El 4 de junio pasado tuve la oportunidad de viajar a Arnhem, Holanda para conocer la Escuela de Escritura Creativa de la Universidad ArtEZ. Fue un viaje en el que pude conocer el enfoque de la escuela, conversar con profesores y escritores y compartir lecturas con estudiantes.
Con los alumnos de primero y segundo año analizamos cuentos o fragmentos de escritores latinoamericanos a partir de los cuales conversamos sobre sus distintos procesos de escritura.
Leímos a Felisberto Hernández, Rosario Ferré, Raduan Nasar y Macedonio Fernández.
Nos alegramos de saber que todos compartíamos esa manía por conocer los rituales, procesos, obsesiones de escritores; como si fueran cierto tipo de bote salvavidas al que también podemos recurrir cuando nos enfrentamos a la escritura.
Felisberto Hernández por ejemplo tenía pavor (como casi todos) a los principios y los finales. Leímos el inicio de su novela corta Por los tiempos de Clemente Colling. Desde ese primer trabajo Hernández ya demuestra su evasión a los inicios, los va dejando de lado, describe paisajes, vuelve a una idea una y otra vez, da vueltas sobre el tema de la memoria hasta que la historia simplemente aparece entre un mar de pensamientos.
Esto no sorprende viniendo de un escritor con un libro titulado Prólogo de un libro que jamás escribí.
Rosario Ferré decía que después de traducir su novela La casa de la Laguna al inglés, la volvió a escribir completa en español porque había encontrado que uno de los personajes, que en la primera versión era plano, se había convertido en un personaje con más emoción. Empezó a hacer eso con algunas de sus obras, experimentando el cambio que el lenguaje tenía sobre sus personajes o ambientes.
Con los alumnos de primer y segundo año aplicamos algunos de estos procesos en un ejercicio de escritura en clase.
Aprender el oficio de la escritura es, entre muchas otras cosas, una búsqueda de un propio proceso, de rituales, manías que rodean el momento de sentarse frente al a hoja en blanco y ver cómo algo sucede.
Solemos dar por sentado el asombroso intercambio que se produce en las escuelas de escritura donde se habla de libros como la cosa más importante del mundo, donde se discuten personajes, palabras, frases como si uno dependiera de ellos.
Es quizá eso lo más sorprendente de estos espacios, que la literatura es lo más importante del mundo.
En un momento en el que pareciera que todo está al alcance de la mano, no es así. Muchos de los autores que discutimos en clase eran totalmente desconocidos para los estudiantes de allá y yo tuve la oportunidad de conocer mucho más acerca de la literatura holandesa a la que no hay tanto acceso, ya sea por traducción o distancia. Pude conocer sobre textos que ni siquiera están traducidos y pude conversar en ese momento con los estudiantes de ArtEZ sobre ellos. Hay intercambios de autores o libros que solo suceden en este tipo de lugares, en un aula de clase, donde surgen cosas maravillosas y es quizá eso lo más valioso de estos intercambios.
Este proyecto es posible gracias al Servicio Español para la Internacionalización de la Educación. Queremos agradecer al SEPIE la gran oportunidad que nos brinda de cara a la formación de nuestros profesionales en diferentes países europeos. También agradecemos a la EACWP la gran oportunidad que nos brinda de cara al intercambio con otras escuelas europeas.
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