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Escrito por: CATHERINE MORDOS
Son famosas. Tienen miles de seguidores, cientos de miles de «me gusta» en Instagram… Y no existen.
Hablamos de inteligencia artificial. Algunas agencias, al calor de la irrupción de la IA generativa, ya han apostado por «inventar» influencers mediante inteligencia artificial, desde su imagen –perfecta, como debe ser en Instagram–, hasta la personalidad y la rutina del día a día. Personajes no reales, pero con historia y fans, como Aitana López @fit_aitana y Sofia Artif.
Se trata de un proceso imparable, que sin embargo despierta mucha incertidumbre. Para algunos, es una ayuda que llega caída del cielo para superar falta de tiempo, de ganas o de inspiración. Para otros, una nueva amenaza de futuro, que justifica la pregunta que se hacía el experto en tecnologías y futurólogo Bernard Marr hace unos meses: «¿La inteligencia artificial está destruyendo Internet?»
Es pronto para tener una respuesta clara. Pero también es cierto que la irrupción de esta tecnología despierta un interés inusitado entre los usuarios de las redes sociales. En particular de las que, como Instagram, han decidido apostar fuerte por la IA, porque se intuyen los camios que se acercan. De hecho, si por simple curiosidad tecleamos en un motor de búsqueda los términos Inteligencia Artificial + Instagram conseguimos casi 400 millones de resultados. Y en muchos casos se trata de cuentas «bot», es decir, de cuentas automatizadas gestionadas y alimentadas por ordenadores.
Pero ¿qué nos cuenta en realidad esta avidez por la Inteligencia Artificial sobre el futuro de las redes sociales? Es decir, ¿dejaremos como humanos de crear contenidos en redes para confiar ese papel a la tecnología?
Los chats, como GPT, de OpenAI o Gemini, de Google, ya llevan un tiempo creando contenidos a demanda, con algunas polémicas de por medio, con algoritmos de texto a imagen, de imagen a vídeo, de imagen a imagen y otras variedades para crear contenidos nuevos como imágenes, vídeo, música y texto. Tampoco son ninguna novedad en redes videos falsos como el del Papa bailando hip-hop, de famosos hablando idiomas que no conocen mediante deepfake, o de situaciones imposibles. A finales de 2023, Mark Zuckerberg, director ejecutivo de Meta, matriz de Instagram, anunciaba, en fase de prueba, el lanzamiento de chatbots de inteligencia artificial generativa con distintas personalidades, basadas en famosos como la estrella del fútbol americano Tom Brady, la influencer Charli D’Amelio y el rapero Snoop Dogg. Y estarán disponibles no solo en Instagram Direct, sino también Messenger y WhatsApp, construyendo así los cimientos de unas redes sociales globales.
Tenemos por tanto un comienzo de respuesta. Sí, la IA va a sustituirnos. En parte, a algunos y en algunas tareas. Por tanto, la pregunta correcta es ahora: ¿hasta dónde y qué espacio nos reservamos?
Instagram, el ecosistema de «postureo» más estético del planeta, se había quedado claramente atrás –y un poco desfasada– frente a competidores tan agresivos y aparentemente espontáneos como TikTok. Y de ahí su apuesta por convertirse en el banco de pruebas de la inteligencia artificial en redes. No solo con los chatbots interactivos de famosos o algoritmos cada vez más precisos y orientados, sino con herramientas al alcance de todos sus usuarios. Ya existe la función de crear fondos personalizados a demanda –una carta clave en una red centrada en la imagen–. En la misma línea, los usuarios pueden editar en segundos sus fotos utilizando el modelo de inteligencia artificial generativa de Meta, bajo el nombre de EMU, directamente en la aplicación de Instagram. También se están introduciendo otras herramientas como la creación de stickers personalizados por los usuarios mediante IA generativa, junto con reels de mayor duración, mientras los chats generativos ya permiten crear contenidos a medida y programados.
Los mimbres ya están por tanto colocados. Ahora falta la estructurar y elaborar un contexto. Es decir, marcar límites. Instagram no va a dejar que la inteligencia artificial sustituya la realidad, sin dejar traza del truco, así que las fotos e imágenes creadas con IA estarán etiquetadas como tales. En lo que respecta a los contenidos escritos –de menor peso en esta red social–, serán, sobre todo, las propias limitaciones de creatividad y originalidad que tienen los chats de IA generativa las que marcarán la diferencia entre realidad y creación digital. La IA puede sugerir contenidos, pulir estilos, programar y sugerir estructuras o enfoques, pero difícilmente puede sustituir la creatividad y frescura humanas –el contexto– a la hora de proyectar ideas con potencial. Cuando menos, por ahora.
Otra cosa muy diferente son las asignaturas pendientes. La lista es larga, empezando por la gestión de contenidos creados de forma artificial –el deepfake más allá de memes–, la difusión de información falsa, y posible utilización de ambos para fines poco edificantes. O el de la privacidad de los usuarios, en entredicho por el uso de IA en el tratamiento de datos. Conceptos éticos que ya aborda, a otro nivel, la nueva Ley de Inteligencia Artificial europea.
Pero, sobre todo, queda por despejar el concepto mismo del futuro de las redes sociales. La foto fija perfecta de Instagram está a punto de desaparecer. ¿Será sustituida por una imagen más humana o por una digital?
Periodista por la Universidad Complutense de Madrid. Especializada en asuntos públicos y reputación corporativa, en la actualidad asesora a varias compañías multinacionales en sectores como la alimentación, energía, agua y tecnología. Creadora de contenidos y de estrategias en Redes Sociales para empresas, cuenta con más de 20 años de experiencia en las áreas de comunicación, relaciones Institucionales, ESG y sostenibilidad. Ha sido asesora en los Ministerios de Agricultura y Administraciones Públicas, así como redactora y responsable de sección en diversos medios de comunicación nacionales e internacionales.
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