Entrevista a Fló Guerin: “El amor es siempre lo que nos saca del mapa”

La alumna del Máster de Narrativa publica ‘Águilas’, su novela de proyecto de fin de estudios

Fló Guerin abandona la Sorbona a principios de los noventa, para ganarse la vida como artista callejera en la Barcelona posolímpica. Su carrera como productora teatral le lleva a realizar eventos en varias partes del mundo. Escribe proyectos culturales, guiones de teatro callejero, no se separa de su macuto. En 2016 logra asentarse de una vez y cursar el Máster de Narrativa de Escuela de Escritores. En septiembre de 2017, es finalista al premio de literatura erótica Válgame Dios con el relato «Nosotr@s», cuya antología publica la editorial Edhasa. Desde 2019 comparte con la compositora Chefa Alonso y el bailarín Ángel Zotes la creación del proyecto escénico «Colores para un amante ciego». Escribe canciones en colaboración con músicos del panorama jazzístico actual, entre ellos Alfonso de Vilallonga o Ersilia Prosperi.

¡Enhorabuena, Fló! ¿Qué se siente al ver Águilas publicado?

Pues en primer lugar mucha alegría, expectación, ilusión… pero luego debo confesar que también miedo y timidez. Llevo toda la vida participando del trabajo de otros y se me hace muy raro responder a una entrevista que verse sobre una creación propia.

Águilas, de Florence Guerin (Editorial Dos Bigotes)Supimos de Águilas tras escuchar tu presentación en uno de los encuentros con editores organizados por Escuela de Escritores. Cuéntanos un poco más sobre el origen de la novela, ¿se trata de tu proyecto de fin de máster?

Águilas es el primer libro que quise escribir, allá por los 15 años, poco después de que sucediesen los hechos que ahí se recogen. Al tratarse de algo tan remoto, tenía muy pocos recuerdos fidedignos para contar esta historia. Así que decidí partir de los pocos flashes, casi siempre visuales, que me quedaban para plasmarlos en textos cortos que llamé «polaroids». Estos «instantes atrapados», ordenados cronológicamente, conforman la novela. Para mí fue un proceso muy intenso ya que, al escribir Águilas, volvieron muchos recuerdos que había olvidado por completo. Estos surgieron en forma de sueños, pero también irrumpieron a veces caminando en plena calle, sin avisar. Este trabajo me hizo reflexionar un montón sobre las relaciones que se establecen entre memoria y ficción. Escribí Águilas durante el Máster, pero lo precedieron otras dos novelas que también escribí mientras cursaba. Después de mucho pensarlo, decidí presentarlo igualmente como trabajo final porque me pareció importante que, a pesar de no ser mi primer trabajo narrativo de alcance, al fin y al cabo, es la primera historia que yo quise contar.

«Águilas es una novela tanto sobre la identidad sexual como sobre la identidad idiomática»

¿Cuál es el tema central de Águilas?

Águilas es una historia de amor, de un primer amor, de cómo es amar cuando uno todavía no sabe lo que es eso. Es sin duda una novela de aprendizaje. Su tema central es definitivamente la identidad. La identidad sexual, por un lado, pero también la identidad idiomática. La protagonista cambia de idioma y de forma de amar y lo hace a la vez, a la par. De hecho, hay una intención literaria muy consciente por mi parte de relacionar estas dos identidades a través de un proceso de aprendizaje erótico que las atañe a ambas. Este diálogo entre erotismo y lenguaje se ve a su vez reforzado por la aparición en el relato de otros libros muy dispares que van desde el Tao te King a Las mil y una noches, pasando por las obras de Heródoto, A puerta Cerrada de Jean Paul Sartre o La Reina de las nieves de Andersen.

 ¿Qué ha sido lo mejor y lo más duro al escribir este libro?

Lo mejor para mí fue de alguna forma cumplir con un cometido muy antiguo, el de contar esta historia. Fue a la vez un punto de retorno, pero también de partida, por muy contradictorio que parezca. ¡Lo más duro fue sin duda buscar mi voz de los 15 años y encontrarla! Empezó a afectar a mi cotidianidad de mujer de mediana edad y también al curso de una relación amorosa que vivía en ese momento. ¡Hay que tener mucho cuidado con lo que queda de adolescencia en cada uno!

 ¿Qué fue lo que más te sirvió en el proceso de corrección?

Debo agradecer muchísimo a la Editorial Dos Bigotes el proceso de corrección de este manuscrito. Mi castellano es un poco «Frankenstein», bebe de muchas influencias que no siempre controlo. Esto puede ser una ventaja porque a veces lo hace peculiar, pero también un hándicap ya que no siempre encaja con las palabras que se esperan de un narrador(a) que no sea yo ahora mismo. Alberto y Gonzalo me ayudaron a purgar de argentinismos el lenguaje de mi protagonista, también me apuntaron muchas muletillas, tics de lenguaje que volvían una y otra vez a lo largo del texto y de cuya repetición no era consciente. Hicieron un trabajo muy fino de edición del cual les estoy muy agradecida, de cara al libro, por supuesto, pero también para mí como escritora.

«Para escribir Águilas busqué mi voz de los 15 años»

Hay quien busca remover, educar, entretener, ¿qué efecto te gustaría provocar en los lectores con esta novela?

Como te contaba un poco antes, para escribir Águilas busqué mi voz de los 15 años. Me encantaría que lectores adolescentes o jóvenes se lean esta historia. Es un poco vintage, claro, corrió mucha agua desde los años 80, pero creo que Águilas persigue cierta atemporalidad en su intento de retratar la conmoción, el «estirón» que supone una primera experiencia amorosa. Con este relato no pretendo educar ni tampoco entretener. Sí recordar que el amor es siempre lo que nos saca del mapa, lo que nos asombra, algo por explorar.

Fló Guerin - IMG720

¿Hay autores o libros que te hayan nutrido, en particular, antes de escribir Águilas?

Esta pregunta es más difícil de lo que me esperaba. Para otra novela que sigue en mi cajón, sí te podría citar autores a los cuales quise rendir homenaje de forma muy clara. Pero no es el caso de Águilas. Si pienso en la búsqueda estilística que representó para mí su escritura, creo que remitiría a Baudelaire, porque le di mucha importancia a la carga simbólica del texto. También pienso en Marguerite Duras, porque traté de ser ferozmente sincera sin pretender decir «la verdad».

¿Nos puedes contar un poco sobre cómo fue el camino hasta el sello Dos Bigotes, tus editores en Madrid?

La verdad es que, cuando me decidí finalmente a mandar Águilas a editoriales que me gustaban (tardé mucho en hacerlo, todavía no sé por qué), respondieron varias enseguida. Me ayudó sin duda adjuntar al manuscrito un informe de lectura de Luisgé Martin, que fue mi tutor y a quien le gustó mucho la propuesta. Dos editoriales me dieron luz verde y elegí a Dos Bigotes porque me gusta mucho su catálogo y la línea editorial que sostienen me parece valiente y necesaria.

¿Te veremos un tiempo por España, dedicada a las presentaciones de tu libro?

Presentaremos Águilas en Madrid en el Teatro del barrio el 22 de marzo a las 19.30. ¡Os lo recordaré por supuesto! Me encantaría que se acerquen, la verdad es que me da bastante yuyu, por mucho que esté acostumbrada a los escenarios. Trabajo en el mundo del teatro, esencialmente en producción y estoy más acostumbrada a las sombras que a las luces. Desde hace unos años, gracias a una colaboración con Chefa Alonso, una gran compositora e intérprete que trabaja con poetas como Chantal Maillard o Olvido Valdés, volví adelante, bajo los focos. Junto al bailarín Ángel Zotes, creamos un espectáculo multidisciplinar llamado «Colores para un amante ciego» que incorpora poemas míos. Chefa es también la directora de una orquesta de improvisación libre multidisciplinar de la cual formo parte como escritora. En la presentación del 22 de marzo representaremos con ella, el bailarín Malvin Montero y María Prado al cello, una pequeña pieza escénica alrededor de algunos fragmentos de la novela.

«En el Máster de Narrativa tuve la suerte de compartir promoción con gente muy talentosa»

Ahora que eres una graduada del Máster de Narrativa en Escuela de Escritores, ¿cómo describirías tu experiencia en este programa de escritura creativa?

Disfruté mucho de los dos años en el máster. Tuve la inmensa suerte de compartir promoción con gente muy talentosa, española pero también de varios países latinoamericanos, cada uno con un castellano muy propio. Para mí, como francesa, fue un verdadero lujo compartir aula con los dueños de tantas palabras distintas. Luego debo decir que cursar el máster me ayudó a sentarme. Literalmente. A dejar de dar tumbos con el macuto a cuestas y ponerme en serio a plasmar palabras en el papel. Escribí muchísimo y aprendí a sistematizar recursos narrativos que usaba instintivamente. También descubrí a escritores como Marta Sanz o Luisgé Martin que se convirtieron en voces importantes para mí.

Tu obra nos fascinó desde que nos contaste de qué se trataba y la pregunta es inevitable: ¿Tienes otro proyecto del que nos puedas adelantar un poco?

Como te comentaba, tengo dos novelas todavía en el cajón. Una de ellas es una fábula cruel que guiña con los dos ojos a Boris Vian, a Alfred Jarry y al teatro del absurdo. Creo que será la siguiente en salir su escondite. La otra relata la enfermedad y muerte de mi compañero hace cinco años. El descalabro del sistema de salud. La crueldad y lo inexorable. La mugre. Necesita una relectura y probablemente una reescritura completa. Quizás pronto pueda ponerme con ello, no me resulta tarea fácil. Por otra parte, me puse hace poco con el proyecto de un libro de relatos de terror. Y escribo canciones, cosa que me gusta muchísimo porque se pueden cantar limpiando la casa o haciendo la compra. Acompañan mejor que cualquier otro texto. Son textos mascotas, cuando se consigue una buena, la sensación es maravillosa. Y las puedo escribir tanto en español como en francés, cosa que no logro con otras formas de narración.

Si no fueras escritora, ¿qué más te hubiera gustado ser? No vale mencionar otro de tus talentos artísticos, que son muchos.

Yo quería ser exploradora. No lo logré estrictamente pero casi. Sé que tuve mucha suerte.

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