nuestra historia ya terminada y decir: «No eras tú a quien yo quería» duele. Pero hay que salir de ahí. Hay que salir de las idealizaciones. Si quieres pareja y buscas a la persona perfecta que no falle en nada y que siempre piense como tú, lo más probable es que sigas soltero durante el resto de tu vida. Igual que si buscas escribir la historia perfecta, acabes sin escribir ni una sola palabra.

Y no escribiendo es la única manera en la que te aseguras de que no harás que la mariposa que tú has visto vuele para otros. Por eso yo escribo. Me deleito en la fase de la imaginación, las posibilidades, las preguntas, la intriga, pero luego escribo. Escribo mucho y siempre. Palabras y palabras, unas mejores que otras, pero escribo. Después de todo, es la única forma de hacer que la mariposa vuele de nuevo para otros.

Acerca de los autores

Alejandro Marcos, fotografía de Isabel Wagemann- IMG2-675

Alejandro Marcos

Coordina el Itinerario Centauros más allá de Orión de literatura fantástica, ciencia ficción y terror, en el que imparte clases desde hace casi diez años. Ha publicado las novelas fantásticas El final del duelo, Vendrán del este (ambas con Orciny Press) y Cástor y Pólux (con Ediciones el Transbordador). En enero de 2024 la novela de terror La hora de las moscas con Plaza & Janés. Además ha participado en varios manuales de escritura de Páginas de Espuma y en varias antologías de relato fantástico.

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Chiki Fabregat, fotografía de Isabel Wagemann- IMG2-675

Chiki Fabregat

Coordina el departamento de Literatura Infantil y Juvenil de la Escuela de Escritores. Ha publicado más de una docena de libros para infancia y adolescencia, entre los que destacan El cofre de Nadie, premio Gran Angular 2021, Recuérdame por qué he muerto, premio Torre del Agua 2023 o Un hada con el ala rota. También ha publicado, con la editorial Páginas de Espuma y Escuela de Escritores el manual Escribir Infantil y Juvenil.

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Jorge Corrales - IMG300

Jorge Corrales

Redactor de nuestro canal de Twitter. Es Licenciado en Filología Hispánica y diplomado en Guion por la ECAM. En los últimos años ha desarrollado su actividad como escritor en redes sociales, donde acumula decenas de miles de seguidores. Cada viernes, los relatos que publica en su perfil personal se convierten en historias virales en Twitter. Entre 2012 y 2022 ha sido profesor de español y Escritura Creativa en la ciudad de Berlín.

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Lara Coto, profesora de Escritura Creativa para Adolescentes en Escuela de Escritores - IMG570 - fotografía de Ático26

Lara Coto

Lara es la coordinadora del Departamento de Atención al Alumno. Forma parte del equipo de Escuela de Escritores desde 2017, donde se ha formado en cursos de Escritura Creativa, Relato Breve y Proyectos Narrativos. Desde 2021 imparte clases de Escritura Creativa para jóvenes y adultos. Estudió Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid.

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Mariana Torres, profesora del Máster de Narrativa en Escuela de Escritores - IMG570 - fotografía de Gaby Jongenelen

Mariana Torres

Nació en Brasil en 1981, y reside en Madrid. Es diplomada en Guion por la ECAM y forma parte de Escuela de Escritores, donde imparte clases desde 2004. Su libro de relatos, El cuerpo secreto, fue publicado en Páginas de Espuma en 2015. Como escritora forma parte del proyecto CELA (2017-2019) y de la lista Bogotá 39 seleccionada por el Hay Festival (Bogotá39-2017).

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