Drive my car
Ryûsuke Hamaguchi (Japón, 2021)
A la pregunta de por qué se hizo actor, Kafuku contesta: «Cuando interpreto puedo convertirme en alguien diferente. Y al terminar vuelvo a ser yo mismo. Eso me hace feliz.»
Esta es la respuesta del Kafuku protagonista del relato Drive my car, en el que se basa parcialmente este film, del japonés Ryûsuke Hamaguchi, y en el que aparecen también referencias de otros de los relatos de la novela Hombres sin mujeres, de Haruki Murakami, publicada en 2014. El escritor japonés escribe sobre el aislamiento y la soledad que los hombres sienten que preceden a sus relaciones amorosas, bien sea a costa de una pérdida, falta de comunicación, etc., mujeres que han dejado una huella imborrable en esos hombres que las amaron, o quienes, a su manera, creen que lo hicieron. Al ver la película finalizada, Murakami confesó a su director que no era capaz de recordar qué partes eran suyas y cuáles no.
Esta adaptación aparece a partir del minuto 45, tras los títulos de crédito, dos años después de la muerte de Oto (Reika Kirishima), la esposa de Yûseke Kafuku (Hidetoshi Nishijima). Matrimonio compuesto por un actor de teatro de éxito y una productora de televisión en auge. Aparentemente felices y muy compenetrados, el espectador conocerá mejor al matrimonio en la segunda parte de la película a través de las confesiones de éste.
Kafuku ha dejado la actuación, su último papel importante fue como Tio Vania, del dramaturgo ruso Antón Chéjov, publicada en 1899. Ahora, la dirigirá en un festival de teatro internacional en Hiroshima. El festival obliga al director, por un tema de seguros, a llevar chófer, cosa a la que se resiste desde el principio. La persona asignada es una mujer, a la que describen como callada y poco agraciada, pero también como muy buena conductora. Misaki (Tôko Miura) acaba siendo el contrapunto perfecto para un Kafuku que no puede arrancarse la soledad y la culpabilidad que siente por la falta de su esposa. La compenetración entre ambos actores es brillante, lo mismo que la contención por mostrar sus sentimientos, que avanzará con los kilómetros recorridos.
Murakami es también un gran fan del texto poderoso de Tio Vania, y aunque en su relato se menciona poco, en el film se aprecia que las palabras que Kafuku no es capaz de decir como persona, las pondrá en escena a través de su personaje de Tio Vania.
Hamaguchi siempre tuvo una idea rondándole sobre hacer algo multilenguaje, y al imaginar cómo sería Kafuku como director, se planteó la idea de hacer un Tio Vania interpretado en diversos idiomas (japonés, inglés, tagalo, mandarín y hasta lenguaje de signos coreano entre otros). Utiliza en los ensayos su propia técnica de repeticiones constantes, muchas lecturas de guion juntos – de la que los actores se quejan en la película constantemente. Y en este caso, aún más, al tratarse de actores que no se entienden, por lo que la voz y el lenguaje corporal pasan a ser el centro de la actuación.
Kafuku se sienta en la parte de atrás de su Saab 900 descapotable (amarillo en el relato, y rojo para ser más cinematográfico, en el film), escuchando las cintas de casete grabadas por su mujer con el texto de Tio Vania, concentrado y a veces repitiendo las líneas del personaje que interpretó en el pasado. Misaki, conduce en silencio, no habla si no se le pregunta y se siente más cómoda así. Empezarán a desarrollarse conversaciones entre ambos, poco a poco, según avanza la trama tanto dentro como fuera de los ensayos.
Hamaguchi rueda los interiores del coche apareciendo solo una porción del vehículo, o una persona, dividiendo en general el espacio en dos. El coche está al servicio del personaje. Esto ya lo utilizó en el primer relato de su anterior película La ruleta de la fortuna y la fantasía (2021), donde dos de sus personajes, hablan en la parte de atrás de un taxi, con un cámara fija que hacía partícipe al espectador de la intensidad de la conversación.
El azar, protagonista importante de sus trabajos anteriores, no parece tener tanta importancia en esta cinta, excepto en el encuentro entre estos dos seres solitarios que pasan más de 2 horas juntos en el coche todos los días.
La aparición de Masaki (Kôshi Takatsuki), actor joven de su pasado, obligará a Kafuku a enfrentarse con el mismo, pero esto no es fruto del azar, el propio Masaki confesará que le buscaba. Le ofrecerá el papel de Tio Vania como venganza, sin saber, o quizá sí, que los sentimientos de hartazgo y hastío del personaje, son los mismo que el joven actor necesita sacar a la luz en busca de su redención.
La luminosidad y sus contrastes destacan en la primera parte de la película, tanto en interiores, como en los escasos exteriores, sin embargo, en la segunda parte, la iluminación de los interiores no es tan importante, ni nada remarcable, destacando más los exteriores de Hiroshima, que no son los que uno pudiera esperar. Los sonidos del tráfico no son audibles, porque Masaki parece absorberlos en su conducción, dejando que Kafuku pueda concentrarse en la voz de Oto.
Hamaguchi nos regala una película llena de muñecas rusas que el espectador irá descubriendo, al ritmo de Tio Vania, y donde hay mucho amor contenido que necesita salir a la luz. El director japonés quiere que el público forme parte de la conversación que mantienen sus actores, pero como con Kafuku, siempre teniendo la certeza de saber volver, porque «no tengo otro sitio adonde volver».
Pilar Oncina
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