Ismael Martínez Biurrun (Pamplona, 1972) ha publicado siete novelas, siempre en las fronteras del thriller, el fantástico, la ciencia ficción y el terror: Sigilo (Runas, 2019), Invasiones (Valdemar, 2017), Un minuto antes de la oscuridad (Fantascy, 2014), Infierno nevado (Equipo Sirius, 2006), Rojo alma, negro sombra (451 editores, 2008), Mujer abrazada a un cuervo (Salto de Página, 2010) y El escondite de Grisha (Salto de Página, 2011). También ha participado en antologías de relatos como Aquelarre (Salto de Página, 2010) y Bleak House Inn, diez huéspedes en casa de Dickens (Fábulas de Albión, 2012).
Entre los galardones obtenidos por su trabajo se encuentran dos Premios Celsius de la Semana Negra de Gijón a la mejor obra fantástica del año (2008 y 2010) y el Premio Nocte a la mejor novela de terror (2008). Ha sido propuesto por la Asociación Española de Fantasía, Ciencia Ficción y Terror para el premio al mejor autor europeo en la convención de la European Science Fiction Society de 2019.
Ismael Martínez Biurrum, es un excelente profesor. Conoce la materia a profundidad y la enseña con toda claridad. Sus ejercicios y tareas, te hacen sacar lo mejor de ti. Es, sin lugar a dudas, uno de los mejores maestros que he tenido. Felicidades y gracias
#DicenDeNosotros: Tomás Méndez, desde México DF
Ismael Martínez Biurrun es un profesor muy interesante. A pesar de haber escrito 7 novelas, ser merecedor de diversos premios literarios y mostrar un profundo conocimiento de la técnica y teoría literaria, es capaz de mantener una mirada fresca, abierta y siempre constructiva hacia el trabajo de sus alumnos. Sabe ver la potencialidad de los textos de los participantes en sus cursos y transmitírsela con cercanía y saber hacer, con ojo experto. Aconseja las técnicas y los recursos necesarios para convertir esa potencialidad en un texto redondo que merezca la pena ser leído. Un gran profesor, sin duda.
#DicenDeNosotros: Eduardo del Valle, desde Santa Maria del Camí (Mallorca)
Con Ismael M. Biurrun he aprendido mucho acerca del suspense y salgo más motivado para escribir. Realiza revisiones muy concienzudas de las textos sugiriendo alternativas. Ha creado un buen ambiente en el grupo lo que ha dado lugar a una participación activa.
#DicenDeNosotros: Jorge Zaera, desde Madrid
Entrevista al profesor
¿Qué te sugiere la frase «El escritor nace, no se hace»? ¿Crees que se puede aprender —y enseñar— a escribir?
El impulso de escribir viene de fábrica, estoy convencido, como cualquier otro impulso artístico. Tiene mucho que ver con el carácter. Nacemos con un carácter que, eso sí, evoluciona, adquiere aristas y profundidades con el tiempo, con nuestras experiencias y con el roce con otros caracteres distintos. Creo que lo mismo ocurre con el talento para escribir. Más que ser enseñado, creo que se trata de liberar ese impulso para que colisione con nuestro entorno y con nuestras propias limitaciones. En cierta forma, un taller de escritura es como una habitación con las paredes acolchadas donde se nos permite que hagamos todas las locuras, donde nuestro talento demuestre hasta dónde es capaz de llegar. Sé que debería hablar sobre la importancia de ser constante, ordenado, metódico, bien aconsejado… pero toda esa parte de disciplina es la que menos me interesa, en realidad.
¿Qué significa para ti tu labor como profesor? ¿Cómo y por qué comenzaste a impartir clase?
Sobre todo significa estar en contacto con gente que comparte la misma pasión absurda y frustrante de escribir. Me refresca y me carga de energía. La razón práctica de por qué comencé a impartir talleres es muy sencilla: además de mi pasión, escribir es también mi profesión, es lo que sé hacer mejor que cualquier otra cosa, y donde creo que mi experiencia puede ser más valiosa.
¿Cuál es tu relación con el resto del equipo de la Escuela?
Muy buena, aunque menos frecuente de lo que me gustaría, debido a que los talleres virtuales son… pues eso, virtuales. Pero conozco lo suficiente al equipo para sentirme muy orgulloso de contarme entre ellos. Además, son gente que cree firmemente en lo que hace, no están aquí por casualidad.
¿Cuáles son las peculiaridades de tu metodología, aparte de la mecánica común a todos los talleres? ¿Te sientes libre a la hora de aplicar tu criterio pedagógico?
Dejo que los alumnos se tomen todas las libertades que quieran a la hora de interpretar y desarrollar los ejercicios planteados, aunque, eso sí, luego se trata de revisar y preguntarnos si se ha conseguido el efecto de suspense buscado. No todo vale. Se trata de trabajar los mecanismos de la tensión narrativa. Si eso falla, hay que preguntarse por qué.
Claro que me siento libre a la hora de aplicar mi criterio, otra cosa no tendría sentido por mi parte ni por parte de la escuela. Intento aportar lo mejor que tengo, a mi manera, pero sin grandes extravagancias. En el fondo el mecanismo es muy sencillo: escribir y corregir.
¿Qué les pides a tus alumnos cuando comienza el curso? ¿Y cuando termina? ¿Cuál es tu nivel de exigencia?
Siempre digo que vamos a trabajar el suspense en su sentido más amplio, es decir, de forma que les pueda servir para introducir tensión en cualquier texto que desarrollen más adelante, independientemente del género. Ningún relato funciona, por muy bella que sea su prosa, si no tiene un pulso, si no mantiene al lector en vilo. El nivel de exigencia es flexible, hay alumnos a los que se puede forzar más, porque lo piden, y otros que necesitan mantener un equilibrio entre la exigencia y el placer de escribir, lo que también es comprensible. Trato de entender lo que quiere cada alumno.
¿Qué clima te gusta y procuras que se cree en tus grupos de trabajo?
Me gusta que los alumnos participen al máximo, incluso que se lleven la contraria y haya debate entre ellos, eso sí, siempre guardando el respeto por los compañeros y por sus trabajos. Nadie tiene derecho a mirar por encima del hombro a nadie, estamos todos aprendiendo y la literatura no es una ciencia exacta.
¿Consideras la enseñanza como un intercambio? ¿Qué te enseñan tus alumnos?
Sin duda. Me aprovecho al máximo de su energía y de su frescura, me hacen ver mil perspectivas nuevas para abordar cualquier tema. Cada persona es un mundo, y resulta fascinante ver cómo las mismas propuestas derivan en trabajos y creaciones absolutamente distintos. Gracias a eso ningún taller es como el anterior, surgen dinámicas nuevas y siempre es una experiencia estimulante.
¿Cuáles son las cualidades necesarias, según tu opinión, para ser un buen profesor de escritura?
Como he dicho, creo que es fundamental entender qué busca cada alumno, y orientarlo en función de eso, en lugar de tratar de imponerle unas directrices rígidas y una determinada forma de ver la literatura. Y siempre fomentar la participación, porque el feedback entre los alumnos casi siempre resulta más valioso que cualquier texto teórico.
Dentro de tu campo didáctico, ¿en qué partes te gusta profundizar?
El suspense proviene siempre de nuestros miedos inconscientes, así que en mis clases y en mis prácticas hacemos bastante reflexión psicológica sobre esa cuestión: ¿qué nos asusta? ¿cuáles son nuestros temores silenciosos? ¿cómo reaccionaríamos ante la amenaza hecha realidad? Y por supuesto: ¿cuáles son las herramientas de las que dispone un autor para transcribir ese miedo? A veces, algo tan aparentemente nimio como la disposición de las frases en el texto, los espacios en blanco, etc, resulta fundamental para generar el efecto preciso.
¿Cómo compaginas la labor como profesor con tus propias creaciones?
Soy un escritor muy lento y cuando estoy desarrollando una novela necesito, a la vez que constancia, un espacio de desconexión para no obsesionarme ni atascarme. Los talleres son perfectos, porque puedes dejar la novela de un lado pero el cerebro nunca se detiene, una parte sigue dándole vueltas a tu novela mientras trabajas en los textos de otras personas.
¿Cuál es tu escritor favorito? ¿Por qué? ¿Qué libro estás leyendo en la actualidad?
Si tuviera que escoger un solo nombre diría Ray Bradbury, por el nivel de perfección de su prosa. Es capaz de ser deslumbrantemente poético y al mismo tiempo mantener un buen ritmo narrativo, crear tramas, construir personajes complejos y muy vivos, sin descuidar el suspense.
Tengo la mala costumbre de leer varios libros a la vez. Ahora mismo estoy con Aniquilación de Jeff Vandermeer, Personajes desesperados de Paula Fox y Extraños Eones de Emilio Bueso.
Julio, 2014