La alumna del Máster de Narrativa publica ‘Trajiste contigo el viento’, su segunda novela.
Natalia García-Freire vuelve a las librerías con Trajiste contigo el viento, una novela que, como nos cuenta en esta entrevista, ahonda en emociones fuertes (miedo, ira, locura, muerte, envidia) y que nació de un momento vital en el que la autora había perdido la conexión con el lenguaje. Una esperada segunda novela que no decepcionará a todos los lectores deslumbrados por Nuestra piel muerta, ese debut que la catapultó entre las mejores voces de la literatura latinoamericana actual y que The New York Times eligió entre las mejores novelas escritas en español en 2019.
¡Enhorabuena, Natalia! Parece que fue ayer cuando te entrevistamos por la presentación de Nuestra piel muerta.
Gracias por todo el apoyo siempre. La Escuela es mi segunda casa.
Cocuán, un pueblo perdido en las montañas andinas. Desapariciones, sucesos extraños y las voces de nueve personajes en una atmósfera entre el sueño y la realidad. Cuéntanos un poco sobre cómo nació Trajiste contigo el viento.
Trajiste contigo el viento nació de la incapacidad de escribir. Parece extraño. Pero tenía tiempo sin poder conectar con el lenguaje, como si la palabra hubiese estado oculta para mí. También tenía problemas de sueño (esto desde niña, pero mucho más fuerte). Al no poder conectar con la palabra, empecé a probar con la imagen, como un juego de niña. Al mismo tiempo me recetaron un ansiolítico para dormir: Cocuán (clonazepam). Y el sueño, las pesadillas, lo inconsciente (supongo) fue formando una especie de niebla y visiones que se convirtió en ese pueblo, en Cocuán. Para mí era un misterio también, pero fue una forma de volver a entender el lenguaje y escribir desde lo que no conocía y desde emociones fuertes: miedo, ira, locura, muerte, envidia.
Para los lectores que están por llevarse tu libro de las estanterías, ¿cuáles dirías que son los temas centrales de esta novela?
Creo que el tema central y que articula toda la historia y une a los personajes es la violencia. La violencia como una fuerza casi natural que crece, se dispersa, se contagia, se fortalece o se debilita, que tiene sus dinámicas y sus formas de existir entre nosotros, en nosotros. También están los silencios, la herida del mestizaje, la mirada animal.
«Ir de un personaje a otro significaba ir de un desvarío emocional a otro»
¿Qué ha sido lo mejor y lo más duro al escribir este libro?
Lo más duro fue enfrentar emociones totalmente opuestas. Hay personajes, como Carmen, por ejemplo, que nacen de una idea de enamoramiento muy adolescente: el amor o la muerte, casi. Pero al escribirla, esa idea de amor se iba convirtiendo en algo que rozaba el delirio, a través del lenguaje. Y creo que ahí yo no participo como autora, es decir, no puedo controlar, sino explorar, investigar las posibilidades de esas emociones y del lenguaje. Hay otro personaje, Víctor, que es el reverso de su hermano Ezequiel, ninguno es totalmente malo o bueno, pero Ezequiel tiene una mirada totalmente atormentada y violenta del mundo y yo tenía que entrar en esa mirada también y después ir a la mirada de Víctor que era la de la herida abierta, la mirada que duele, que no es capaz de la violencia, pero que se daña. Ir de un personaje a otro me costaba mucho, significaba ir de un desvarío emocional a otro.
¿Qué fue lo que más te sirvió en el proceso de corrección?
Reescribir y usar las imágenes. Toda la escritura de Cocuán estuvo atravesada por la imagen, collages, dibujos, diarios de recortes. Y eso me ayudó mucho a entender los tonos y los mundos interiores que necesitaba cada personaje. Para mí al corregir siempre tengo que revisar la voz, tiene que sonar de una forma determinada, entonces entender el mundo de cada personaje a través de la imagen me ayudaba a entender la voz. Y siempre leo en voz alta, todas las versiones, y corrijo así.
Hay quien busca remover, educar, entretener, ¿qué efecto te gustaría provocar en los lectores con esta novela?
Me gustaría que sintieran que estuvieron en un bosque lleno de aullidos que estremecen.
¿Hay autores o libros que te hayan nutrido, en particular, antes de escribir Trajiste contigo el viento?
Sí, muchos. Entre otros Eisejuaz de Sara Gallardo; Satantango de Lazlo Krasznahorkai; La cruzada de los niños de Marcel Schwob.
«Sobre todas las cosas, soy lectora»
Además de escribir novelas celebradas por la crítica a nivel mundial, también estás dedicada a tu labor como profesora de escritura creativa en Escuela de Escritores. ¿Cómo llevas estas dos vidas?
Pues creo que, como todo el mundo, trabajando en el día, escribiendo en la noche, madrugada o cuando se pueda. Lo que me gusta es que a los dos mundos siempre los une la lectura. Creo que sobre todas las cosas soy lectora.
Tu carrera como escritora suele llevarte de gira por varios países, entre ellos España. ¿Cuándo te veremos por aquí?
Espero (cruzo dedos por el visado) estar en septiembre.
Dos proyectos rematados en magníficas novelas. La pregunta es inevitable: ¿Tienes otro proyecto del que nos puedas adelantar un poco?
Tengo dos proyectos, uno es un libro de cuentos que todavía está pequeñito. El cuento me parece una forma perfecta y me da mucho miedo, pero me divierto escribiéndolos, entonces voy lento pero feliz. Y tengo una novelita que tiene que ver con el mar y con la muerte de mi abuela, es ficción, pero la emoción nace de ahí.
¡Muchas gracias!
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