La alumna del Máster publica ‘Esta herida llena de peces’, la novela que escribió como proyecto de fin de estudios
Una mujer, un niño, la maternidad, la pertenencia, un río que es un viaje a quienes somos, una prosa verde, selvática, húmeda y que fluye con sensiblidad poética a lo largo de cada una de las páginas. Esta herida llena de peces, la primera novela de Lorena Salazar (alumna de la X Promoción del Máster de Narrativa) deslumbró a Sol Salama, editora de Tránsito, cuando recibió el manuscrito de manos de Daniel Montoya, ex alumno y ahora profesor del Máster. El entusiasmo es compartido por los lectores y las críticas que está recibiendo una novela que apenas lleva un mes en las librerías y que, estamos seguros, será una de los grandes libros Literarios, con mayúsculas, sí, de 2021.
(HF) Dicen que los escritores cargan con sus fantasmas hasta que por fin los vuelcan sobre el papel. ¿Hace cuánto que cargas con esta historia? Al desarrollarse en la selva colombiana, ¿puede venir de una experiencia personal?
No podría decir exactamente hace cuánto llevo esta historia. Quizás desde hace veinte años estoy guardando preguntas, escondiendo tristezas por tantas cosas que viví cuando niña, y que aún pasan en el territorio chocoano. También cargo con gusto un fantasma colorido, que sabe a naranja y huele a río y canta. En la novela hay pocas escenas de situaciones que me pasaron a mí, tan solo un par de fragmentos de la narradora niña nacen de mis recuerdos deformados. Creo que el recuerdo en sí es ficción, incluso para quien no escribe. Lo que sí hay detrás es la emoción de crecer en Quibdó, los paisajes que veía a diario, el cariño que recibí, las historias y los cantos que escuché, y el dolor por el abandono del Estado colombiano a esta región.
«Me interesaba la búsqueda de la pertenencia porque he vivido muchos cambios».
(HF) ¿Cuál o cuáles dirías que son los principales temas de Esta herida llena de peces y por qué los elegiste?
Esta herida llena de peces habla, principalmente, de la pertenencia y el arraigo. Y de allí nace el argumento que tiene como protagonista a una madre blanca y su hijo negro, hijo que ella no parió. Me interesaba la búsqueda de la pertenencia porque he vivido muchos cambios, cambios que me llevaron a crecer en un territorio por el cual siento apego y cariño: el Chocó. A través de la ficción intenté dar respuesta a una pregunta que me ronda desde hace mucho: ¿adónde, a quién o a qué pertenecemos? ¿A quién pertenece alguien que no tiene madre o ha sido desplazado por el conflicto armado? La protagonista todo el tiempo busca pertenecer a otros grupos de mujeres, a la tierra, al río, y a un hijo ajeno.
(HF) Después de leer algunos fragmentos de Esta herida llena de peces, hemos recordado el imaginario de otros escritores latinoamericanos, con una prosa y un lirismo tan exuberantes como los paisajes de sus historias. Pero también recordamos el río por el que navegó Joseph Conrad hasta la oscuridad. ¿Hay escritores o títulos que recuerdes con especial aprecio?
He intentado alejarme del imaginario de escritores latinoamericanos, especialmente los del “Boom”, no por falta de aprecio, sino porque descubrí a Felisberto Hernández, a Oliverio Girondo, a Julio Ramón Ribeyro, y encontré un hogar en sus historias, temas y forma de escribir. Toda lista es injusta, se queda corta, pero me interesa mucho la poesía de Gabriela Mistral, de Alejandra Pizarnik, la voz de Marguerite Duras. El dolor de Francisco Umbral en Mortal y rosa me conmovió muchísimo, y novelas como Los estratos de Juan Cárdenas y La rebelión de los oficios inútiles de Daniel Ferreira me acercaron al ambiente que me interesaba narrar en esta historia, y seguramente en otras por venir. Fue vital para mí la literatura con la que crecí en Quibdó: la tradición oral. No crecí con muchos libros, pero sí con historias que me contaban las señoras, y los alabaos que cantábamos en clase los jueves. Libros que adoro: Vean vé, mis nanas negras de Amalia Lú Posso Figueroa, escritora chocoana, y una antología de mujeres poetas del Pacífico que guardo como un tesoro.
(HF) Si bien los lectores son tan únicos como sus experiencias vitales, ¿qué impresión te gustaría dejar en ellos con esta novela?
No sé si sea una impresión, exactamente. No pienso mucho en lo que voy a causar, sino en la historia. Me gusta pensar que dejo una pregunta, la pregunta por la pertenencia, y ganas de buscar al Chocó en el mapa.
«Escribir el final fue uno de mis mayores retos; aún lloro cuando lo leo».
(HF) ¿Qué fue lo que más te gustó del proceso de escritura de Esta herida llena de peces? Por otra parte, ¿cuál fue uno de sus mayores retos?
Lo que más me gustó fue haber encontrado un hogar en la escritura de la novela. Pertenecí a esta historia mientras la escribí, así como la narradora, la madre blanca, desea pertenecer al niño negro. Pero puse punto final y me quedé sin casa otra vez. Escribir el final fue uno de mis mayores retos, pues no fui capaz de tomar distancia del dolor. He escuchado que hay que tomar distancia emocional y ser más fuerte que lo que se escribe, pero me fue imposible. Aún lloro cuando leo el final.
(HF) Sol Solama dirige la editorial Tránsito, un sello de prestigio literario del que ahora tú formas parte. ¿Nos puedes contar un poco más sobre cómo llegó tu novela a esta casa editorial?
Estoy muy feliz de ser parte de Tránsito, ha sido un proceso muy bonito. Finalizado el Máster de Narrativa de Escuela de Escritores en junio del año pasado, guardé la novela porque recién había regresado a Colombia y tenía la vida al revés. Luego, meses después, hablé con Daniel Montoya, y él me contactó con Sol Salama, pues creía que a ella le podría gustar mi libro. Y le gustó. Así que fue gracias a Daniel, que no solo fue tutor de mi libro junto a Javier Sagarna, sino que hizo posible el contacto con Tránsito.
(HF) Desde Colombia hasta Madrid hay que saltar más que un charco. ¿Cómo fue, en breve, que llegamos a conocerte en el Máster de Narrativa de Escuela de Escritores? ¿Con qué es lo que más te quedas, después de haberte graduado de la Décima Promoción?
Participé en un taller de poesía en Bogotá, acerca de Pizarnik, y me sentí tan feliz en clase que decidí voltear todo al revés e irme a Madrid a seguir estudiando. Así, resumido, suena muy fácil, pero no lo fue. Ya me habían recomendado la Escuela, alguien que conocía a Sara Jaramillo, así que me lancé y la experiencia fue maravillosa. Me quedo con la fortuna de haber conocido a personas que hoy considero amigas y amigos cercanos, profesores de los que aprendí mucho, y una ciudad a la que extraño todos los días.
(HF) Si no fueras escritora, te habría gustado dedicarte a…
Tendría una floristería, sencilla, pero con todo tipo de flores. Haría ramos personalizados de acuerdo a cada persona. Quizás algún día pueda ser escritora y florista.
«Un libro no es suficiente para abarcar los fantasmas que tenemos».
(HF) Acabas de regresar de un viaje por el río Atrato, pero somos muy cotillas, sobre todo cuando nos encontramos con un libro muy bueno: ¿tienes algún otro viaje en mente, del que nos pudieras contar un poco?
Escribí una serie de notas y fragmentos para otra historia, antes de entrar en Esta herida llena de peces. He vuelto a esta idea y estoy trabajando en ella. Un libro no es suficiente para abarcar los fantasmas de los que hablamos antes, por eso esta historia también habla de la familia, pero desde otro ángulo: es la historia de una familia oscura y poco convencional, donde hay una niña, un padre, una madre ausente, y muchos mosquitos.
(HF) Te echamos de menos en Escuela de Escritores, ¿cuándo te veremos por Madrid? ¿Vienes a la presentación de tu libro?
No podré viajar, las restricciones debido a la pandemia no me lo permiten. La presentación será virtual, pronto Tránsito hará el anuncio. Espero regresar a Madrid para la Feria del libro, y pasar por la Escuela a saludarlos, ver qué tal están las plantas que tenía en casa y ahora son de la Escuela, y comer sugus.
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