Escrito por: ALEJANDRO MARCOS

Vengo con un artículo de esos que nadie quiere escribir y que nadie, mucho menos, quiere leer. De esos que incomodan un poco, pero que son necesarios. Porque a veces alguien tiene que decir la verdad y asegurarse de que en esto de la literatura no vivamos demasiado en las nubes.

Y no lo hago por mala leche ni poque esté pasando una mala racha con la escritura (al contrario), solo lo hago porque me hubiera gustado que alguien lo hiciera por mí cuando estaba empezando en el mundillo. Quizás me hubiera ahorrado algunas decepciones y algunas frustraciones. Ya sabéis que uno de mis principales objetivos como profesor siempre es hacer que el alumno escriba y no se frustre. Desde ese punto de vista es desde el que he seleccionado estas ocho píldoras difíciles de tragar para el escritor novel.

Publicar no significa nada:

Ya lo dije en este artículo, pero nunca está de más repetirlo. No es sano poner todas nuestras energías e ilusiones (sobre todo las ilusiones) en la publicación de nuestro libro. Cada día se publican miles de libros que nadie lee, que pasan desapercibidos y que no son buenos. Hoy en día, desgraciadamente, conseguir una publicación no garantiza una carrera, una calidad o un nombre. Es un paso y hace mucha ilusión (no lo voy a negar), pero es necesario ser consciente de que publicar no significa nada para no caer en el vacío posterior al primer libro y que eso conduzca a un abandono de la escritura.

Tener una buena obra no garantiza nada:

Nunca se deja de aprender:

Invertir en formación es algo importante para cualquier escritor. Y es algo que debe ser importante siempre, en cualquier momento de su carrera. Ten en cuenta que no me refiero (solo) a invertir en cursos de escritura, sino a invertir tiempo en formación: lectura de ensayos, escritura de práctica, búsqueda de voces, conocimiento de lo que se está haciendo a nuestro alrededor, etc. Todo eso, que podemos resumir en tener inquietudes, es algo que siempre hay que mantener vivo. Puedes aprender hasta de un libro malo y nunca debes darte por satisfecho en tu formación. Los escritores aislados que no salen de ellos mismos se agotan y repiten con mayor facilidad que los otros. Esta píldora podría haberse llamado también: Escribir es un oficio casi solitario.

Los escritores suelen escribir siempre sobre lo mismo:

Llegará un punto en tu carrera en el que te plantes ante lo que tienes escrito y descubras (con terror) que todos tus textos tienen algo parecido, que todos tus escritos dan vueltas alrededor de un par o tres (si tienes suerte) de temas. Puedes intentar romper eso, probar la exploración de otros temas, pero probablemente no te alejes mucho de eso que te obsesiona (la manzana esa que nunca cae lejos del árbol). ¿Entonces para qué escribo? Desde luego no para descubrir temas nuevos. Eso es prácticamente imposible. Usa ese conocimiento como arma, explora aspectos de esas obsesiones que no hayas explorado antes, o desde otros puntos de vista. El punto de vista personal y único que tienes es lo que te va a hacer especial o interesante, no la innovación temática.

No hay trucos mágicos ni técnicas secretas:

Creo que esta píldora no necesita mucha más explicación. Esto es lo peor (y a la vez lo maravilloso) de la literatura. El método que a uno le ha funcionado, probablemente no le funcione a otro; el uso de las herramientas que te viene bien en una novela, no te servirá en otra, etc. Aléjate de los vendedores de humo, de los que tienen las claves para escribir/publicar una novela de éxito. Nadie sabe qué es lo que va a funcionar hasta que lo hace. Lo más importante es contar con la confianza y los recursos suficientes como para saber afrontar cada reto cuando se nos presente.

No se puede vivir de la escritura:

O, mejor dicho, es muy difícil. Si te pones a hacer números y sacas el porcentaje de escritores que viven de los libros que escriben, el número es muy bajo. Mucho. Hay gente que vive de escribir, como copywriter o redactores de contenido, etc. Y aprovechan esa inercia para escribir. Pero vivir de la narrativa es muy complicado. Ese porcentaje es tan bajo (quizás no llegue ni al uno por ciento) que directamente hace imposible afirmar que sí se puede vivir de la escritura. Esto es como la lotería. También sabemos que hay pocas oportunidades y también jugamos. Pero es importante conocer esas probabilidades para jugar con cabeza.

Nunca se termina de revisar una obra:

Jamás. A veces se abandonan y a veces se publican, pero nunca dejas de revisarla. Y no hablo (solo) de revisiones ortotipográficas, sino de revisiones de contenido o revisiones creativas. Cuanto más se alargue la escritura/revisión de una obra en el tiempo, más probable es que realicemos cambios drásticos y vayamos añadiéndole cosas diferentes. Seguro que ya lo sabéis, pero si no me creéis, probad a leer algo que hace mucho que hayáis escrito y decirme que no cambiaríais ni una sola coma. Aquí os espero.

Siempre habrá alguien más joven/original/rápido/exitoso que tú:

Fin. Esto nunca debe ser tu objetivo porque alguien ya lo habrá hecho antes que tú, mejor que tú y más rápido. Como siempre digo, el objetivo debe ser compararse con uno mismo. Es la única manera de competir de forma justa.

¡Qué bien se siente uno ahora que ha asumido y tomado estas píldoras! Como las medicinas, aunque cueste tomarlas, nos hacen mucho bien. En vez de deprimirme y de pensar en las dificultades de la escritura, estas píldoras me animan y me liberan. Hacen que mis objetivos sean alcanzables y, sobre todo, que disfrute escribiendo y después me sienta orgulloso de lo que he hecho. No hay otra sensación igual.

Nada de nada. Escribir una obra de calidad debe ser tu objetivo. Entendiendo calidad como lo mejor que puedes dar técnica y artísticamente en determinado momento de tu carrera. Algo de lo que te sientas orgulloso. Sí, eso te garantizará (más o menos) cierta satisfacción personal. Sin embargo, escribir una obra de calidad no siempre va aparejado a publicar un libro, a ganar premios o a tener un buen recibimiento por parte de los lectores. Muchas obras de calidad caen en el olvido o se quedan en cajones y otras obras mediocres (o malas directamente) se convierten en superventas. Y eso no debe hacer que cejemos en la búsqueda de escribir siempre lo mejor que podamos. Lo cual me lleva a mi siguiente píldora.