La alumna del Máster publica su primera novela, ‘Nenúfares que brillan en aguas tristes’, en Plaza & Janés
En apenas diez días volveremos a vernos en el lugar donde sucedió todo. En noviembre de 2020, Bárbara Gil, alumna de la I Promoción del Máster de Narrativa, presentaba el manuscrito de su novela Nenúfares que brillan en aguas tristes en el tercer encuentro con editores que Escuela de Escritores organiza con algunos de los principales sellos editoriales españoles. Alberto Marcos, editor de Plaza & Janés, vio su potencial y ahora ese proyecto de fin de Máster es una novela que ya ha encontrado sus primeros lectores y su sitio en las librerías.
Lo celebraremos el próximo miércoles 10 de marzo en su casa, en Escuela de Escritores, en la presentación de la novela en la que Bárbara estará acompañada por Javier Sagarna, el director de la Escuela, y Alberto Marcos. Podréis participar en la presentación en la sala Zoom de EdE (ID 178 024 908, aforo limitado) o seguir la presentación a partir de las 19:00 h. en el Facebook Live de Escuela de Escritores.
Para abrir boca, te invitamos a leer esta entrevista en la que Bárbara Gil nos habla de sus primeros pasos en su carrera de escritora y del origen y escritura de una historia comprometida con la denuncia del cambio climático y el consumismo.
(HF) Antes del libro, queremos conocer un poco más a la escritora. Eres licenciada en Periodismo, con estudios en Filología e Historia, y luego te graduaste en la Primera Promoción del Máster de Narrativa. ¿Cómo comenzó la picazón literaria?
Desde pequeña sabía que quería ser escritora. El problema es que no existe una carrera de escritor. Entré en Filología Hispánica pensando que aprendería técnicas narrativas, pero nada más lejos de la realidad. Me cambié a Periodismo y tampoco allí encontré lo que buscaba. No me dieron las herramientas que necesitaba hasta que participé en el Máster de Narrativa y, para entonces, ya tenía 28 años. Es el primero que se hizo en España. Envidio a los adolescentes que ahora sí tienen estas otras vías tan necesarias para empezar a formarse como escritores desde tan jóvenes. Se nos ha negado nuestro derecho a aprender el oficio porque se da por hecho que el escritor nace y no se hace. Y es una falacia terrible. La calidad de la literatura ha mejorado muchísimo desde que existen las escuelas de escritores, y no solo eso, cada vez más gente escribe y puede cumplir su sueño, como yo. El Máster me cambió la vida: dejé mi trabajo en comunicación corporativa para ser profesora de Escuela de Escritores e incluso montar mi propia escuela, primero en Málaga y luego en Mallorca.
(HF) ¿A más de diez años de ese primer paso por Escuela de Escritores, cuál ha sido la mejor lección?
La mejor lección es la que me dan mis alumnos todos los días porque me recuerdan el camino que yo tuve que recorrer para poder llegar aquí.
Quería escribir una novela comprometida, no señalar culpables sino indagar en las raíces del problema.
(HF) Sabemos que eres una gran viajera y que Nenúfares que brillan en aguas tristes está inspirado en tus experiencias en Bangladés. ¿Nos cuentas cómo nació esta novela?
Como a todas las personas de mi generación, me preocupa el cambio climático y también este consumismo insostenible del que todos somos partícipes. Quería escribir una novela comprometida, no señalar culpables, que eso se nos da muy bien en nuestro país, sino indagar en las raíces del problema. Me parecía que se hablaba mucho de que España juega un papel clave en el sector de la industria textil, pero creo que, en general, no nos hacemos a la idea de todo el entramado que hay detrás. Creo en el derecho de todos los españoles para tener voz en este asunto, sea cual sea su opinión, no solo los empresarios o los políticos pueden decidir cuál es nuestro papel en la industria textil.
Así que me puse a investigar sobre el tema y encontré un documental sobre los astilleros donde se desbrozan barcos en Chittagong: las condiciones laborales allí son terribles, por no hablar de la explotación infantil. Lo llaman el infierno en la tierra. Supe en ese mismo momento que quería ir allí. Pero no me consideró para nada intrépida, un poco inconsciente sí. Supongo que si no, no me habría ido yo sola en un año en el que mataban a turistas de forma aleatoria. Pero como siempre, los que dan mal nombre a un país son “cuatro”. En Bangladés conocí a gente maravillosa, me ayudaron en todo, incluso a colarme en el cementerio de barcos, y eso es algo que creo que he conseguido mostrar en el libro. Por otro lado, quería jugar con la idea del contraste entre el paraíso y el infierno. Hay una frase en mi novela que pasa un poco desapercibida pero que, probablemente, es mi preferida: “En el paraíso nos hemos quedado sin manzanas y vamos a buscarlas al infierno”. Para mí, resume lo que es la explotación de los países del sur. Por eso el lugar idóneo para ambientar el inicio de la novela tenía que ser un pazo idílico en Vigo, ya que es en Galicia y en el norte de Portugal donde se concentran la mayoría de las empresas textiles.
(HF) Tu novela acaba de llegar a las mesas de novedades en las librerías. Para despertar el apetito de los lectores, ¿cuál es el tema principal de tu historia y por qué lo elegiste?
Mi novela cuenta una historia cruda, pero también una historia bonita: una chica que viaja a Bangladés pensando que va a descubrir un secreto familiar y lo que descubre es una nueva manera de ver el mundo. A mí me encantan las sagas familiares, así que en esta aventura la acompaña toda su familia. Nos encontramos con jóvenes que lo tienen todo, en uno de los países más pobres y poblados de la tierra, desenterrando un secreto que lleva años escondido y que les va a pegar una buena bofetada en la cara. El contraste a veces es duro, otras bello, otras hilarante.
Estoy un poco cansada de que se desprecie el género del ‘landscape’ atribuyéndole un romanticismo bobalicón.
(HF) Nenúfares en aguas tristes podría enmarcarse en el subgénero conocido como novela landscape… ¿Qué crees que aporta aporta a este tipo de narraciones tu novela?
Sí, es una novela landscape, en tanto que una protagonista viaja a lugares exóticos. De ahí el nombre del género y de ahí la portada tan bonita que ha hecho Plaza y Janés. Yo quería aportarle un valor distinto a este tipo de narración: si normalmente las heroínas viajan a lugares a los que escapar, como son Sreemangal, con sus colinas verdes del té, o el Lawachara National Park, con su bosque selvático, en Nenúfares que brillan en aguas tristes también hay lugares de los que no se puede escapar, como el mencionado infierno en la tierra o el barrio de los curtidores en Daca. Creo que en este tipo de ficción femenina, detrás de una bella historia siempre hay una mirada crítica hacia nuestra sociedad. Estoy un poco cansada de que se desprecie el género atribuyéndole un romanticismo bobalicón. En mi novela hay una historia de amor muy bonita, pero es importante en la medida en que ayuda a crecer a la protagonista, no como el complemento de la mujer que necesita sí o sí tener una pareja, que a mí ya me tiene un poco harta (y creo que a la mayoría de las mujeres también), así que lo que el lector no se va a encontrar es un “y vivieron felices y comieron perdices”.
(HF) Si bien los lectores son tan únicos como sus experiencias vitales, ¿qué impresión te gustaría dejar en ellos, en general, con Nenúfares que brillan en aguas tristes?
Quiero recuperar un episodio que sucedió en 2016, recordárselo a la gente para que no caiga en el olvido. No busco culpables, no hay discursos agresivos ni sermones baratos ni dedos que señalan porque lo que quiero es suscitar un debate: que lancemos juntos un mensaje humanitario y de denuncia sobre los ataques medioambientales en los que participamos todos. Creo que la literatura no tiene que decirte lo que tienes que pensar, sino hacerte pensar. Yo he estado allí, ahora quiero hacerte viajar a ti y que veas lo que yo he visto. Así que procuro crearte la impresión de que tú estás allí, de que tú eres Irina y puedes verlo y sentirlo todo a través de sus ojos, pero la reflexión de después ya es cosa de cada uno. Cada personaje simboliza una visión distinta del mismo problema, pero el principal es Irina, que es en realidad el lector. Una heroína puesta para que dé luz a las verdaderas heroínas: las mujeres de Bangladés que trabajan en el negocio textil. Ahora el libro es de los lectores, habrá quién se quede solo con la historia superficial (para mí la historia no es más que una excusa) y quien miré más allá. En mí ya hizo su efecto, me pregunté “¿qué puedo hacer yo?” y me salió esto.
Mi mayor obstáculo fue y es siempre el mismo que el de todos mis alumnos: el tiempo.
(HF) ¿Qué fue lo que más te sirvió en el proceso de corrección de tu novela? ¿Cuál es tu sugerencia para quienes empiezan a escribir y se enfrentan a esta labor?
Te puedo decir lo que no me sirvió. La escribí a trompicones y es desasosegante. Redacté un par de capítulos después de mi viaje en 2016 y me fui a vivir a Australia, donde me lo pasé tan increíblemente bien que estuve un año entero sin escribir. A mi vuelta me di un atracón de escritura de seis meses en Bilbao y de nuevo me fui a vivir fuera, esta vez a California, y de nuevo sequía literaria. Para que luego digan que los escritores buscan lugares idílicos para escribir… Recuerdo que antes de volver de Australia me fui a una isla paradisiaca perdida en el Pacífico con esa idea romántica del escritor que se aísla… Cuando llegué, lo único que quería hacer era bañarme en las aguas cristalinas con las estrellas de mar azules y tomar el sol con los cangrejitos que poblaban la arena. En el paraíso no escribiría ni dios.
(HF) ¿Cuál ha sido tu mayor obstáculo para escribir? ¿Qué te ayudó a superarlo?
Mi mayor obstáculo fue y es siempre el mismo que el de todos mis alumnos: el tiempo. Cuando mejor escribí fue en Bilbao porque no paraba de llover y no me tentaba salir a la calle a buscar aventuras. El mal tiempo me dio tiempo. Así que diría que nada como la lluvia para superar bloqueos.
(HF) ¿Hay autores, títulos o estilos que recuerdes gratamente como influencias literarias?
Los escritores del boom latinoamericano me encantan, con su toque de “lo real maravilloso”, pero también otros como Juan Rulfo o Borges, que aparece en la novela. También me inspiran los poemas de Walt Whitman o la narrativa que ama la naturaleza de Jack London. Me gusta el pragmatismo de Carver porque odio las novelas llenas de reflexiones que se lo explican todo al lector. Yo procuro no meter casi explicaciones, y eso que me arriesgo a que un lector crea que una trama no está terminada porque no ha entendido el simbolismo o la función de un personaje, pero es que me duele tener que hacerlo, creo que es llamarle tonto al lector. He aprendido muchísimo de los autores del realismo sucio en Escuela de Escritores, así que no puedo evitarlo: aunque pueda jugar un poco en mi contra, me niego a explicar a los personajes, sus acciones, o a dárselo todo cerrado al lector para que su imaginación quede satisfecha y no tenga que trabajar nada en el plano de “lo real”. Eso sí, intento que mi prosa sea lo más sencilla y ágil posible, tampoco le pongo acertijos indescifrables, quiero que disfruten.
(HF) Si no fueras escritora, te habría gustado dedicarte a…
Me hubiera encantado ser espía, para colarme en más sitios, que no se me da nada mal.
(HF) Bangladés, EE.UU., Australia, Mallorca, Málaga, Costa Rica… la lista es larga. ¿Cuál es el próximo destino para esta autora de Bilbao? ¿Vendrán más novelas a partir de sus viajes?
Sí, tengo ya una en la cabeza que ambientaré en el último lugar al que he viajado, aunque no quiero dar muchas pistas. Y como próximo destino, sueño con ir de voluntariado a Namibia.
(HF) Como cada vez que nos encontramos con una historia potente, no nos aguantamos las ganas de preguntarte si hay otro proyecto del que nos puedas adelantar un poco.
Jajaja. Pues justo acabo de contestar en la pregunta anterior. Lo único que puedo decir es que creo que me va a llevar muchísimo más trabajo que esta, así que espero que llueva mucho.
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