Escrito por: ALEJANDRO MARCOS

Como ya sabemos, una historia no es nada sin un conflicto, sin que las intenciones y deseos de un personaje se vean obstaculizados de alguna manera. Esos conflictos, o esas oposiciones, nosotros las clasificábamos en tres apartados distintos. En este artículo podéis repasar dicha clasificación.

Dentro de ella, los conflictos de segundo nivel serían aquellos que llamamos «personales». Es decir, los conflictos en los que los deseos de un personaje interfieren con otros personajes cercanos con los que guarda alguna relación.

Normalmente, estos otros personajes opositores encarnan la figura conocida como antagonista. Del antagonista ya os hablé en este otro artículo que podéis revisar si queréis más información. Hay algunos métodos para generar conflicto que vimos con los antagonistas que son igual que los que vamos a ver para otros personajes. Esto es debido a que ambos tipos de personajes generan conflictos personales en el mismo nivel.

Entonces, ¿por qué hacer este artículo?, ¿cuál es la diferencia entre un antagonista y otro personaje que genere conflicto personal? La principal de todas es que, como ya vimos, el antagonista suele enfrentarse al protagonista (aunque sea de manera inconsciente) siempre porque su propio deseo choca contra el deseo del personaje. Es decir, que el antagonista siempre va a necesitar de un desarrollo mayor. Los personajes de los que vamos a hablar hoy pueden ser, perfectamente, personajes secundarios o personajes terciarios.

Y podemos contar con una serie de herramientas o métodos para crear conflicto con esos personajes: la ausencia, el movimiento y la pertenencia. Los antagonistas cuentan con los suyos propios (por ejemplo la oposición) y con algunos compartidos (como la ausencia).

Lo primero que tenéis que tener claro antes de revisar los conflictos personales de nuestro protagonista es el deseo. Debemos saber qué es lo que quiere nuestro personaje. A un nivel profundo y a nivel superficial. Recordemos que aunque nuestro personaje probablemente solo tenga un deseo principal (que será el que provoque el conflicto más importante de la trama), puede contar con muchos otros deseos de menor importancia.

Es en esos deseos en los que van a interferir estos personajes secundarios. La oposición al conflicto principal, en general, va a ser desarrollada por un antagonista.

Todo esto está muy bien, pero ¿cómo puedo generar esos conflictos personales? Vamos a ver cada uno de los diferentes métodos por separado:

• Ausencia: Un personaje puede generar conflicto con el protagonista simplemente porque ha desaparecido de su vida. Ya sea una desaparición real (muerte o viaje) o simbólica. Estas ausencias atraerán al personaje protagonista hasta que la supere o la sustituya.
• Movimiento: Podemos imaginar nuestro personaje como un sistema solar en el que el protagonista será el centro y el resto de personajes giren a su alrededor. Habrá algunos más cercanos, más rápidos, más grandes, etc. Todo esto en función de su importancia para el personaje y para la historia. Cuando un personaje se mueve, se sale de su órbita y cambia de posición, puede provocar una alteración en el sistema que se refleje en un conflicto personal. Por ejemplo: Si al protagonista lo deja su pareja, esa pareja cambia de la órbita «pareja» a otra órbita (amigo, enemigo, ausencia, etc.). Nuestro personaje, en este caso, tiene dos opciones: o comenzar una lucha por recolocar a ese personaje en su órbita antigua o tratar de aceptar la nueva posición. Si la órbita del otro personaje se aleja demasiado del protagonista, probablemente se transforme en un conflicto de ausencia.
• Pertenencia: El último de los métodos para crear conflicto personal que vamos a ver hoy tiene que ver con los deseos del protagonista. En este caso no es el personaje secundario el que se mueve de su órbita, sino que es el protagonista el que quiere cambiarlo de posición. Es decir, que el personaje protagonista querrá que los otros personajes actúen de una forma determinada. Es el clásico conflicto que se genera cuando el protagonista quiere que alguien le haga más caso o se enamore de él o sea su amante o trabaje de una forma determinada, etc. Este conflicto puede verse claro siguiendo la estructura del nombre. Es decir, nuestro protagonista quiere que el personaje X deje de ser A para ser B. Juan quiere que Luis deje de ser su amigo y se convierta en su amante. O Juan quiere que su madre deje de ser su amiga y sea su madre.

Por supuesto, hay que tener en cuenta que en todos estos conflictos, normalmente el personaje generador no genera el conflicto de forma consciente para fastidiar a nuestro personaje; sino que ese conflicto se genera simplemente por el hecho de que los personajes quieran vivir su vida. Si en los antagonistas había que desterrar la idea de que antagonista igual a malvado, en este tipo de personajes hay que hacerlo aún más.

Estupendo, ya sabemos cómo crear estos conflictos, ahora quiero saber por qué debería hacerlo. Bueno, lo cierto es que, como todo en narrativa, no hay una obligación de emplear estos conflictos para tu historia. Todo dependerá de la historia que estemos escribiendo. Normalmente, cuando tenemos una novela de personaje (del género que sea), tenemos que trabajar con los personajes que rodean al protagonista para generarle conflictos y que esos conflictos hagan avanzar la trama. En una novela de aventuras, por ejemplo, probablemente tengamos que tirar más de los conflictos extrapersonales, porque son los que obligarán al personaje a actuar físicamente con el entorno.

Los conflictos personales son armas muy potentes y atractivas para enganchar al lector. Normalmente, es casi imposible que un conflicto personal se resuelva de forma cien por cien satisfactoria para todos los personajes implicados. Y eso hará que nuestro interés en la historia aumente, puesto que querremos saber quién acaba saliéndose con la suya.

Si os interesa el tema, también hemos reflexionado otras veces sobre el conflicto interno y los deseos de los personajes. Todos estos temas están mucho más entremezclados de lo que parece y es conveniente pensar sobre ellos a la vez mientras se planifica y se escribe una historia.