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Escrito por: ALEJANDRO MARCOS

Chiki y yo siempre tenemos la misma conversación. Somos tan pesados que podríamos tenerla aunque estuviéramos solos, estoy convencido. Pero, tal y como os conté en este otro artículo, tener esas conversaciones repetidas se ha convertido en nuestro lugar seguro en la escritura y repetirme con ella es una de mis cosas favoritas, nuestro momento.

Publicaciones Blog Escuela de Escritores 'Hacer jarrones', por Alejandro Marcos -IMG915

Esa conversación siempre trata de lo mismo, de nuestro síndrome del impostor, de lo pequeñitos que somos en comparación con otros escritores (sí, ya sé, ya sé, soy el que siempre está diciendo que no hay que compararse con nadie). Así es como empiezan las conversaciones, claro, pero terminan de manera muy diferente. Cuando hemos acabado la conversación tenemos la autoestima escritoril un poco más alta (no mucho, que tampoco hay que abusar y no tendríamos tema de conversación la semana siguiente). 

Lo que nos sube la autoestima es darnos cuenta de que en realidad nosotros somos más artesanos que artistas. Y a continuación voy a explicar con un ejemplo a qué nos referimos Chiki y yo con esa distinción. 

Escribir es como hacer jarrones. Y la gente puede comprar jarrones por dos razones: la funcional y la decorativa. Un jarrón es, por definición, un objeto que sirve para colocar flores. Todos los jarrones deberían servir para ello o, de otro modo, no serían jarrones. Habrá, por lo tanto, jarrones que sean más bonitos que otros. Habrá jarrones, incluso, que puedan servir de decoración por ellos mismos, sin necesidad de que les coloquemos alguna flor dentro.

Todo escritor debería conocer cómo hacer jarrones. Es decir, las técnicas básicas para realizar un jarrón funcional, aunque sea feo. A partir de ahí, las habilidades del alfarero determinarán si el jarrón es, además de funcional, bonito. 

Un artista busca principalmente que el jarrón luzca por sí mismo, independientemente de que le pongamos o no flores, mientras que el artesano se preocupará de que el jarrón sea lo más funcional posible y que albergue cuantas más y más bonitas flores, mejor. 

Siguiendo el símil, una novela debe contar una historia. Cualquiera, artistas o artesanos, debería conocer las técnicas básicas para construir una historia. Un artesano se preocupará porque esa historia brille lo más posible, quitándose de en medio. Un artista, por el contrario, contaría la historia, pero trataría de embellecer el continente lo máximo posible, hacer que la prosa sea lo más bella posible. 

Dicho esto, considero que todo escritor debería preocuparse en cierta medida por la estética de la historia que está contando, no creo que sea eficaz colocarse en el extremo del artesano puro o del artista puro. 

Sin embargo, yo, como artesano, he descubierto que me gusta más centrarme en la parte de la historia, en los personajes y lo que queremos contar, en entretener a la gente y transmitir un sentimiento o una sensación. El continente es algo secundario.  Como alfarero, mis jarrones serán funcionales, quizás no muy bonitos, pero podrán aguantar un buen ramo de flores que es, al fin y al cabo, lo que debe destacar. 

Cuando tenemos un jarrón demasiado bonito, desluce las flores y, a veces, es preferible dejarlo por sí mismo, sin colocarle ningún ramo. Hay mucha gente a la que le gusta tener jarrones vacíos en casa y que aprecia su belleza. No es mi caso y quizás por eso me considero más artesano que artista. Y, ojo, soy el primero que en ocasiones disfruta con un libro cuya intención inicial sea la del arte en lugar de la del entretenimiento.

Nunca he pretendido revolucionar la literatura ni los géneros en los que escribo. Dudo que pudiera si lo quisiera o, ya puestos, dudo que alguien lo consiga conscientemente. Mis historias quizás no tengan una carga profunda que cambien la vida de los lectores (de nuevo, ni lo pretendo ni creo que pudiera lograrlo si me lo propusiera), son perfectamente funcionales y cuentan una historia con cierta belleza y atractivo, entretienen al lector y no ocultan la historia tras el estilo de la prosa.

¿Me hace eso menos escritor? Lo dudo mucho. En el caso de ser así, quedarían invalidados la mayoría de los escritores que publican y crean historias. Artistas como tal no hay tantos. Aquí entraríamos en la distinción entre el arte y el entretenimiento. Quizás el problema venga de considerar que todo el entretenimiento, por sí mismo, está vacío y que no puede contener nada de arte. Eso no es cierto. Es la misma reducción al absurdo que se emplea para decir que la novela romántica o la literatura fantástica no aportan nada porque hay muchas novelas malas en esos géneros. Y es evidente que, aunque sea una afirmación válida en ocasiones, no es cierta en la norma general. Me considero más entretenedor que artista, eso es cierto, pero porque mis motivaciones son más artesanas que elevadas. De nuevo, creo que la clave está en el equilibrio y en no situarse en ninguno de los extremos, desde los que una historia puede perder completamente su perspectiva y pasar de una anécdota a un ejercicio de estilo.

Esta distinción, totalmente subjetiva, como puede apreciarse, no es más que un ejercicio que realizamos porque nos sirve a nosotros mismos para clasificarnos y colocarnos en un lugar en el que nos encontramos a gusto, pero eso no quiere decir que los artesanos sean mejores que los artistas (o al revés). Creo, de hecho, que conocer el lado en el que te encuentras puede ayudarte mucho a desarrollar tu carrera y, sobre todo, a evitar frustraciones. A Chiki y a mí nos sirve, no solo para apoyarnos en nuestras charlas, sino para saber hacia dónde apuntar los esfuerzos de nuestro trabajo. Y un poco como consuelo también.

Por último, no creo que sean clasificaciones estancas y permanentes. Uno, como escritor, puede empezar como artista y acabar como artesano, o al revés. De hecho, esto es lo que le sucede a muchos de nuestros alumnos cuando conocen las técnicas y aprenden a usarlas. Pero el recorrido contrario es igual de válido. O no cambiar. En fin, ya sabéis que aquí no hay fórmulas mágicas y que lo único que sirve es el trabajo y el estar contento con lo que se escribe y, sobre todo, con lo que se intenta.

Acerca de los autores

Alejandro Marcos, fotografía de Isabel Wagemann- IMG2-675

Alejandro Marcos

Coordina el Itinerario Centauros más allá de Orión de literatura fantástica, ciencia ficción y terror, en el que imparte clases desde hace casi diez años. Ha publicado las novelas fantásticas El final del duelo, Vendrán del este (ambas con Orciny Press) y Cástor y Pólux (con Ediciones el Transbordador). En enero de 2024 la novela de terror La hora de las moscas con Plaza & Janés. Además ha participado en varios manuales de escritura de Páginas de Espuma y en varias antologías de relato fantástico.

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Chiki Fabregat, fotografía de Isabel Wagemann- IMG2-675

Chiki Fabregat

Coordina el departamento de Literatura Infantil y Juvenil de la Escuela de Escritores. Ha publicado más de una docena de libros para infancia y adolescencia, entre los que destacan El cofre de Nadie, premio Gran Angular 2021, Recuérdame por qué he muerto, premio Torre del Agua 2023 o Un hada con el ala rota. También ha publicado, con la editorial Páginas de Espuma y Escuela de Escritores el manual Escribir Infantil y Juvenil.

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Lucía Emmanuel, profesora de Escuela de Escritores - IMG300 - fotografía de Ático 26

Lucía Emmanuel

Licenciada en Física y Máster en Cultura Científica e Innovación. Forma parte del equipo de Escuela de Escritores en el área de Informática. Imparte un Laboratorio de metáforas y fue alumna de la IX Promoción del Máster de Narrativa de Escuela de Escritores. En 2019 participó en el curso europeo de formación de profesorado de la EACWP. En 2021 publicó su primer poemario, Muro con buganvilla, con la editorial Amargord, reeditado en 2024 por Buenos Aires Poetry.

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Lara Coto, profesora de Escritura Creativa para Adolescentes en Escuela de Escritores - IMG570 - fotografía de Ático26

Lara Coto

Lara es la coordinadora del Departamento de Atención al Alumno. Forma parte del equipo de Escuela de Escritores desde 2017, donde se ha formado en cursos de Escritura Creativa, Relato Breve y Proyectos Narrativos. Desde 2021 imparte clases de Escritura Creativa para jóvenes y adultos. Estudió Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid.

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Mariana Torres, profesora del Máster de Narrativa en Escuela de Escritores - IMG570 - fotografía de Gaby Jongenelen

Mariana Torres

Nació en Brasil en 1981, y reside en Madrid. Es diplomada en Guion por la ECAM y forma parte de Escuela de Escritores, donde imparte clases desde 2004. Su libro de relatos, El cuerpo secreto, fue publicado en Páginas de Espuma en 2015. Como escritora forma parte del proyecto CELA (2017-2019) y de la lista Bogotá 39 seleccionada por el Hay Festival (Bogotá39-2017).

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