Durante la temporada 21-22 se presentaron a concurso 26.331 microrrelatos
Treinta y tres semanas y 26.331 microrrelatos después, la XV edición del concurso Relatos en Cadena ya tiene ganador: Tomás del Rey, finalista del mes de mayo con el microcuento Telecomunicaciones se lleva los 6.000 euros de premio con los que está dotado el certamen más popular de la literatura española. En la temporada 2021-2022 de Relatos en Cadena han participado 5.699 autores desde 43 países distintos.
Telecomunicaciones se impuso en la final a los microrrelatos de Raúl Aragoneses, Volver a casa, y de Patricia Collazo, El bosque de los suicidas, finalistas de los meses de enero y octubre, respectivamente. El jurado de esta XV edición estuvo formado por los escritores y colaboradores de La Ventana de la Cadena SER Benjamín Prado y Laura Ferrero, la periodista Mara Torres y el director de Escuela de Escritores, Javier Sagarna.
La Ventana de la Cadena SER y Escuela de Escritores agradecen a todos los participantes su apoyo a Relatos en Cadena, que tras 15 años en antena continúa entusiasmando a nuevas generaciones de oyentes y de escritores.
Aquí podéis leer el relato ganador y los finalistas.
Telecomunicaciones, de Tomás del Rey
Hígado con destino a Houston enviado por lanzadera para análisis, en paralelo a este telegrama electrónico. Extraído de espécimen capturado nueva especie inteligente. Cocido por mejor conservación. Saludos desde Andrómeda.
Aquí Houston. Recibimos foie sin ninguna explicación. Dedujimos querían celebrar éxito experimento cría de patos en Andrómeda. Sabor delicioso. Ojalá manden pronto noticias vida extraterrestre. No recibimos sus telegramas por interferencias servidor.
Aquí Andrómeda. Preocupados falta comunicaciones suyas. Extraterrestres en primer momento amistosos luego colonizan cuerpos. Emotividad, euforia y mutaciones. Vigilen hígado enviado.
Aquí Houston. Lloramos sin noticias vuestras. Os queremos, tíos. Tercera cabeza creciéndole a Mackenzie. Una risa. Volved y dominaremos juntos el universo.
Volver a casa, de Raúl Aragoneses (2º finalista)
Ahora golpearé la tumba con los nudillos. La señal acordada: seis golpes cortos. Apenas se abra la lápida, los críos se me tirarán al cuello. «Papá, ¿qué nos traes?», preguntarán mientras les reparto balones, cromos, algún pajarillo medio seco, antes de que salgan corriendo por el camposanto. Después entraré a verla ella. Me dirá que estoy más flaco, que no me cuido, pero que aún le gusto. Alabaré la limpieza y lo bien que huele siempre. Se quejará de la muerte que lleva, de la ausencia. Será entonces cuando se lo cuente: he ganado la plaza de sepulturero municipal. Y la abrazaré con cuidado para no romperla.
El bosque estaba ahí, esperando. Con sus sogas anudadas colgando de los árboles. Las había de todos los colores, enganchadas a mayor o menor altura, con diámetro talla adulto o niño. Para todo tipo de motivos: en forma de corazón para los despechados, redondas como ceros para los arruinados, cuadriculadas para los calculadores, emulando lágrimas para los depresivos crónicos. El bosque estaba ahí, como última salida. Por eso aguantábamos despidos injustos, sueldos de mierda, amores perdidos, hijos descarriados, enfermedades, vacíos, ausencias y adicciones. Porque el bosque estaba ahí. Y, en cualquier momento, podíamos ponernos a la cola y pagar la entrada para acceder a él.
Error: Formulario de contacto no encontrado.