Entrevista a Sara Jaramillo, alumna del Máster de Narrativa
Sara Jaramillo Klinkert nació en Medellín. Es periodista y colaboradora en radio, prensa y televisión. Pero, como ella misma ha confesado: «cuando sea grande quiero ser escritora». Formó parte de la IX Promoción del Máster de Narrativa de Escuela de Escritores, donde fue armando los textos que terminaron construyendo Cómo maté a mi padre, la novela autobiográfica que exorciza el asesinato de su padre cuando ella tenía 11 años de edad y que de la mano de Héctor Abad ha publicado en Colombia la editorial Angosta. El próximo 16 de junio, Cómo maté a mi padre llegará a las librerías españolas con Lumen (Penguin Random House). Sara presentó el proyecto editorial de Cómo maté a mi padre durante el encuentro anual que Escuela de Escritores organiza entre los alumnos del Máster de Narrativa y representantes de algunas de las más importantes editoriales españolas. Allí estaba María Fasce, editora de Lumen, que nada más salir de la presentación pidió a Sara el manuscrito que leyó esa misma tarde. Por la noche, ya estaba solicitando a Sara Jaramillo el manuscrito de su segunda novela, Donde cantan las ballenas, escrita como proyecto de fin de Máster.
Entrevista: Humberto Franco
(HF) Cómo maté a mi padre ha sido publicado en Colombia por Angosta, la editorial de Héctor Abad. ¿Nos puedes adelantar algo sobre su publicación en España, a manos de María Fasce y el sello Lumen?
(SJ) María y su equipo han hecho un enorme esfuerzo por agilizar el proceso de publicación. Lo que para una casa editorial tan grande como Penguin Random House tomaría un año, ellas se empeñaron en hacerlo en menos de la mitad de ese tiempo. Han corrido lo indecible, han trabajado sin descanso y tienen un equipo inmenso trabajando. Hablo de «ellas» porque son una mayoría aplastante y eso me encanta porque soy muy feminista. Nos cruzamos tantos emails todos los días que ya siento que las conozco de siempre. No veo la hora de ponerle cara a todos esos nombres. Gracias a ellas, Cómo maté a mi padre estará en las librerías de España el 7 de mayo y yo, por supuesto, me desplazaré hasta allá para cumplir agenda y atender compromisos. Ya, incluso, están negociando las traducciones y posterior publicación en otros países, por ejemplo en Francia, en donde se publicará en 2021 a través de Editions Stock. Ellas son imparables. Estoy muy orgullosa de estar en sus manos.
(HF) ¿Cómo viviste esa llamada de María Fasce, editora de Lumen, al día siguiente del encuentro con los editores en el Máster de Escuela de Escritores?
(SJ) Ese fue el día más feliz de mi existencia. Todo empezó incluso el mismo día del encuentro con editores. Apenas salí, María me pidió que le enviara de inmediato el manuscrito de Cómo maté a mi padre a su email. Lo leyó de una sentada y esa misma noche me escribió diciéndome que le había gustado tanto que también quería leer el manuscrito de Donde cantan las ballenas, mi novela de fin de máster. Al día siguiente por la noche ya ella y su lectora de oficio habían leído ambas obras y entonces llegó ese mail tan esperado en donde manifestaba su alegría por haberme descubierto. Ese mail que remata con una frase que todavía me hace sonreír cada vez que la rememoro: «quiero publicarte, mañana hablamos». Recuerdo que no dormí en toda la noche. Salí como una hora antes de la fijada a su encuentro con una sonrisa inmensa que no me cabía en la boca. Ella estaba tan determinada a publicarme que llegó a la reunión con el contrato listo, el cual incluía las dos novelas y un acuerdo de prioridad para la tercera. Las dos estábamos felices por habernos encontrado la una a la otra. Creo que es un momento que nunca vamos a olvidar.
(HF) Hablando del Máster de Narrativa, ¿qué fue lo que te atrajo de él y cómo valorarías tu experiencia tras esos dos años en Madrid?
(SJ) Llegué al Máster buscando herramientas que me permitieran sacarle más provecho a mi escritura. Llegué ansiosa por escuchar opiniones calificadas acerca de mi prosa, opiniones que me dieran pistas acerca de si todo ese tiempo que le estaba dedicando a la escritura era un tiempo perdido o si, por el contrario, iba por buen camino. Mis dudas y mis propios miedos no me permitían terminar ni uno solo de los muchos proyectos literarios que tenía empezados. Creo que la mejor manera de aprovechar un máster de esta talla y de esta calidad es llegar con una base literaria sólida y una prosa que no esté tan cruda. Allá lo que enseñan es a sacarle el máximo provecho a esa escritura que ya tienes asimilada de alguna manera; en mi caso tenía mucho camino recorrido por mi carrera como periodista y unos hábitos lectores muy arraigados desde la niñez. Pero más allá de todo lo anterior, la única manera de sobrevivir a un máster tan exigente como este, es cursarlo con la idea fija de que escribir es un aspecto primordial en tu vida y que vas a volcarte a ello por dos años, incluso a sabiendas de que tal vez nunca te publiquen. Y es precisamente esa radicalidad lo que enaltece al Máster, pues termina juntando a personas obsesionadas y apasionadas, de todas las edades, países y profesiones. Me alegró mucho saber que sí existían personas con las mismas inquietudes e intereses que yo tenía, que no estaba sola en el mundo en mi terquedad por escribir. Gente que, como yo, arriesgó la comodidad de sus vidas en sus propios países, que se gastó todos sus ahorros, que dejó a sus familias y parejas en pos de algo tan, pero tan incierto como escribir. Si eso no es pasión entonces no sé qué es.
(HF) ¿Qué significa para Sara Jaramillo matar al padre?
(SJ) Significa poner fin a una historia muy trágica que me ha acompañado durante casi toda mi vida y que, sin embargo, nunca había sido capaz de mirar a la cara. La tenía escondida en algún lugar de mi interior, pero no la tenía sanada. La ignoraba, no quería darle voz, no deseaba darme cuenta de lo mucho que me definía no solo a mí sino a mi familia. Enterrar el cuerpo de un padre de cinco hijos no es el final de una historia trágica sino tan solo el comienzo. La escritura me obligó a revivir a mi padre para poder escribir sobre él y luego, una vez finalizado el libro, no tuve más remedio que matarlo. Así concebí el proceso de escritura que, al final, terminó dándole título a la novela. Fue algo muy catártico, casi como hacer el duelo nuevamente: doloroso, triste pero absolutamente liberador. Hoy mi padre está en un libro y no se me ocurre un mejor lugar para vivir.
(HF) Treinta escenas, un hilo narrativo potente. Háblanos más sobre la estructura de tu novela.
(SJ) El libro tiene un género muy ambiguo que milita entre la novela y el compilado de relatos sin llegar a ser enteramente ninguno de los dos, aunque el esfuerzo de Lumen ha sido darle más estructura de novela, hay que admitir que cada capítulo en sí tiene una estructura aristotélica que le permite defenderse por sí solo. No obstante, dichos capítulos que, a priori, parecen tan independientes, están ligados por una historia más grande que los cobija a todos mediante un hilo narrativo que mantiene la tensión dramática alta y que termina por entretejerlos y por convencer al lector de no saltarse ni uno solo. Los capítulos comparten personajes, dramas y ambientes. Todos nos llevan hacia el mismo lugar, todos nos hablan de la misma tragedia, nos pasean por un espectro muy amplio de sentimientos y por eso el libro va a comercializarse como novela. Yo prefiero no encasillarlo. De hecho, lo que más me gusta es esa especie de ambigüedad que no termina de definirlo.
(HF) ¿Tuviste que distanciarte, como autora, de la historia que cuenta tu novela? Imaginamos que no habrá sido fácil soltar las amarras del testimonio para llegar hasta la creación de una obra literaria.
(SJ) Llevaba 28 años distanciándome, lo cual me permitió narrar las cosas con una mirada más madura, mas analítica. Nunca antes había hablado de este tema, ni siquiera con mi gente más cercana, y la razón es que no estaba preparada para hacerlo; de verdad, crecí pensando que estaba sola con mis sentimientos. No me sentía cómoda, me avergonzaban muchas cosas, no había hecho la tarea de analizar cómo este suceso descompuso a la familia entera. No fue fácil, no fue agradable, no fue bonito, pero paradójicamente, me alegro mucho de haberlo hecho, porque cuando se esconde la tragedia ella lo domina a uno, lo condiciona; en cambio, cuando se expone, es uno quien la domina a ella. Mi propia historia trágica me empoderó. Recibo muchos mensajes de desconocidos a través de mis redes sociales, la gran mayoría con historias parecidas; todos me dan las gracias por haberme atrevido a escribir sobre esto, por hablar, por hacerles ver que no están solos, que su dolor se parece mucho al mío. Colombia está lleno de pequeñas tragedias irresueltas, de ausencias, de dolor, de violencia y la sumatoria de todo eso, lo convierten en el país descompuesto que es hoy. Reconocer y visibilizar las cosas que nos han pasado es la única forma de darle vuelta a la realidad, me parece que los colombianos aún tenemos mucho trabajo por hacer en ese sentido.
(HF) ¿Qué ha sido lo mejor y lo más duro al escribir este libro?
(SJ) Los más duro fue escribir sobre mi hermano, sobre la historia de drogadicción que, finalmente, lo llevó a la muerte hace tres años. Y fue duro porque no tenía la distancia en el tiempo que sí tuve con mi padre. Me tocó escribir sobre mi hermano porque la historia principal lo demandaba, porque si lo excluía quedaban muchas lagunas, pero fue complicado porque yo no me sentía lista para hablar sobre eso. Aún me duele, aún tengo sentimientos ambiguos respecto a él, todavía me falta sanar muchas cosas y creo que eso se refleja en el libro. Lo bueno es que la escritura me obligó a pensar mucho al respecto, a ponerme en sus zapatos, a dejar de verlo como un victimario para entender que no fue más que otra víctima. Me puso en el dilema moral de amarlo porque era mi hermano o de odiarlo por las cosas terribles que estaba haciendo con su vida y que repercutían en la nuestra. Y, ya puesto en el papel, creo que es un dilema válido, porque sitúa al lector entre el drama de ser humano y la fatalidad de tener que convivir con la familia que a uno le tocó y que casi nunca se parece a la que uno quisiera. Dicho esto, creo que otra cosa buena fue que todo esto me ayudó a entenderme a mí misma, me explicó muchas cosas sobre mi forma de ser y de pensar y eso para alguien tan racional como yo es invaluable.
(HF) ¿Qué fue lo que más te sirvió en el proceso de corrección?
(SJ) Las lecturas en voz alta de los capítulos que alcancé a hacer en algunas clases del Máster me sirvieron mucho, no solo por los comentarios tan acertados de profesores y compañeros sino porque me permitió medir el calibre de lo que estaba escribiendo y me ayudó a darme cuenta del enorme impacto que generaba en los lectores. Otra cosa que hago a menudo es cambiar la fuente y eso me ayuda a ver el texto con otros ojos y a encontrar errores no vistos. Al final todo se resume en que si uno cambia el punto de vista logra ver aquellas cosas que estaban ocultas. Alexandra, mi editora en Colombia, y el propio Héctor Abad me ayudaron a darle orden a los capítulos. Pasamos tardes enteras moviéndolos de aquí para allá como si fuera un rompecabezas, hasta que llegamos al orden actual que nos dejó muy satisfechos, tanto que María, mi editora en España, decidió conservarlo. Tras la primera publicación algunos lectores nos hicieron notar pequeñísimos errores que ya se corrigieron para la segunda. Ahora mismo estoy en proceso de edición con el equipo de Lumen y ha sido muy fluido y fácil pese a la distancia. Siento un gran entusiasmo en ambas partes y eso siempre se traduce en la pureza del texto.
(HF) Nos han hablado muy bien de Donde cantan las ballenas, la novela que escribiste como proyecto de fin de Máster en Escuela de Escritores. Háblanos de esta obra.
(SJ) Es una novela que adoro y en la que puse un empeño gigante. Entiendo que Cómo maté a mi padre genere muchas expectativas por el hecho de ser autobiográfica y por la historia tan pesada que cuenta, pero la verdad es que, técnicamente, Donde cantan las ballenas es una novela más lograda, más sólida en su estructura. Es una historia de corte iniciático en la que Candelaria, la protagonista, inicia una búsqueda muy dolorosa que, al final, la lleva a encontrarse a sí misma. Se mueve por parajes exuberantes, plagados de manigua, de animales y de símbolos. Lidia también con personajes exóticos como una madre que pretende desintoxicarse a través de la picadura de sanguijuelas, un hombre que le dispara a las nubes cuando amenazan tormenta o una mujer experta en venenos que caza ratones para alimentar a la serpiente que mantiene enroscada alrededor del cuello. Candelaria se mueve por ese mundo extraño y fascinante en el que nada es lo que parece. Hasta que el descubrimiento de una gran verdad la obliga a crecer, a asumir las riendas de su vida, a asistir al desencanto que trae consigo la propia existencia. Como ven es netamente ficción, sin embargo, narra un sentimiento que conozco muy bien: la ausencia.
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