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Sylvia Aguilar Zéleny es Licenciada en Literaturas Hispánicas por la Universidad de Sonora, Maestra en Humanidades por el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey, y Maestra en Escritura Creativa por la Universidad de Texas. Es autora de libros de ficción y no ficción y parte de su obra ha sido antologada en México, Estados Unidos, Australia, Corea y Perú. Se ha especializado en temas como construcción de personajes, escrituras del yo, narrativas híbridas, y en pedagogía para la enseñanza de la escritura creativa. Ha dirigido tesis que van desde novelas, memoirs, y colecciones de poesía. Ha dado talleres en México, Estados Unidos, Colombia y España. Para Doméstika diseñó un curso sobre construcción de relato que hasta el momento ha tenido 600 estudiantes de todo el mundo.

Desde 2016 es profesora asociada del MFA en Escritura Creativa Bilingüe de la Universidad de Texas, donde actualmente es Directora de la Maestría En Línea. Coordina CasaOctavia, una residencia para escritoras e integrantes de la comunidad LGTB+ donde realiza acompañamiento a sus proyectos editoriales.

CEEEC

Basura

Novela
Tránsito Editorial
España
2022

CEEEC

El Libro de Aisha

Memoir
Random House
México
2021

CEEEC

Todo Eso Es Yo

Novela
ITCA. Tamaulipas
2016

CEEEC

Una no habla de esto

Novela
Editorial Tierra Adentro
México, DF
2008

Entrevista a la profesora

Me gusta pensar que somos natural-born story-tellers, todxs en algún momento tenemos que contarle a alguien una historia y buscamos tonos y gestos para atrapar la atención de los demás. Trabajamos pues, con lo que instintivamente se tiene pero, en un taller de escritura, aprendemos otras estrategias para lograr que nuestro relato alcance todas sus dimensiones. Yo pienso que escribir es descubrir así que no es sino hasta que ponemos manos a la obra que sabemos hacia dónde vamos con nuestro texto y lo que aún necesitamos aprender para poder completarlo.

Comencé como profesora de inglés a los 18 años, por una sola razón: necesitaba un empleo y era bilingüe. No importó cuánta instrucción recibí yo antes de ir al aula, no fue sino hasta estar frente al grupo cuando comencé a aprender a ser maestra y a entender que esa era mi vocación. A través de los años he aprendido a verme más como facilitadora, alguien que pone en la mesa las conversaciones, las herramientas, las estrategias, lxs autorxs para que desde una práctica colectiva todxs (sí, yo incluída) aprendamos más.

En principio me gusta la idea de acuerpar la escritura, así que mis cursos con frecuencia implican explorar espacios, caminar, investigar en los archivos familiares, salir del escritorio y de la cabeza, pues. Además trato de llevar a cabo una práctica horizontal y de escucha activa cuando se trata de comentar un texto. En mis talleres la primera en hablar es la autora, quien nos cuenta de qué va su texto, qué ha descubierto y qué ha sido un reto. Nos hace preguntas directas sobre nuestro sentipensar al leerla y después en vez de decirle qué funciona y no, le preguntamos sobre sus decisiones y sobre su efecto en nosotras. Es decir, mis talleres son más orgánicos y menos jerárquicos.

Les pido que compartan no solo lo que han leído y escrito en los últimos meses, sino qué han aprendido y qué necesitan de un curso como el mío, así no solo cubro mis contenidos sino especialmente las necesidades de mis alumnxs. Al terminar siempre trato de hacer un círculo de reflexión, no solo sobre cómo se sintieron sino sobre qué sigue para ellxs y cómo podemos alcanzarlo fuera del aula. Creo que lo que más exijo es atención y diálogo, de pronto las fechas de entrega, el número de palabras, etc. es lo que dejo al final, me interesa el aula como un espacio de aprendizaje colectivo.

El aula aunque es el espacio profesional, también es un espacio íntimo donde a fin de cuentas compartimos textos propios que, con frecuencia, vienen de anécdotas personales. Así que procuro mediar, facilitar, acompañar. La empatía y el humor son esenciales. Encontrar esas perlas que se esconden entre la oscuridad de nuestros relatos.

Muchísimo, a escuchar a prestar atención a otras experiencias. Diversidad.

Las mismas que me planteo como escritora: escucha activa, empatía, cercanía con el mundo (social, cultural, político) que me rodea, actualización, y flexibilidad para asumir que no lo sé todo y que, por tanto, siempre hay que investigar.

La escritura es, de por sí, un espacio político. Así que me interesa que lo que mis alumnxs escriban y yo, enseñen como profesores ellxs mismxs, sea desde la reflexión, desde un activismo pequeño tal vez pero que nos permita llevar a cabo conversaciones críticas sobre la condición humana.

La una alimenta a la otra constantemente, doy cursos de temas de los que aprendí en mi investigación para un libro y a veces es al revés, termino escribiendo algo insospechado después de haber dado un curso. Valoro muchísimo el diálogo en el aula pues me permite establecerlo yo misma con mis proyectos.

Me gustaría contestar la primer pregunta diciendo, ¿de qué país? ¿de qué género? ¿a qué horas? Porque son muchisimxs. Sin embargo hay que decir algo breve así que creo que, por este momento, me quedo con dos Ágota Kristóf y Nona Fernández. Con ambas autoras he aprendido muchísimo sobre romper con la forma, reconocer el valor y profundidad de los personajes y cómo la literatura es, también, un espacio político. Ahora justo leo Estás muy callada hoy de Ana Navajas, un libro que desde lo íntimo, nos lleva a lo más humanamente colectivo: la idea de familia.

Sylvia Aguilar - IMG570
Fotografía: Edith Cota

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