Cinco cosas que no hacer con tus personajes queer

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Escrito por: ALEJANDRO MARCOS

Como nos encontramos en pleno mes del orgullo LGTBIQ+, esta entrada nos viene que ni pintada. Esta semana me gustaría hablaros de cinco tópicos que es mejor evitar si hemos decidido que alguno de nuestros personajes pertenezca al colectivo.

También os hemos hablado en otras ocasiones de los personajes invisibles, de la diversidad en la fantasía o, como el año pasado, os hemos dado ejemplos de literatura LGTBIQ+ ideal para esta época del año (y, en realidad, para cualquier momento).

 

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Doy por sentado que, si queremos introducir un personaje queer en nuestros textos, nos interesa que esté bien representado, por lo que estos consejos van a venirte de perlas.

Recuerda que, como siempre, la elección de introducir o no personajes pertenecientes a cualquier minoría es una decisión tuya que no debes tomar únicamente porque pienses que «debes» hacerlo. Una mala representación es, casi siempre, peor que una ausencia de representación.

Dicho esto,

  • Que su rasgo queer sea su trama: En el pasado, era muy habitual que los personajes que pertenecieran al colectivo aparecieran en las historias solo cuando su rasgo queer era el centro de su trama: una lesbiana que salía del armario, un transexual que descubría su transexualidad o que contaba su transición, etc. De hecho, era muy habitual encontrar gente que aseguraba que, de no ser el centro de la trama ese rasgo queer, lo adecuado sería eliminar al personaje o normativizarlo para que no destacara y desviara la atención del lector de la trama principal. Hoy en día la normalización pasa, precisamente, por mostrar personajes queer que son algo más que eso. Si la narrativa intenta reflejar la realidad, lo cierto es que las personas queer tienen muchísimos más conflictos en su día a día que el mero hecho de pertenecer a una minoría.
  • Que sea perfecto: Como compensación a la imagen negativa que se ha dado históricamente en la literatura y el cine de los personajes queer, surgió la tendencia de hacer personajes completamente blancos que no incomodaran a nadie y que fueran perfectos: gays guapos masculinos y graciosos, transexuales que pasan por mujeres u hombres cisgénero, etc. Todos, además, sin un ápice de maldad en su cuerpo, probablemente con buen corazón e incluso un trabajo altruista y de corte intelectual. Esto tampoco refleja la realidad. La gente queer, como cualquier grupo de personas, es gente buena y mala, gente regular y gente imperfecta. La gente queer se equivoca y, a veces, son unos imbéciles de cuidado. Claro que sí. Atrévete a que tu personaje queer tenga rasgos que lo hagan imperfecto, pero ten cuidado de no regresar al villano al que siempre se le asociaba con algún rasgo queer (ejem, Disney) o femenino. Tampoco hagas que todos tus personajes queer sean malvados y desalmados. Ni lo uno ni lo otro.
  • Que acabe castigado: Los personajes queer que pasaban la censura lo hacían porque al final de la historia siempre acababan castigados. Podían morir, podían enfermar o podían acabar en la cárcel, pero nunca conseguían sus objetivos y terminaban con un felices para siempre. Esto se debe a una intención evidente de moralizar y de advertir a los lectores de que el estilo de vida queer (sea cual sea ese estilo) conduce a la destrucción y nunca acaba en felicidad. Un ejemplo de esto es el tópico en el que se dice que el personaje queer siempre es uno de los primeros en morir en los slashers. No digo que todos tus personajes queer tengan que alcanzar siempre sus metas, sino que te preguntes si estás haciendo que esa pareja de lesbianas rompa por la historia o lo haces por seguir una tendencia.
  • Que sea un alivio cómico: Esta tendencia surgió cuando se abandonó la representación negativa de los personajes queer y se los convirtió en secundarios agradables y blancos. Los queer aparecían de fondo, eran graciosos y nunca incomodaban mostrando a los lectores cosas como besos, sexo o preocupaciones. Si tu personaje queer es el mejor amigo de la protagonista o, peor aún, del interés romántico del protagonista, revisa tu historia. Puedes hacer que tus personajes queer sean graciosos, evidentemente, pero asegúrate de tres cosas: que no son graciosos por ser queer, que ese no es su único rasgo y que no todos tus personajes queer cumplen la misma función. No se trata de censurar estereotipos de personajes (vivan los estereotipos cuando hacen falta), sino de usarlos con cabeza y, sobre todo, cuando queremos hacerlo y porque los necesitamos.
  • Que esté introducido de manera forzada: Ojo con esto. Desde Centauros siempre hemos abogado por la representación y la inclusión de minorías en los textos, pero siempre desde el respeto a la buena representación y desde el interés por hacerlo. No todos los autores tienen que escribir sobre personas queer porque no siempre van a querer hacerlo (y eso está bien). Como hemos dicho arriba y hemos reiterado con los ejemplos de los castigos, una mala representación puede hacer mucho más daño que una ausencia de representación. También hay que ser conscientes de la ambientación y del tipo de historia que estamos contando. Puede que introduzcamos un personaje queer con toda la buena intención y que, por resultar forzado, acabe provocando rechazo en los lectores. Y con esto no quiero decir que haya que introducir personajes queer para disminuir la intolerancia de la sociedad, sino porque creemos en una representación real del mundo en nuestros textos y la gente queer, por mucho que le moleste a algunos, existe.
  • Como consejo extra: Hay vida más allá de los gays en el mundo queer.

¿Qué te han parecido mis consejos? Seguirlos o no es decisión tuya, por supuesto. Puede haber cien razones narrativas para saltarte el artículo cuando estás escribiendo, pero al menos estaría bien que lo hicieras con conocimiento de causa y supieras por qué lo haces.

Por último, me gustaría avisar de que todos estos consejos pueden aplicarse casi sin ningún cambio a cualquier minoría que queramos representar en nuestros textos.

Espero que te hayan parecido útiles estos consejos y que le pierdas el miedo a introducir personajes LGTBIQ+ en tus textos.

Acerca del autor

Alejandro Marcos, fotografía de Isabel Wagemann- IMG675

Alejandro Marcos

Coordina los Departamentos de Formación, Calidad y Relaciones Internacionales. Además, junto a Chiki Fabregat, se encarga del posgrado de formación de profesores. Imparte cursos de escritura desde 2012, es profesor, junto a Javier Sagarna, de la asignatura de Proyectos del Máster de Narrativa. Escribe acerca de narrativa en el blog de la Escuela y codirige, con Daniel Montoya, nuestro podcast. Desde 2019 trabaja como Project Manager en el proyecto CELA.

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