Durante la temporada 22-23 se presentaron a concurso 26.625 microrrelatos
A la séptima fue la vencida. Patricia Collazo, una de las concursantes históricas de Relatos en Cadena, alcanzaba su séptima Gran Final y, en esta ocasión sí, se llevó los 6.000 euros del premio por su microrrelato Sueños rebeldes en una edición, la XVI, en la que volvimos a superar el récord de participación con 26.645 microrrelatos presentados al certamen más popular de la literatura en español.
Sueños rebeldes se impuso en la final a los microrrelatos de Elvira Rodríguez, Pleamar, y de David Garduño, Secretos de cuna, finalistas de los meses de marzo y octubre, respectivamente. El jurado de esta XVI edición estuvo formado por los escritores y colaboradores de La Ventana de la Cadena SER Benjamín Prado, Laura Ferrero, Mara Torres, Rafa Panadero y Emma Vallespinós, y el director de Escuela de Escritores, Javier Sagarna.
La Ventana de la Cadena SER y Escuela de Escritores agradecen a todos los participantes su apoyo a Relatos en Cadena, que tras 16 años en antena continúa entusiasmando a nuevas generaciones de oyentes y de escritores.
Aquí podéis leer el relato ganador y los finalistas.
Sueños rebeldes, de Patricia Collazo
Yo, que he vivido tantas vidas, decía mi padre el día de su cumpleaños. Entonces, de los bolsillos del pijama extraía viejos amigos: dos jefes indios, un bombero de Nueva York, un esquimal abrigadísimo, un pelotón de soldados anónimos y un sherpa bajito con el que había escalado el Everest. Ellos se desperdigaban por casa, husmeaban todo, se disputaban el mando de la tele, o jugaban al dominó con nosotros. Cuando los indios encendían una fogata en el pasillo y el bombero abría todos los grifos, mamá se hartaba y los barría a todos hacia la terraza. Al día siguiente hacíamos como si nada hubiera pasado.
Pleamar, de Elvira Rodríguez (segundo clasificado)
El montoncito de arena que se está formando a mis pies, mis sobrinos afanándose en cubrirme totalmente, sus risas, la caricia del sol poniéndose, la música de las olas al romper ¡Qué gozada! Tras tantos disgustos por el testamento de Jorge, me alegré muchísimo cuando mi cuñada llamó. Le costó, lo sé. Por eso la perdoné enseguida y les invité a la casa de verano. Ojalá Jorge pudiera vernos juntas, cómplices, rodeadas de sus hijos. Mira que, a su edad, querer jugar a hundirme en la arena, que casi no puedo ni respirar. Hoy, con la pleamar, la puesta de sol va a ser espectacular. Ya tardan en volver para desenterrarme.
Secretos de cuna, de David Garduño (tercer clasificado)
Darse una vuelta con él en brazos saca a mi suegra de su letargo. Por supuesto, ignora que está acunando a su nieto, su memoria está instalada en un tiempo indeterminado de su pasado y para ella el bebé siempre es uno de sus hijos. Mientras paseamos no para de susurrarle confidencias al oído como seguramente ya hizo décadas atrás. Así he descubierto que se casó simplemente para poder salir de casa de sus padres, que hubiera preferido tener al menos una niña y que la razón por la que mi marido tiene un nulo parecido con su padre es un tal José Luis.
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