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Juan Lizarralde estudió Literatura en la Universidad de los Andes. En este periodo publicó el cuento “Esa Noche” en la antología de microcuentos Inspiraciones Nocturnas (2015) y, poco después de graduarse escribió “Cuando los árboles lloran” para el libro de cuentos Autor del verano de 2019. Poco después, se embarcó en el Máster de Narrativa de la Escuela de Escritores de Madrid. Actualmente, trabaja como corrector de estilo en el podcast Pitwall y asistente de guion en un proyecto para Caracol TV.

Formó parte de la XII Promoción (2020-2022) del Máster de Narrativa.

Lo que opina Juan sobre el Máster

¿Cómo ha cambiado tu visión de la creación literaria después de haber cursado el máster?

Contar historias siempre ha sido parte de la naturaleza humana. Sin embargo, se requiere de gran esfuerzo, dedicación y conocimiento para poderlas contar bien, para poder inducir a la audiencia dentro de aquel mundo inventado, y que quieran llegar hasta el final. Antes del máster, para la universidad, intenté escribir una novela, que, a mi pena, la tuve que dejar de lado sin llegar más allá de la página 60, en un punto muerto del que no supe cómo salir. ¿Y por qué? Porque no había visto el máster, porque no contaba con las valiosas herramientas que la Escuela me brindó para poderla llevar a término. Antes de entrar, yo me consideraba un escritor puramente de brújula. Sin método, sin esquema, me dejaba llevar por las historias por el camino que me llevaran. Hoy, tres años y una novela después, entiendo que, por aventurero que uno sea, todas las brújulas pueden fallar, y que un buen mapa, por pequeño o desdibujado que sea, no debe faltar en la mochila de historias de un buen escritor.

¿Crees que se puede enseñar el oficio de escritor?

Definitivamente sí. Como ya dije antes, contar historias, la actividad básica del escritor, es algo innato en todas las personas, pero para ser escritor se necesita algo más. Y no es solo el hecho de traspasar aquellos relatos, aquellas fantasías, de la palabra a la página, o de la mente a la página. Se trata de formar el músculo, conocer todos los aparatos y herramientas que esta profesión trae consigo; interiorizarlos, saber que están ahí para tu servicio, para que uses de ellos, o los contradigas, cuando y como quieras. Pero los tienes que conocer. Y por eso es que no solo se puede enseñar a ser escritor. Es que se tiene que enseñar a serlo.

¿Qué es lo que más te gusta del Máster, y de la forma de trabajar de la Escuela?

La libertad, sobre todo a la hora de crear y aprender. En la Escuela, los profesores ponen todas las herramientas a disposición de los alumnos y, lo más importante de todo, les enseñan a utilizarlas, para que, cuando ya se enfrenten a su primera obra de larga envergadura con el Proyecto final, las puedan usar como quieran y sean más una motivación para seguir, que un freno, como suele pasar en las escuelas y cursos que son más teóricos.

¿Qué ha significado para ti el grupo de compañeros que has conocido en el máster, sigues teniendo relación con ellos?

Más que compañeros, más que amigos, en las aulas del máster uno crea una familia. Una comunidad de gente que está en la misma situación de uno, cada uno con su propio pasado, pero que confluyen todos en un mismo espacio, en un mismo momento, todos con el mismo objetivo de dar por terminado el máster y la novela. Y en aquel camino ya lleno de tantas piedras tan grandes y difíciles de pasar, se encuentra en los compañeros con una mano amiga que te ayuda a sortear todas las dificultades y te anima en tus momentos más bajos para que puedas salir adelante y, después, se quedan en tu vida para siempre.

Resume en tres palabras tu paso por el Máster.

Compartir, aprender, escribir.

¿Recomendarías el Máster?

Una y mil veces sí.

Juan Lizarralde
Cam Quiro

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