Durante la temporada 23-24 se presentaron a concurso 27.626 microrrelatos
Llegar y besar el santo. María Jesús Villar, que llegó a la Gran Final tras clasificarse en la última final mensual, la de junio, y que se estrenaba esta temporada escribiendo microcuentos, es la ganadora de la XVII edición de Relatos en Cadena. Ha sido una final muy reñida, en la que el jurado ―formado por Benjamín Prado, Emma Vallespinós, Javier Sagarna y Mara Torres― discutió hasta el último minuto quien debería llevarse los 6.000 euros del premio en esta Temporada 23-24: Sin esperanza, de María Jesús Villar, o Un oficio complicado, el microrrelato clasificado en segundo lugar y presentado a concurso por Javier Revilla. Aviso, el finalista del mes de febrero y cuyo autor es Gabriel Urciuoli, resultó elegido en tercer lugar.
La Ventana de la Cadena SER y Escuela de Escritores agradecen a todos los participantes su apoyo a Relatos en Cadena, que tras 17 años en antena continúa entusiasmando a nuevas generaciones de oyentes y de escritores y que este año volvió a batir su propio récord de participación con 27.626 microrrelatos presentados a concurso en las 32 semanas de esta temporada que comenzó en septiembre de 2023.
A continuación podéis leer el relato ganador y los finalistas.
Sin esperanza, de María Jesús Villar
Mañana podrá comprarle sus malditos cuadernos, cuando venda lo que ha encontrado en el vertedero. El tejado seguirá con goteras, pero no es eso lo que le fastidia, sino no haber sido capaz de advertirle de lo inútil de caminar durante kilómetros para ir a la escuela, porque no podrá continuar sus estudios: los centros superiores están a días de distancia. Acabará trabajando en la basura, sabiendo que hay lugares mejores, porque ha estudiado geografía, que es posible soñar con mundos distintos, porque ha leído novelas. Y entonces, como a mí, le enrabietará andar entre cucarachas preguntándose para qué demonios sirve saber que se llaman coleópteros.
Un oficio complicado, de Javier Revilla
Una calavera, pequeña, anoté en mi libreta. Continué la disección, abriendo el cráneo. Una manada de pájaros salió de allí revoloteando. Anoté lo de los pájaros. Con mi bisturí hice una profunda incisión en el abdomen. De su estómago salieron cientos de mariposas. Anoté: estómago, mariposas. Cuando llegué a su corazón, estaba ardiendo. Corazón en llamas, escribí. Luego guardé la libreta. No necesitaba más marcadores biológicos.
Me arranqué un ojo de la cara para pagar a la familia y me fui. Mientras volvía tuerto a casa para ordenar mis notas, me preguntaba en qué momento se había complicado tanto ser poeta.
Aviso, de Gabriel Urciuoli Barber
Se llama Juan, como papá, y vive adentro de él. Sólo sale cuando papá duerme: primero asoma la cabecita por la oreja -porque Juan es muy pequeñito-, y después, de un impulso, ¡zas!, ya está afuera. Entonces empieza a correr por toda la casa y mamá y yo a perseguirlo. Normalmente lo atrapamos rápido, lo volvemos a meter dentro de papá, y papá se despierta, pero esta vez ha escapado a la calle y se ha perdido. Papá lleva tres días durmiendo. Estamos desesperados. Se recompensará a quien lo devuelva sano y salvo. Mide cinco centímetros, usa gafas y viste de azul.
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