Tu ambientación medieval no tiene por qué mostrar discriminación

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Escrito por: ALEJANDRO MARCOS

Hoy me gustaría hablaros de las ambientaciones y de hasta qué punto pueden constreñirnos a la hora de crear una sociedad o un mundo.

Muchos autores de fantasía piensan que por el hecho de tener una ambientación medieval, están en la obligación de reflejar fielmente todos los comportamientos sociales que se presuponen a esa época, cuando no tiene que ser así.

Antes de aclarar eso, me gustaría precisar lo que yo entiendo por ambientaciones y a qué me refiero cuando hablo de ambientación medieval.

 

La ambientación en literatura es el conjunto formado por el espacio en el que se desarrolla la acción y la época de la misma. Dentro de ellos encontramos otros elementos como son comportamientos o normas sociales, leyes, avances tecnológicos, objetos, vestimentas, etc.

Una ambientación medieval es aquella en la que todos esos elementos remiten a la época medieval de un lugar concreto. Es decir, no será lo mismo una ambientación medieval japonesa que una europea. Según la que elijamos, tendremos que emplear unas palabras u otras y habrá elementos, quizás plantas, materiales, armas, nombres, que serán claves para la situación del lector. Un dato importante a tener en cuenta es que deben «sonar» al medievo europeo o japonés, no «ser» el medievo europeo o japonés.

¿Por qué? Pues porque si lo que queremos es recrear el medievo de un lugar concreto que existe y ambientar la historia allí introduciendo algún elemento fantástico, entonces sí que debemos ser lo más fieles posible tanto a los objetos como a las formas sociales, para que el lector tenga la impresión de encontrarse allí de verdad. Pero eso no sería una ambientación medieval, sino una ambientación histórica concreta. Estas ambientaciones obligarán al escritor a realizar un trabajo importante de investigación y de documentación, mientras que las ambientaciones medievales no.

Imaginad que yo invento un mundo en el que hay un ambiente medieval europeo, al estilo de «Juego de tronos», pero quiero hacer que en lugar de reinos dirigidos por reyes, las ciudades se organicen por medio de consejos parecidos a los soviets rusos. O que la religión mayoritaria esté formada solo por mujeres. ¿Por qué no? Puedo romper algunas estructuras o algunas normas del medievo para que encajen en mi mundo. No estoy recreando la Francia del siglo XII, sino un mundo inventado, no tengo por qué ser exacto. Sin embargo, si respeto la mayoría de los otros elemento, la ambientación seguirá siendo medieval.

Y aquí llega el meollo de la cuestión. En ese caso, ¿por qué no voy a poder crear un medievo en el que coexistan en igualdad hombres y mujeres?, ¿o que no haya discriminación de ningún tipo? Es posible que la tecnología en tu mundo no haya avanzado más allá de la Edad Media, pero eso no quiere decir que la sociedad deba ser la misma. Y, creedme, funciona sin ningún problema para los lectores porque lo he probado en todas mis novelas.

Por supuesto, esto puede aplicarse a cada una de las distintas ambientaciones que no se sitúan en el mundo real. Me vale con las medievales, las renacentistas, las preindustriales, las modernas, etc.

¿Quiero decir que, al poder hacerlo, todos debemos ser políticamente correctos y eliminar este tipo de discriminaciones de nuestros textos? No. Eso quiere decir que puedes incluir discriminaciones si quieres, pero que seas consciente de que lo haces porque lo prefieres así, no por una supuesta obligación de la historia. Puede que te interese que en tu mundo renacentista haya machismo para que la protagonista femenina tenga que luchar a la hora de conseguir lo que desea, quién sabe. Lo que quiero decir con este post es que es importante que cada uno reflexione sobre lo que incluye en su obra y sobre si quiere decirlo o no.

Yo personalmente sigo un criterio diferente en cada una de mis novelas. Es algo que me planteo cuando me pongo con el worldbuilding, pero no es algo que me imponga la ambientación.  Es decir, considero la ambientación un complemento o una herramienta para transmitir la idea o la historia que quiero contar, en ningún momento dejo que sea al revés, puesto que en ese caso, probablemente el worldbuilding se coma a la historia y tu novela se convierta en un tratado social o histórico de un mundo que no existe.

Cada uno es libre de hacer y de escribir lo que quiera, por supuesto, pero deberíamos hacerlo siendo conscientes de que lo que contamos lo contamos porque queremos, no porque, supuestamente, la ambientación no lo imponga.

¿Qué opináis vosotros?, ¿os habéis encontrado alguna vez con este dilema?, ¿cómo lo trabajáis a la hora de escribir o de crear mundo?

Acerca del autor

Alejandro Marcos, fotografía de Isabel Wagemann- IMG675

Alejandro Marcos

Coordina los Departamentos de Formación, Calidad y Relaciones Internacionales. Además, junto a Chiki Fabregat, se encarga del posgrado de formación de profesores. Imparte cursos de escritura desde 2012, es profesor, junto a Javier Sagarna, de la asignatura de Proyectos del Máster de Narrativa. Escribe acerca de narrativa en el blog de la Escuela y codirige, con Daniel Montoya, nuestro podcast. Desde 2019 trabaja como Project Manager en el proyecto CELA.

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