Recordando a Cyrano: identidad, marca personal e IA

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Escrito por: BRUNO GALINDO

Copiamos desde siempre o casi siempre: está en nuestra lógica de seres vivos buscar la distancia más corta entre la idea proyectada y el resultado deseado. Pero, del mismo modo que en su momento aprendimos a diferenciar el uso correcto y el que no lo es cuando recurrimos a Wikipedia o buscamos algo en Google, afrontamos el uso tentador de la copia —Control C-Control V— frente a herramientas como Chat GPT. ¿Hará falta recordar los problemas de hacerse trampas al solitario?

Publicaciones Blog Empresas 'Recordando a Cyrano: marca personal e IA', por Bruno Galindo -IMG915 Zoom

Recordemos cierto experimento sobre el saber colectivo. Se pidió a un buen número de personas que adivinara cuántas bolas había en un frasco. Nadie acertó, sin embargo la media aritmética de todos los intentos fue particularmente cercana al número correcto. La IA —que en vez de Inteligencia Artificial podría haberse denominado Inteligencia Colectiva— funciona bajo una lógica similar: busca acuerdos de máximos entre la información que aportamos todos, y rellena las zonas desconocidas con un procedimiento que podríamos llamar convencibilidad. Esto habla bien de la búsqueda de certezas por parte de las máquinas, pero no tanto de nosotros si nos creemos el resultado a pies juntillas y lo convertimos en verdad sin darle más vueltas. 

La necesidad de una voz propia 

Pero incluso en el caso de que la IA nos sirva información veraz debemos pensar en cómo se nos ve a nosotros o, mejor dicho, cómo se nos lee. Cuanto más literalmente nos confiemos a la gramática de la IA, más automática e igual a la del resto será nuestra forma de expresarnos. Y está demostrado que nuestra mejor reacción es un estímulo ante el reconocimiento de la humanidad. A eso le llamamos empatía. 

Con nuestra comunicación —sea un email, un post en redes sociales o una novela— buscamos inequívocamente la reacción humana de nuestro interlocutor (en una reunión, en un feed, en el deseo de seguir leyendo). Y esa reacción siempre será más favorable si sabemos tocar la fibra. De ahí que sea vital asegurarnos de mantener nuestra propia voz y subordinar —con ética inteligente— el uso de la IA en la generación de textos. 

Recordemos a Cyrano 

Siempre es equivocado confiar el poder intransferible de nuestra voz a otros. Recordemos la historia de Cyrano de Bergerac, la famosa obra de teatro de Edmond Rostand, en la que un personaje con poca confianza en sí mismo busca la aceptación de la amada Roxane utilizando los favores de un buen poeta, a quien ella premia con su amor sincero y entregado cuando descubre que era él quien hablaba en realidad. 

Si nuestra identidad está en nuestra forma de expresarnos, aprendamos a expresarnos correctamente en primer lugar. Incluso el uso recurrente de programas como Chat GPT —utilizado casi a diario por quien escribe— premia claramente una óptima redacción del prompt. 

Concluyamos: la incorporación a nuestro propio discurso de la información, una vez contrastada, que nos facilita la IA —que, recordemos, no es otra cosa que un buscador mejorado: su siguiente generación— puede ser un complemento interesante y, sí, un ahorro de energía. Pero el primer punto de partida para consolidar nuestra voz, nuestra identidad y nuestra marca queda siempre en nuestro campo. 

Acerca del autor

Bruno Galindo, profesor del Máster de Narrativa -IMG570

Bruno Galindo

Escritor, periodista y creador de contenidos de audio. Es productor de podcasts para la Fundación Juan March, donde es autor de Contemporánea, La Biblioteca de Julio Cortázar y Simsalabim. Profesor de Transformación Narrativa para Escuela de Escritores desde 2019, es especialista en texto y oralidad, campo en el que ha trabajado desde principios de los dos mil en festivales, discos y performances. Dirige el festival Palavra.

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