‘Punto y seguido’: antología de los cursos para adolescentes de EdE

Veintiséis cuentos de autores y autoras de entre 12 y 17 años

La cantera de Escuela de Escritores presenta este sábado 28 de mayo su nueva antología de relatos. Tras Escrito la noche anterior y Con mala letra, los alumnos del curso ‘Algo que contar’ que dirige Juana Márquez presentan Punto y seguido: veintiséis nuevos cuentos de otros tantos autores y autoras de entre 12 y 17 años que han sido gestados, esbozados, corregidos y editados con mimo cada mañana de sábado desde el mes de octubre en el curso de Escritura Creativa para adolescentes ‘Algo que contar’.

El próximo sábado 28 de mayo a las 18:00 h. lo celebraremos con todos ellos en la presentación en la sede de Escuela de Escritores en Madrid (calle Covarrubias, 1).

Prólogo de Juana Márquez

Vaya por delante una advertencia: Punto y seguido es un libro escrito a voces y algún portazo, un libro caótico, un libro de tan inacabado absolutamente completo, un libro de acné y emociones, escrito entre WhatsApp y trigonometría, un libro somnoliento y contestón cuya voz a veces se quiebra en un gallo, un libro para mirarse al espejo y no reconocerse, un libro de dolor de zapato de tacón y desilusiones, donde siempre canta el gallo demasiado tarde en las mañanas de los sábados y los pantalones muestran de repente y sin avisar los tobillos delgados.

Es un libro tímido y de risa floja, un libro de dientes infestados de braquets, un libro que empieza a equivocarse sin ayuda y anda algo asustado, un libro de mochilas y hartazgo, de lluvia en el recreo y de pies grandes. Porque es así, la adolescencia es la niñez de los pies grandes, y en este libro tenemos todo eso y mucho arte, porque el arte, como bien dice Gombrowicz en Ferdydurke, solo puede ser concebido desde la inmadurez. Sí, son veintiséis autores inmaduros. Este es un libro inmaduro, por tanto. Un libro verde agarrado a la rama. Leanlo como tal.

No entraré aquí a juzgar la calidad literaria de sus relatos. Ya lo hago en las clases, ejerciendo de eco de los genios, de repetidora una y otra vez y otra y más veces de todo aquello que ya está dicho. Es así y lo asumo, yo solo les muestro lo ya hecho y ellos quieren tomar otros derroteros, yo soy su profesora: es a mí, por tanto, a quien destruyen. Es su deber. El adolescente solo entiende las reglas para quebrarlas, el adolescente artista solo entiende el arte como la ruptura con todo lo anterior. Así es y así debe ser, por eso este libro es un libro irreverente, un libro terminado y por hacerse, un libro punto y seguido. En ese sentido, es este un libro auténticamente libro.

También es un libro experimento, un libro juego. No hay que olvidar que un adolescente es un adulto que aún juega, que no le importa mancharse la ropa y sentarse en el suelo toda la tarde a recrear un universo de clics o a maquillar muñecas, un adulto que aún sabe encontrar en los desvanes disfraces, libros prohibidos, tesoros ocultos o escondites secretos.

Por eso, el taller que imparto en Escuela de Escritores y del que todos los autores de Punto y seguido son alumnos se llama precisamente “El cuarto de juegos”, haciendo alusión al poema del mismo nombre de Eduardo García, y tomando como dogma cada uno de sus versos. Porque el niño que cada uno de ellos lleva dentro necesita de un espacio donde jugar, donde no tener miedo, donde dejarse llevar.

Así, son veintiséis adolescentes los que, tan calladamente, han escrito este libro. Sin miedo. Porque han jugado. Porque todo vale en el cuarto de los juegos.

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