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Escrito por: ALEJANDRO MARCOS

Si habéis llegado a este artículo buscando relaciones esotéricas entre la literatura y el tarot, me temo que tengo que decepcionaros. Este no es un artículo sobre la magia o sobre ver el futuro. Es un artículo sobre la observación y sobre lo insospechados que pueden ser los lugares en los que se esconde la inspiración.

Y es que, a lo largo de mi corta carrera como escritor, las dos veces que he empleado el tarot ha sido de un modo práctico, con una aplicación directa en la escritura. Lo lamento por los creyentes y tarotistas de la sala.

La forma más práctica en la que podéis emplear la baraja del tarot es de un modo inspiracional. Las cartas, sus dibujos, sus significados y, sobre todo, el azar son elementos creativos que pueden convertirse en disparadores creativos. Si se tiene cierto conocimiento sobre la baraja y sus tiradas, pueden realizarse tiradas no para conocer el futuro de las personas, sino para conocer el futuro de las historias. Podemos ir de lo más simple a lo más complejo.

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Lo más simple será ir haciendo preguntas sobre la historia e ir sacando cartas: ¿quién es el protagonista?, ¿cuál es su deseo?, ¿quién se opone a que lo consiga?, etc. Cada carta nos dará una respuesta e ira afianzando la arquitectura de la historia.

La tirada más clásica es aquella en la que se sacan tres cartas: una para el desencadenante de la historia, otra para el nudo y otra para el desenlace. Al igual que sucede en el binomio fantástico, nuestra mente trabajará para crear el vínculo de unión entre las cartas que dote de coherencia y sentido a la historia.

Aparte de estas, hay otras tiradas más complejas que pueden servir para aquellos que tengan una relación de conocimiento más profunda con la baraja y sus cartas. Del mismo modo, pueden emplearse los arcanos mayores (esas figuras que todos conocemos como el loco, la muerte, la emperatriz, etc. ) o la baraja completa con las cartas numéricas de cada palo.

En cuanto al significado de las cartas, no es necesario conocerlo profundamente (o conocerlo en absoluto) para que sirva de inspiración. Simplemente con observar los dibujos y pensar en lo que la carta nos sugiere es más que suficiente. También es posible emplear uno de los muchos manuales de instrucciones que existen (suelen venir con cada baraja) en los que se explica qué quiere decir tradicionalmente cada carta. Esos significados, por supuesto, pueden y deben deformarse todo lo posible para resultar inspiradores y útiles para nuestras historias.

De hecho, en ocasiones yo he empleado unas cartas que no son estrictamente las del tarot, sino que están inspiradas por ellas y la teoría de la Gestalt para crear esos disparadores creativos. Las cartas se llaman Intuiti y pueden encargarse por internet. Sus dibujos son sugerentes e inspiradores sin guiar demasiado la imaginación. Pueden significar muchas cosas a la vez.

Si conocéis el juego Dixit, también puede usarse del mismo modo, pues sus cartas suelen ser bastante surrealistas. Eso sí, en el dixit los dibujos son incluso más concretos que en el tarot y pueden llevar tu imaginación hacia ideas más dirigidas que las cartas del tarot o que la baraja de Intuiti. Cualquiera de estos ejemplos es igual de eficaz si sirve para desbloquearnos y para que nuestra imaginación se despierte. Los disparadores creativos son esenciales cuando ejercemos la escritura de manera continuada, porque el cerebro se acostumbra muy rápido a los estímulos y necesita despertarse con cosas nuevas y sorprendentes. Si este apartado os ha generado curiosidad, siempre podéis repasar nuestras propuestas para romper el bloqueo del escritor que os presentamos hace ya algún tiempo.

El segundo modo en el que yo he empleado la baraja del tarot en alguna ocasión es como método de observación. Es una técnica basada en mi experiencia personal que quizás no sirva igual para los demás. En este caso es algo que me ha servido para dar coherencia a los personajes y hacer que parecieran personas reales.

Durante un tiempo, yo me interesé bastante por las cartas del tarot y llegué a echarle las cartas a mis amigos o a mí mismo. De hecho, suelo decir que lo dejé de hacer porque acertaba demasiado. Y no se trataba de que acertara porque tuviera poderes de clarividencia (ojalá), sino porque soy muy observador y enseguida soy capaz de ver cómo es cada persona y cómo actúa. A veces mejor que esas mismas personas.

Cuando echaba las cartas, juntaba el significado de las cartas con el modo de ser de esa persona y de ahí sacaba una interpretación probable que diera respuesta a sus preguntas. Es decir, que yo no veía el futuro, solo les contaba cómo iba a seguir su vida si fueran personajes de una historia.

Y eso es algo que puede hacerse también con los personajes de una novela o de un relato cuando no tengamos claro cómo continuar con ellos. Podemos hacerles tiradas a nuestros personajes y, si los hemos creado de manera coherente, sabremos cómo vana reaccionar y qué va a suceder a continuación.

Esa capacidad de observar a mis amigos antes de echarles las cartas es lo que me permitía acertar con las predicciones y, además, desarrolló esa otra capacidad casi intuitiva para que los personajes fueran unitarios, coherentes y se percibieran como algo real en lugar de como algo creado para una historia.

Como veis, de algo tan dispar y tan alejado a priori de la escritura como puede ser una baraja del tarot también puede sacarse aplicaciones prácticas que nos ayuden a mejorar nuestra escritura o que nos saquen de algún apuro creativo cuando nos encontremos atascados en una historia o bloqueados en nuestro proceso creativo.

Casi cualquier cosa en la que tenga que intervenir el azar y la observación puede convertirse en un disparador creativo estupendo para un escritor; solo hay que estar atento y saber aprovecharlo cuando aparece. Es más, estoy seguro de que vosotros podéis encontrar maneras personales y originales de aplicar el tarot en vuestra escritura si le dais una vuelta.

Acerca del autor

Alejandro Marcos, fotografía de Isabel Wagemann- IMG675

Alejandro Marcos

Coordina los departamentos de Formación, Calidad y Relaciones Internacionales. Además, junto a Chiki Fabregat, se encarga de la Capacitación Docente en Escritura Creartiva. Imparte cursos de escritura desde 2012, es profesor, junto a Javier Sagarna, de la asignatura de Proyectos del Máster de Narrativa. Escribe acerca de narrativa en el blog de la Escuela y codirige, con Lara Coto, nuestro podcast. Desde 2019 trabaja como Project Manager en el proyecto CELA.

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