Desde la Orivesi Collage of Arts de Finlandia
Durante el #IntercambioEdEOrivesi
Del 18 de enero al 18 de marzo de 2016
Bubbles
7 de marzo, 2016
En vísperas de mi vuelta a España, el día anterior antes de partir, aún con las maletas abiertas y vacías en mi habitación, me encomendé con Lila a una tarea mucho más importante que empacar —¡por supuesto!— y que acabó convirtiéndose, sin sospecharlo, en una misión de vida o muerte: encontrar burbujas de jabón en Orivesi.
Piensen que ya habíamos recorrido dos de las cinco tiendas del pueblo en las que teníamos remota posibilidad de encontrarlas y que en Orivesi —al igual que en toda Finlandia, me temo— no existe tal cosa como un chino. «How come! If soap bubbles were THE THING when I was a child!», me decía Lila indignada.
El día anterior ya me había despedido de Risto, luego de nuestra última clase de Poesía. En ese último encuentro, antes de abrazarnos en la estación de autobuses de Orivesi, Risto me había dejado por escrito en el cuaderno una de sus advertencias: «Remember what Blake says: Every child will be crucified.» Por esta razón, supongo que encontrar burbujas de jabón esa tarde en Orivesi para la presentación final de nuestra obra de teatro se convirtió, de pronto, en una misión de vida o muerte. Sospecho que, en esencia, eso era lo que el personaje de Lila —la niña— venía a advertir, sencillamente, con esa pieza: esa crucifixión de la infancia. Bubbles, they say —arrancaba diciendo en el monólogo de su personaje—. They would be fun, they say.
Recorrimos todavía la tercera y la cuarta tienda y nada. O ya el jabón de burbujas no se llevaba en Finlandia o los finlandeses del pueblo se lo habían bebido (que podía ser otra posibilidad). Ya aquello empezaba a parecerme un correlato de la pieza misma cuando el personaje de la niña va experimentando una serie de encuentros frustrados y fallidos según va itinerando por la vida de tres personajes más: una adolescente ansiosa y locuaz, despavorida por el presentimiento del silencio «Don’t speak, just listen! Don’t speak just listen!», un chico violento y sin nombre «I don’t have a name but you can call me John» y una mujer de mediana edad atravesada por una historia de desamor «I hate my hands. They remind me that there is always something missing.» Tres personajes, en suma, aislados en la acústica solitaria de sus burbujas monologantes.

«Hey! Here they are! Princess bubbles! Yeyyy!», corrió Lila a mostrármelas en el último almacén donde, ¡finalmente!, las encontramos. Así fue cómo esa tarde de jueves, en vísperas de mi partida, pudimos contarle a nuestro público del Oriveden Opisto que las burbujas de jabón eran THE THING, que eran LO MÁS.
«They are fun, I say!», cierra diciendo la niña en la última imagen de la pieza mientras va llenando el escenario con sus burbujas, desafiando, finalmente, la profecía de Blake.
Ahora que lo pienso —ya de vuelta en España—, tengo que escribirle a Risto y contárselo.
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